Las manifestaciones contra la presencia de George Bush el día anterior, no habían provocado incidentes serios. Pero este viernes, con el presidente norteamericano ya de viaje a Varsovia, la policía sueca intentó dividir en dos a los grupos de manifestantes.
Estas cargas violentas desataron el caos en el centro de Gotemburgo, donde los manifestantes más radicales atacaron sedes bancarias, comercios de comida rápida y otros locales considerados «símbolos » del neoliberalismo y las transnacionales.
Los activistas llegaron a arrancar adoquines de las calles para lanzarlos contra los numerosos policías. Los gritos contra la globalización se mezclaron con las consignas contra la pena de muerte, la política del gobierno norteamericano y el propio papel de la Unión Europea.
Numerosos locales de la Park Avenue, una de las principales calles de Gotemburgo, resultaron parcialmente destruidos. Más de 300 personas fueron detenidas y hay decenas de jóvenes heridos.
La convocatoria reunió a militantes anarquistas, izquierdistas, y ecologistas de todas las tendencias. Solo una parte de ellos particip¢ en los hechos de mayor violencia.
Un portavoz de Greenpeace desmarc¢ a su organizaci¢n, una de las convocantes, de las agresiones contra locales comerciales y bancarios. Indicaron que unas 200 o 300 personas participaron en los sucesos, de las tres mil que integraron el grueso de la manifestaci¢n.
Lo cierto es que una vez m s, las protestas populares en la calle, lograron cambiar el programa de una cumbre. Para esta noche estaba prevista una gran cena en un lujoso restaurante del centro de Gotemburgo. Pero a pesar de que la polic¡a logr¢ reconquistar las principales calles c’ntricas, temen que los incidentes puedan reproducirse por la noche.
Quiz s por eso, los gobernantes de los pa¡ses europeos resolvieron quedarse donde estaban, el gran centro de reuniones y en todo caso, que les llevaran la cena a ese lugar. Miembros de las comitivas europeas trataron de quitarle importancia a las protestas, pero lo cierto es que la ciudad sueca -normalmente tranquila- recibi¢ la «se_al» de que algo est cambiando entre sus j¢venes.
No parece quedar ya rinc¢n en el Viejo Continente, donde la presencia de los grandes dirigentes pol¡ticos, o reuniones de centros de poder econ¢mico, sea recibida sin protestas. A las consignas de rechazo al neoliberalismo, se han sumado en este caso las protestas por la pol¡tica del nuevo presidente norteamericano George Bush.
En particular, sus irritantes decisiones de no ratificar el protocolo de Kyoto sobre cambio clim tico o reactivar proyectos armament¡sticos como el escudo antimisiles. (Euro/QR/Po-Au-Pl/Cs-Vi-Dh/pt).
Carlos Iaquinandi Castro