A la cumbre de los radicales que tuvo como escenario la sede del Comité Nacional, sito en Alsina y Entre Ríos -a pocos metros del Parlamento- se acercó Fernando de la Rúa, Presidente de la Nación, que recibió tibios aplausos cuando ingresó al recinto donde sesionaba el Plenario de Delegados.
En el transcurso del encuentro, las críticas hacia el Gobierno giraron en torno al hecho de que se había alejado de las propuestas electorales que llevaron a la Alianza de radicales y frepasistas a la Casa de Gobierno, cuestionando de sumo grado al equipo económico que encabeza el derechista y ex funcionario de la última dictadura militar, Domingo Felipe Cavallo, que llegó al Gabinete el 20 de marzo pasado con la intención de darle un envión a la recesiva economía doméstica que ya entró en su cuarto año de aposentamiento.
El cierre del cónclave tuvo como único protagonista al titular del Comité Nacional y ex Jefe de Estado (1983 û 1989) Raúl Ricardo Alfonsín.
El septuagenario político, aclaró que el documento no era «contra el Gobierno» sino que albergaba «definiciones fundamentales de la posici¢n de la UCR», tratando de apaciguar el nimo de la mayor¡a de los delegados, disgustados con el accionar de la gesti¢n de De la Roa.
El ex Mandatario, recalc¢ en tres oportunidades que la actual administraci¢n «no era el culpable» de algunos de los males que aquejan al pa¡s, entre ellos la pesada deuda externa y los acuciantes ¡ndices de pobreza, que segon la oltima medici¢n del Instituto Nacional de Estad¡sticas y Censos afecta a 14,5 millones de los casi 38 millones que habitan la geograf¡a de la Naci¢n.
Para Alfons¡n «no existe otro camino para alcanzar un crecimiento sostenido que reestructurar consensuadamente el pago de la deuda poblica», y advirti¢ que, en caso de que se retrasase la reprogramaci¢n se podr¡a correr el riesgo de llegar a «una negociaci¢n no voluntaria, lo que ser¡a un desastre».
Tras ello, enfatiz¢ que «es esencial lograr un per¡odo de gracia de capital y de intereses, lo suficientemente amplio como para cumplir no s¢lo con el objetivo del d’ficit cero sino tambi’n para generar las condiciones de un crecimiento sostenido».
Y para concluir, apunt¢ que «la reestructuraci¢n es necesaria pero no suficiente para lograr el crecimiento».
El primer Jefe de Estado de este adolescente orden constitucional, fue aplaudido a rabiar por la totalidad de los asistentes, que suelen ver en ‘l el oltimo basti¢n «progresista» de la coalici¢n gubernamental.
A continuaci¢n transcribimos el documento de marras:
HACIA LA UNI.N NACIONAL
«La Argentina ha cambiado. Es otra. A casi dos d’cadas del inicio del proceso de restauraci¢n democr tica nos encontramos hoy ante tr gicos problemas.
El principal es el de la marginaci¢n y la pobreza: millones de hombres, mujeres y ni_os viven en un estado de pobreza que los empuja cada vez m s afuera del sistema y los transforma en una masa humana privada de los m s elementales derechos que debe ofrecer la democracia.
Las conquistas sociales que permitieron dignificar el trabajo y otorgaron a los ciudadanos la posibilidad de vivir de su tarea y, a la vez, sentirse miembros de un proyecto nacional con un futuro previsible, han sido avasalladas. El bien comon, como valor intr¡nseco democr tico, fue abatido por el dios del mercado.
Es indispensable concretar en la Argentina una nueva situaci¢n de aut’ntica cohesi¢n nacional con fuerte vocaci¢n integradora de la regi¢n. Para lograrlo, es imprescindible plasmar, en una convocatoria a la convergencia pol¡tica, espiritual, social y econ¢mica, un programa esencialmente transformador y emancipador, que supere los esquemas cerrados y los enfoques dogm ticos.
