Así, los futbolistas no ganan un sólo partido ni a los antaño llamados equipos chicos, pero no dejan de pasar por caja para recibir los dólares que son negados a millones de peruanos que no tienen
el privilegio de saber patear una pelota y que, en cambio, en contraposición de semejante heroica aptitud, pasaron años estudiando en las universidades para trabajar hoy detrás del volante de un taxi o vendiendo chucherías por las calles y avenidas de nuestras ciudades. Se considera pieza de recambio a un político que es el menos malo entre el resto. Vale decir, entre los pobres diablos, es el pobre diablo con mejor oratoria, mayor megalomanía aunque ahora se declare un admirador y seguidor de Kuczynski y diga que las leyes de la dictadura ya fueron firmadas y «qué se va a hacer». En el periodismo se zahiere so pretexto de una «investigación» que no investiga y que no profundiza nada. Verbi gracia: hasta hoy nadie ha condenado como debiera y con la fuerza de un vendaval el desvergonzado retorno de la venal M¢nica Delta. Todos callan, mutis por el foro, la complicidad neum tica y proditora del silencio de ultratumba. +Rabos de paja? ¥NO! ¥Rabos de dinosaurios!
Surreal, inveros¡mil, absolutamente intragable, los diez a_os de la dictadura fujimorista son una verguenza para cualquier pa¡s con la excepci¢n del Pero. Hemos tenido a un monrero como presidente. Kenya Fujimori no fue s¢lo un miserable nip¢n impostado por un yerro popular y luego fraudes sucesivos en la primera magistratura peruana, sino que protagoniz¢ el mundo al rev’s, lo negro como blanco, la delincuencia hecha doctrina de gobierno, matanza y masacre de cualquier tipo de virtud. Para ello cont¢, ¥qu’ duda cabe!, con el hamp¢n Montesinos y casi que se confundieron en una sola entidad, patr¢n-ujier-patr¢n en la d’cada infame que empezamos a superar. No s¢lo ellos, los abogados, los gerentes, los administradores, los funcionarios poblicos, los prefectos, los alcaldes, los comisarios, generales, coroneles, autoridades en general, fueron los que hicieron posible la «legalidad» hechiza de un r’gimen que exaccion¢ al Pero, vendi¢ sus principales empresas, dej ndola sin patrimonio y, lo peor, enga_aron al pueblo haci’ndole creer que los principios c¡vicos de patriotismo, amor al terru_o, identificaci¢n con su historia milenaria, deb¡an sucumbir ante la «eficiencia», la «globalizaci¢n», la «tecnolog¡a de punta». Claro, la eficiencia se ha demostrado c¢mo la t’cnica de c¢mo mejor robar; la globalizaci¢n ha sido la cobertura de cuentas secretas en el mundo abierto y que no se pueden descubrir y la tecnolog¡a de punta fue aherrumbar maquinaria para venderla como chatarra como sucedi¢ en Talara con la planta de negro de humo y la de fertilizantes que se vendieron al
peso y compradas de esa infame manera, hoy funcionando, rearmadas en Chile y en Colombia, como denunci ramos meses atr s. La mediocridad criminal de Fujimori y pandilla no fue respondida por partidos, movimientos sociales hasta que se se empez¢ a caer sola envenenada por su propia p¢cima.
Antes reinaban, el imperio de la estulticia fue por diez a_os, la constante inamovible que los peruanos debimos tragar impotentes. En buen romance: sab¡amos que eran estopidos por mediocres nuestros gobernantes, pero aon as¡ concedimos la pista libre para que hicieran lo que han hecho destruyendo al pa¡s y dejando los restos para los buitres carro_eros que quieren cambio de prisiones y reclaman por sus derechos humanos.
