Arafat se encuentra en una encrucijada. Una de sus bases en Gaza y tres de sus helicópteros han sido bombardeados por Israel. Sharon ha declarado que él y la ANP son encubridores del terrorismo. Anteriormente Arafat fue sindicado como otro bin Laden.
Un amplio sector del gobierno israelí apuntaría a aprovechar la crisis interna e internacional para arremeter contra la ANP y volver a una situación previa a los acuerdos de Oslo, donde lo máximo que estarían dispuestos a conceder sería una suerte de bantustanes árabes aislados, sin mayores poderes y supeditados al ejército israelí. Simon Perez y los laboristas que conforman la minoría del gobierno de unidad se encuentra entre la espada y la pared. Si renuncian al gabinete creen que debilitarán al estado en un momento que necesitan reforzarlo frente a la ofensiva islamista. Si se quedan piensan que deberán conceder demasiado a los halcones y deteriorar su base social. Por otra parte las encuestas muestran un crecimiento del Likud de Sharon en detrimento del laborismo.
Arafat ha declarado estado de emergencia en sus zonas prohibiendo toda manifestaci¢n y arrestando a m s de 110 islamistas palestinos, pero eso no satisface a Sharon. Israel quisierra que ‘l se transforme en su principal guardian dentro de los territories ocupados, mas si Arafat, lanzace una cacer¡a anti-Hamas podr¡a perder soga y cabra: enajen ndose de una poblaci¢n rabe cada vez m s radicalizada y quedando sin mayor atractivo para poder controlar ‘sta. Si decide responder militarmente a la ofensiva de Sharon deber¡a aliarse con Hamas con lo cual podr¡a evaporarse su proyecto de paz en base a dos estados y distanciarse de los EEUU.
Isaac Bigio
Investigador y profesor de la London School ofcEconomics & Political
Sciences