La asunci¢n de los derechos del hombre como valor aglutinante es lo que permitir la convergencia de hombres y fuerzas provenientes de diversas tradiciones pol¡ticas que de un modo u otro, a pesar de las discrepancias y enfrentamientos, han venido luchando por plasmar en realidades sociales los valores de la democracia, que permitieron el surgimiento de la civilizaci¢n contempor nea, que aon la sustentan y que deber n ser tambi’n los que orienten y den sentido a su futuro.
Se ha convertido a la Argentina en un mercado del que debe fluir dinero desde arcas exhaustas en un proceso que nada tiene que ver con el crecimiento, con el bienestar humano, con la solidaridad y naturalmente, con la independencia. El rumbo que se ha tomado no conduce al bienestar sino a la destrucci¢n de los principales valores que sustentaron la ilusi¢n emancipatoria de un sistema que buscaba la inclusi¢n social y que hoy expulsa a seres a los que se les niega hasta el futuro.
Debemos comprender que nuestro deber no se agota con respuestas cabales frente a episodios definidos por una agenda que casi nunca determinamos. La necesidad es inmensamente mayor y no puede limitarse a tomar posiciones correctas frente a hechos aislados. Debemos profundizar nuestras convicciones, si se quiere a trav’s de un esfuerzo filos¢fico que defina lineamientos claros que superen la coyuntura.
El onico camino es recuperar una cultura basada en la solidaridad, fundada en el respeto a la dignidad humana, en el rechazo a los privilegios, en el repudio a la indecencia y a la discriminaci¢n, en la participaci¢n que rechaza la exclusi¢n, en la defensa de la identidad nacional y cultural que presupone la igualdad de oportunidades y la movilidad social.
Hay que trabajar para concretar una uni¢n nacional, cuya magnitud y naturaleza podr observarse con el transcurso del tiempo, porque no debiera tener una extensi¢n inferior a los diez a_os para hacerla pol¡ticamente confiable y previsible en el largo plazo y en la que participen las fuerzas sociales, econ¢micas y espirituales, conjuntamente con los partidos pol¡ticos dispuestos a evitar discusiones electoralistas, para volcar las convicciones comunes en una onica empresa nacional, en el marco de las instituciones de la Naci¢n y en el respeto de las respectivas individualidades. Con esa preocupaci¢n, la U.C.R. se permite someter a la discusi¢n poblica un conjunto de ideas como un aporte al debate poblico indispensable, por lo que no ha querido considerar aspectos sectoriales, que ser n motivo de las respectivas discusiones.
EL ESTADO
Hay que reconstruir el Estado, para que est’ en condiciones de cumplir sus fines y dar respuesta a los problemas m s agudos que se presentan a nuestra sociedad. No queremos un Estado omnipresente, sino democr tico, capaz de defender el bien comon.
Hace tambi’n a una concepci¢n ‘tica convenir en que el Estado debe proteger al individuo contra la coacci¢n del poder econ¢mico y a la sociedad contra la coacci¢n de las masas si su accionar supera la legalidad. Es la protecci¢n frente a los fundamentalismos, frente a los extremismos, frente a los populismos y la violencia.
LA EDUCACI.N
Hay que garantizar la gratuidad de la educaci¢n estatal en todos sus niveles, derecho constitucionalmente consagrado que parte de la mejor tradici¢n hist¢rica que se inaugurara con las escuelas colegios y profesorados del siglo XIX y con la Reforma Universitaria de 1918. Esa educaci¢n fue uno de los factores fundamentales para que nuestra patria sea un suelo de igualdad de oportunidades y de integraci¢n social.
Sin la educaci¢n es imposible tener futuro, de ella depende el desarrollo de una cultura democr tica, la formaci¢n de hombres y mujeres aptos para dar respuestas a los crecientes desaf¡os de los cambiantes y complejos sistemas de producci¢n. Se trata de educar para la libertad y de educar para el cambio.