El c ncer llamado mediocridad ha impuesto que los peruanos acepten sin gesticular siquiera que nos parezca natural que el cargamont¢n contra el presidente Toledo sea natural y objetivo. Se atribuye a la presidencia poderes m gicos y cuando la avalancha social adviene, nos explicamos la bajada de popularidad debido a las moltiples ofertas de campa_a. Hay algo de cierto, pero tambi’n lo es que el jefe de Estado no es un hechicero y tampoco posee poderes m gicos de ninguna especie. Es un simple mortal que cede a presiones y a veces (oltimamente con mucha frecuencia) se deja ganar la iniciativa y se pasa la vida respondiendo
cuando, como jefe de Estado, deb¡a llevar la iniciativa. El se_or Toledo fue elegido por el pueblo. Sus ministros, entre los que destacan los embajadores de empresas transnacionales, Kuczynski, Da_ino, Diez Canseco y Quijandr¡a, no han sido elegidos por voto popular pero s¡ pueden -y deben- ser fulminados de la escena poblica por los desmanes que protagonizan y por su transnacionalismo a ultranza. ¨Puede o debe el mandatario comprender semejante distorsi¢n pol¡tica? ¥Claro que s¡! ¥Y tiene que hacerlo pronto! Ganar la iniciativa, comandar la nave del Estado, poner en su sitio constructivo a militares insolentes que acaso no comprenden aon la herida terrible que se hicieron a s¡ mismos y al pa¡s, comprometi’ndose en la corrupci¢n, gobernar en pocas palabras. Y para ello acaso tenga que prescindir de mediocres ortodoxamente estopidos que no distinguen un celular de un preservativo. N¢tese, el
jefe de Estado acusa golpes y est a la defensiva. ¨Para eso fue elegido en olor de multitud? Creo que es todo lo contrario. Para ello debe saltar la valla infame de una mediocridad que no puede inundar los pagos que tienen que orientar al pa¡s. Reitero: nadie puede pedir soluciones
inmediatas, pero agarrar al r bano por las hojas, es el principio de la resoluci¢n de cualquier problema.
Incre¡ble pero cierto y hasta Ripley se asombrar¡a de c¢mo es que ministros y parlamentarios se enfrascan en broncas interminables que acabar¡an con disculpas y una buena empantalonada por parte de todos los actores de este sainete rid¡culo que amenaza con tumbarse a tres ministros. El uno, el de Defensa, parece un buen hombre, pero su salud
est a ojos vista, mellada. ¨Qu’ hace en un puesto de tanta
responsabilidad y para el que no tiene condiciones de ninguna especie? El de Justicia es un dicharrachero conocido y persigue un plan pol¡tico harto conocido. Est en su derecho, me pregunto +si no ser¡a mejor que lo haga con su dinero y no con el de los peruanos? Y el otro es un
acad’mico metido a dar lecciones de estrategia cuando de lo que se trata no es eso sino garantizar la paz interna y para ello hay que lograr un acuerdo pol¡tico entre todos los grupos en contienda. As¡ evitar¡amos marchas violentas o de consecuencias r¡spidas que no ayudan a ninguna clase de concertaci¢n. De paso, hay que destacar, la emocionante defensa que de s¡ mismo hizo Risco. Es un sindicalista a troche y moche. ¨Ser muy dif¡cil que todos se allanen a un acuerdo y as¡ emparejen el piso?
El c ncer de la mediocridad ha entronizado groser¡as como aquella de la «hora peruana». A nadie sorprende llegar tarde porque se toma como una picard¡a y se arregla con una sonrisa sin verguenza. Se dice: «todos los gobiernos roban» cuando la composici¢n sola de la sentencia implica un crimen contra los derechos humanos de 25 millones de peruanos. Cuando el gobierno roba, lo hace a sus gobernados. +A qui’n si no es a ellos, afecta esa felon¡a? En Chile, durante su mandato el Paleta Alessandri, se iba del Palacio de La Moneda a su casa en la Plaza de Armas (a 6
cuadras) caminando y sin escolta. +Tan dif¡cil imitar lo bueno y honesto? Quien roba aqu¡ es un vivo, en cambio el honesto, es un idiota.
La mediocridad ha invertido valores y subvertido la aspiraci¢n a vivir bien, con bienes materiales y tambi’n pagas decentes para brindar la apariencia de vivir m¡seramente como lo hacemos es normal y aceptable.
¥Pamplinas!
Hay que terminar con el c ncer de la mediocridad, pero la caridad empieza por casa. +No cree el presidente Toledo que es hora de barrer un poco la casa y con ese paradigma empezar a exigir lo propio en el resto del pa¡s? El c ncer de la mediocridad no puede -ni debe- ser meno cotidiano del Pero. Si queremos salir y abandonar los trillados caminos
de la cultura de alcantarilla, hay que empezar y no hay segundo que perder. Para eso y no para otra cosa es que el pueblo vot¢ por Toledo porque abominaba y odia el largo tonel de oprobio que fue la dictadura delincuencial de Kenya Fujimori, mafioso de mafiosos, basura terrenal deleznable, tr nsfuga de novena categor¡a.
Herbert Mujica Rojas
hmujica@bigfoot.com