Los mapuches ocuparon durante miles de años extensas zonas a ambos lados de la cordillera andina de América del Sur. Si bien la mayor parte de su población se encontraba al oeste de los Andes (picunches, en el norte, lafquenches en el oeste, y huiliches en el sur), muchas comunidades tradicionales son oriundas de la propia cordillera (pehuenches) y del este de la cordillera (puelches), extendiéndose ampliamente sobre el actual territorio patagónico.
La violenta invasi&o! acute;n española del siglo XVI obligó a los picunches a retirarse al sur del Bío Bío, reduciendo considerablemente las tierras bajo control mapuche. Luego de numerosas batallas sangrientas contra legendarios toquis araucanos como Lautaro, Caupolicán, Pelantaro y Lientur, e incluso del ajusticiamiento del propio conquistador Pedro de Valdivia, los españoles se vieron obligados a aceptar la independencia de la nación mapuche, firmando varios tratados al efecto.
A partir de ese momento se logró mantener una situación de relativa paz por varias d’cadas. Durante ese per¡odo los mapuches afianzaron el control sobre su territorio que en los siglos XVII y XVIII se extendi¢ de mar a mar. All¡ se conform¢ el pa¡s mapuche independiente, reconocido internacionalmente, la naci¢n mapuche con costas sobre los oc’anos Atl ntico y Pac¡fico. Esta situac! i¢n se prolong¢ por m s de doscientos a_os.
A principios del siglo XIX y luego del debilitamiento del Imperio Espa_ol debido a la ocupaci¢n napole¢nica, y a la consecuente derrota de los remanentes militares de Espa_a en Am’rica por parte de las elites hispano-criollas de las colonias, se abrieron las puertas para ignorar los antiguos tratados y emprender nuevas pol¡ticas agresivas contra la naci¢n mapuche independiente.
Los gobiernos de Santiago de Chile y Buenos Aires desencadenaron ofensivas militares para ocupar a sus vecinos nativos pero con ‘xito limitado, los mapuches continuaron defendiendo ferozmente su libertad y lo lograron exitosamente por varias d’cadas m s.
Cerca de fines del siglo se producir¡a la embestida belicosa que habr¡a de terminar con la soberan¡a del pueblo de la tierra. A principios de la d’cada de 1880 se desen! caden¢ una invasi¢n coordinada del pa¡s mapuche por parte de los ej’rcitos chileno y argentino bajo la jefatura de los generales Saavedra y Julio A. Rocca que lograr¡a vencer la heroica resistencia, terminando con la ocupaci¢n militar de la oltima naci¢n verdaderamente independiente del continente americano.
Los mapuches invadidos fueron muertos, esclavizados, despojados de sus tierras tradicionales, hostigados en su cultura y costumbres y denegados en su derecho de libertad e independencia. Hoy los mapuches son extranjeros en su propio territorio. Continoan siendo avasallados por los estados criollos imperialistas de Chile y Argentina. A pesar de vivir en extrema indigencia en los barrios marginados de Santiago, Concepci¢n, Temuco, Neuqu’n y Buenos Aires, donde a veces buscan mimetizarse para evitar la discriminaci¢n, empobrecidos en sus tierras demasiado peque_as para practi! car la agricultura ancestral, y sin poder ense_ar su idioma, el mapudungon, a sus hijos, se mantienen organizados y resisten. Hay todav¡a 1 mill¢n y medio de mapuches que aon conservan su identidad y la cultura.
Cuando la Repoblica Argentina exige que le otorguen las islas llamadas Falkland o Malvinas bas ndose en un derecho de proximidad, o el Estado chileno reclama la Ant rtida en nombre de una pretensi¢n an loga, deber¡an recordar que las tierras en que basan sus reclamos eran tierras mapuches internacionalmente reconocidas hace poco m s de un siglo.
Los mapuches, hoy despojados de su soberan¡a y de su tierra, tienen m s derechos a estos territorios del sur que los estados criollos que las demandan amparados en su posici¢n de fuerza pol¡tica y militar.
Los mapuches eran el pueblo nativo que en el siglo pasado ejerc¡a su soberan¡a! sobre las tierras patag¢nicas frente a las islas Falkland o Malvinas, y, en base a esas credenciales, tienen mucha m s autoridad que el gobierno argentino para reclamar las islas como propias.
Sin perjuicios de los derechos tradicionales que le corresponden en los actuales territorios controlados por Chile y Argentina, proponemos que el territorio de las Falkland o Malvinas sea cedido por el Reino Unido a una federaci¢n de comunidades mapuches como forma muy limitada de compensar por los da_os, ultrajes y perjuicios derivados de la invasi¢n chileno-argentina del siglo pasado y las agresiones imperialistas europeas de los siglos XVI al XVIII.
Cuando se habla de compensar a jud¡os por los desmanes que se ejercieron contra ellos durante el per¡odo nazi, o a palestinos por las tierras que les quitaron, o de compensar a los descendientes de los esclavos africanos, no es posible olvidar al pueblo mapuche que ha venido s! ufriendo atropellos
y desconocimiento de sus derechos humanos por varios siglos.
Los mapuches han habitado por cientos de generaciones territorios muy semejantes a las islas Falkland o Malvinas, con climas y ecosistemas parecidos, y ser¡an capaces de explotarlos arm¢nicamente, manteniendo su ancestral relaci¢n espiritual con la naturaleza del Sur, que fue quien los acun¢ y form¢ a lo largo de los tiempos.
Los mapuches son grandes conocedores del mar, de las algas nutritivas, de los peces, de los mariscos, de las focas y aves marinas, son plantadores de papas y ma¡z, eximios pescadores, y por sobre todas las cosas, respetuosos participantes de un ambiente natural at vico y esencial, al que veneran en toda su inconmensurable profundidad espiritual.
Las Malvinas o Falkland y sus poblaciones deber n ser rebautizadas en mapudungon, la convivencia con los habitantes actuales de origen ingl&eacu! te;s es posible. En sus tres o cuatro generaciones en las islas los kelpers han aprendido muchas cosas y junto con los mapuches podr¡an armar un pa¡s nuevo y viejo a la vez, triling_e, aborigen y europeo, para crear un nuevo hogar de paz y reconocimiento para un pueblo despojado de su libertad que reclama la justicia que le ha sido negada por tanto tiempo.
Danilo Jos’ Ant¢n Giudice