La democracia como cultura y como orden institucional, necesita asegurar su propia continuidad asent ndose sobre bases de desarrollo y de progreso. Estas bases, por su parte, s¢lo pueden construirse aut’nticamente en un r’gimen de libertad que garantice vastos m rgenes a la innovaci¢n y a la creatividad individuales.
LA INTEGRACI.N REGIONAL
Debemos asumir que el proceso de globalizaci¢n es irreversible y que debe ser incorporado con inteligencia en la pol¡tica de nuestra naci¢n. La globalizaci¢n se convertir en un instrumento positivo y progresista en la medida en que se transforme en solidaria.
Decir globalizaci¢n ser entonces decir sin mentir, interdependencia entre los pueblos, corresponsabilidad en la funci¢n de gobernar con equidad social, oponiendo un frente comon a la injusticia, revalorizando a la pol¡tica y a los partidos pol¡ticos como instrumentos de poder ciudadano ante la arrogancia de los mercados.
Afianzamiento de la democracia, revalorizaci¢n de la pol¡tica, alianza entre las Naciones para fortalecer nuestra identidad latinoamericana, son los principales ejes de una estrategia comon.
Una regi¢n democr ticamente fuerte en sus instituciones es una garant¡a de paz, de estabilidad y ofrece un marco apropiado para encarar las diversas necesidades sociales. En ese contexto, debe perseverarse en el impulso de una pol¡tica exterior basada en la solidaridad, la justicia universal, la defensa de la democracia y de la paz y de los derechos humanos.
En definitiva, debemos comprender, para defender el MerCoSur (Mercado Comon del Sur) que la historia demuestra que los procesos de integraci¢n, si no se sostienen en la legitimidad que otorga la activa participaci¢n de la ciudadan¡a, se estancan o fracasan. La construcci¢n de un mercado no deber¡a ser un fin en s¡ mismo. El objetivo buscado deber¡a ser que el proceso de integraci¢n contribuya al desarrollo integral: econ¢mico, ciertamente, pero adem s, social, pol¡tico y cultural.
HAMBRE CERO. GARANTIZAR UN INGRESO EN CADA HOGAR
Debemos proponernos hambre cero, es decir un ingreso digno para cada hogar. S¢lo as¡, podremos luchar contra la pobreza y la desesperanza.
Las estrategias que proponemos parte de definir los grupos sociales que prioritariamente deben ser motivo de una pol¡tica de Estado. Los programas se ir n implementando gradualmente debido a los problemas operativos y a las limitaciones de financiamiento.
El financiamiento de esta pol¡tica requiere una indispensable lucha contra la elusi¢n y la evasi¢n.
JEFES Y JEFAS DE HOGAR
Es el grupo de desempleados en peor situaci¢n. En sus hogares no s¢lo se reduce o desaparece el ingreso sino que se deteriora la salud f¡sica y ps¡quica y la integraci¢n del grupo familiar. Los jefes de hogar desocupados con hijos menores de 14 a_os rondan los 260 mil de los cuales 60 mil son mujeres. Se propone un ingreso mensual m¡nimo de 150 pesos (1 peso equivale a 1 d¢lar) y una contraprestaci¢n de 4 horas diarias de actividades sociales o formativas.
ANCIANOS, JOVENES Y NI½OS
El nomero de personas de 70 a_os sin cobertura previsional es de alrededor de 300 mil No pueden tener un beneficio menor de 100 pesos mensuales.
Son 5 millones 400 mil los ni_os menores de 15 a_os cuyos padres no reciben asignaciones familiares. Se propone, en una primera etapa, una cobertura para ni_os hasta 10 a_os de edad y un beneficio promedio de 33 pesos por hijo, adem s de las acciones que pueda realizarse en el campo espec¡ficamente nutricional y de salud.
