La burka es una carcel andante. Estas tapan a toda la mujer, son muy pesadas y agotantes por lo que se impide que ellas se muevan cómoda y libremente. Lo único que dejan sin cubrir es una rejilla sobre los ojos, por la cual la capacidad de visión se reduce a menos de 90 grados.
En occidente que una mujer salga en tanga no es anormal y hasta muchas sociedades aceptan el toples, pero en Afganistán el solo hecho que una dama aparezca con la tez semi-descubierta es un gran atrevimiento. Después de la caída de Kabul se han visto fotografiadas a mujeres sin burka, pero los mismos periodistas confiesan que ellas se vuelven a poner éstas cuando la prensa se retira.
Formalmente la Alianza Norteña dice que no obliga a nadie a usar burka, pero en las zones que ésta controlaba desde un inicio la inmensa mayoría de las dams usaba dicho atuendo.
La situación de la mujer afgana empezó a mejorar con el advenimiento de la república en 1973 y luego en los 14 años del gobierno del Partido Democrático Popular Afgano. En ese lapso se impuls¢ la educaci¢n superior y numerosos empleos para el g’nero mayoritario. La obligatoriedad de los padres de la novia para dar dotes extraordinarios a los maridos fue
reducida. La edad m¡nima para desposarse fue subida a 14 a_os.
Sin embargo, la oposici¢n a estas reformas fue uno de los puntos de partida de la gestaci¢n de Jamiat Islami, el partido de Rabbani que controla Kabul y Herat, a inicios de los 1970s. Los otros partidos islamistas que se escindieron de ‘ste o se aliaron con Jamiat en el movimiento ‘muhad¡n’ anti-comunista ve¡an como una aberraci¢n muchas medidas modernizadoras y pro-mujeres que implementaban los gobiernos republicanos. Una de las t cticas que ten¡an era la de asesinar a maestras rurales y castigar a mujeres que no se ajustasen estrictamente a sus c¢digos machistas.
Se dice que Sayyaf, uno de los l¡deres de la Alianza Norte_a, lanzaba cido a la cara de las damas que no usasen velo.
Cuando las diversas fracciones ‘muhajedines’ se disputaban el poder afgano en 1992-96 millares de se_oras y se_oritas fueron violadas o secuestradas.
Parad¢jicamente, el acontecimiento que marca el debut talib n es cuando una treintena de estudiantes (‘talibanes’ en lengua pashto) toman las armas para rescatar a dos chicas raptadas y violadas por bandos islamistas que dirig¡an un area de Kandahar.
Los talibanes acrecentaron las restricciones que la actual Alianza Norte_a hab¡a iniciado sobre el sexo femenino. Llegaron al extremo de prohibirles estudiar o trabajar (fuera del sector salud) o salir a las calles sin burka y sin un pariente amsculino que les acompa_ase. Las ventanas de las casas eran oscurecidas para evitar que el sexo femenino fuese visto desde el exterior. Pese a lo aberrante que esto parece, tales tradiciones no eran muy dis¡miles de las de las aldeas rurarles pashtoes y en las ciudades muchos
pensaron que eran males necesarios pues, a cambio de ello, los talibanes evitaban nuevas violaciones.
Algo que se destaca en toda fotograf¡a sobre lo que pasa en Afganist n es que todas las personas que portan armas, combaten o salen a las calles a manifestarse son varones. Ni una sola mujer ha participado en las distintas asambleas de notables o reuniones de dirigentes. La ‘Loja Jirga’ que es vista como la gran panacea que reunir¡a a todos los representantes de la sociedad para designar un gobierno, no va a contar con nadie que no sea del sexo minoritario.
Muy poco se ha avanzado en este pa¡s en pro del sexo discrimado. Despu’s de la ca¡da talib n muchas mujeres empezar n a trabajar o a usar el velo en vez de la burka, pero estar n lejos de votar o ser ciudadanas plenas. Afganist n nunca podr empezar a modernizarse y reconstruirse si es que primero la mayor¡a de su poblaci¢n (las mujeres) no se organicen y se hagan escuchar.
Isaac Bigio
Investigagor y profesor de la London School of Economics &
Political Sciences.