La soluci¢n a la cantidad de j¢venes desempleados, provendr del crecimiento del pa¡s, y de la voluntad de facilitar el primer empleo, pero es necesario encontrar paliativos en la coyuntura con una mayor inclusi¢n al sistema educativo, tal como se sostiene en el apartado espec¡fico.
CORRECTO PRESUPUESTO PARA LA EDUCACI.N
Es necesario el sostenimiento del piso presupuestario actual para las universidades nacionales poblicas sin recortes ni sub ejecuciones, as¡ como la renovaci¢n del Fondo Nacional de Incentivo Docente; ambas garant¡as m¡nimas para asegurar el desarrollo de los ciclos lectivos en todos los niveles de la ense_anza.
Ante la situaci¢n fiscal por la que atraviesa nuestro pa¡s, para garantizar lo anterior, proponemos: 1- Aumento de la al¡cuota del impuesto a las ganancias y a los bienes personales a todos los contribuyentes cuya ganancia neta sujeta a impuesto y/o total de bienes sujetos a impuesto supere los 90 mil pesos o el mill¢n de pesos respectivamente. 2- Aplicaci¢n de una sobretasa a los impuestos vigentes a los objetos suntuarios.
LA REESTRUCTURACI.N DE LA DEUDA P+BLICA
La crisis econ¢mica tiene como tel¢n de fondo dos realidades. Primero, hemos perdido competitividad internacional como resultado de la devaluaci¢n de la moneda europea, del real brasile_o y recientemente de la moneda chilena. Aunque el gobierno intenta superar el problema mediante planes sectoriales de competitividad, falta, sin embargo, definir una estrategia para enfrentar la segunda realidad. Nos referimos al peso de la deuda poblica, que obliga a efectuar el ajuste interno que impide salir de la crisis. Desde fines de 1992, la deuda del Gobierno Nacional aument¢ de 62 mil 400 millones de pesos a 125 mil 500 millones en marzo de 2001. En 1992, la carga de intereses era de 3 mil 600 millones de d¢lares y s¢lo representaba la mitad de la masa salarial del Gobierno Nacional. En 2001, el pago de intereses aument¢ a 11 mil 500 millones y casi duplica la masa salarial del Gobierno.
Esta cruda realidad debilita la credibilidad de la propuesta del d’ficit cero, acrecienta la conflictividad social, tiende a desproteger a las provincias y por encima de todo, impide dar respuesta a la imperiosa necesidad de reactivar la econom¡a.
No existe otro camino para alcanzar un crecimiento sostenido que reestructurar consensuadamente el pago de la deuda poblica. Esta aspiraci¢n es hoy reconocida por los organismos internacionales de cr’dito y los pa¡ses avanzados que integran el Grupo de los 7. Ellos tambi’n plantean la interacci¢n entre la reprogramaci¢n de la deuda y el crecimiento sostenido de la econom¡a argentina.
Por supuesto, la reestructuraci¢n de los pagos de la deuda es una condici¢n necesaria pero no suficiente para lograr un crecimiento sostenido. Se requiere adem s, dar respuesta a dos asignaturas pendientes en el campo de la reforma del Estado. En primer lugar, como hemos se_alado, poner fin a la evasi¢n y elusi¢n impositiva. En segundo lugar, mejorar la eficiencia del Estado en el manejo del gasto poblico nacional y de las provincias.
S¢lo a trav’s de una acci¢n conjunta que multiplique la voluntad de cambio que exige la gente y que nosotros, los dirigentes, tenemos que tomar como bandera, podremos sacar a nuestro pa¡s de las condiciones lamentables en que se encuentra.
Y tienen que ser los que m s tienen los que m s aporten. No s¢lo por un elemental concepto de equidad, sino porque la situaci¢n es tan cr¡tica que ellos tambi’n est n siendo afectados y lo ser n aon m s si no producimos un cambio.
Buenos Aires, 31 de agosto de 2001″