El partido de Chirac (RPF) obtuvo apenas 5,5 millones de votos perdiendo la mayor parte de sus doce millones de electores que le respaldaron en la primera vuelta de las presidenciales pasadas (1995). Chirac es el primer candidato que gana una primera ronda francesa sin si quiera haber llegado al 20% de los votos válidos. Seis de cada siete electores franceses no votaron por él.
Sin embargo, en las dos semanas que median hasta el 5 de mayo él puede revertir la situación y ser el primer presidente europeo nominado con unos veinte millones de votos.
El hecho que Le Pen y no Juspin se haya convertido en su contricante final ha de permitir a Chirac una serie de ventajas. En una confrontación entre el presidente y el premier Juspin, Chirac sabe que no tendría todas las de ganar. Las 8 candidaturas de izquierda sumaron un 44% de los votos. De acuerdo a Le Monde en 1995 Juspin fue apoyado en la segunda vuelta
por un millón de quienes votaron por Le Pen en la primera vuelta y unos 800,000 de quienes previamente votaron por otros candidatos derechistas. En el 2002 el premier pudo haber sido un duro rival contra el presidente pues muchos lepenistas y centro-derechistas hubiesen preferido apuntalarlo contra el desgastado Chirac.
Chirac no solo tiene hoy el éxito asegurado sino que va a lograr ser nominado en base al apoyo de sus tradicionales oponentes (la izquierda). El ahora cómodamente puede rechazar un debate con su contrincante y promover que esta segunda vuelta se convierta en un pleibiscito a favor o en contra de la xenofobia. Chirac no tiene que prometer nada y solo tiene que decir una sóla cosa: Le Pen es lo peor que le puede pasar a un país civilizado y mientras él saque más votos peor sera la derrota del racismo.
Chirac había llegado a los comicios del 21 de abril con un amplio desgaste y con numerosas acusaciones de corrupción. Posiblemente ningún politico europeo ha estado tanto en la escena pública como él. Hace 40 años llegó a ser ministro y hace 28 años llegó a ser el primer ministro, cargo que volvió a ocupar en 1986. Fue electo alcalde de París en 1977, 1983, y 1989.
Ha participado en 6 elecciones presidenciales (las dos rondas de 1988, las de 1995 y las actuales). Ha sido presidente galo en el último septenio y amenaza con durar un docenio.
Ahora hasta el procurador que ha querido encarcelarlo por acusaciones de inmoralidad llama a votar por él contra Le Pen. En las calles decenas de miles corean: ‘votar por el ladrón y no por el fascista’.
Chirac tiene una gran oportunidad. Ha logrado sacar a sus rivals socialistas de la ronda final y será electo con sus votos. Se está convirtiendo en el candidato de la unidad nacional francesa. Todo aquel francés que no quiere regresar a la época de la republiqueta fascista de Vichy está presionado para respaldarlo el 5 de mayo.
Con ese tremendo caudal Chirac podría intentar lograr un gobierno relativamente homogéneo. Uno de los problemas que ha tenido Francia es el de la cohabitación entre un presidente y un primer ministro de bandos contrapuestos. Chirac fue primer ministro de un presidente socialista con el que constantemente tenía roces. Cuando llega a la presidencia se vio obligado a dejar que en los últimos 5 años sus contricantes socialistas, comunistas y verdes controlen el gobierno, en el cual no habían ministros de su propio partido.
Chirac quiere aprovechar el momento para que en las eleccions legislativas de junio la centro-derecha gane de tal manera que se pueda garantizar un primer ministro y un gabinete afin a sus ideas.
Un grave problema consistiría para Chirac el que en las parlamentarias el Frente Nacional logre conseguir un significativo número de diputados que les coloque como una cuña que sea quien pudiese terciar, o que una izquierda reunificada logre aprovechar la ola anti-racista para sacar una primera mayoría obligando a una nueva cohabitación.
Chirac necesita aprovechar el pleibiscito contra Le Pen para construir una mayoría parlamentaria. Sus intentos de conformar una coalición por una mayoría presidencial no son bien vistos por los otros candidates de la centra-derecha. Si Chirac lograse un parlamento afin tendría dos opciones: mantener la actual política económica y social con algunas modificaciones o ir hacia un ajuste liberal.
El Wall Street Journal le está pidiendo a Chirac que sea capaz de optar por esta última salida. Tras usar a le Pen para barrer a la izquierda ellos quisieran que Chirac se convierta en la version gala del thatcherismo. Sin embargo, el actual presidente tiene una tradición distinta a la de la dama de hierro. A diferencia de ella que es hostil al euro, Chirac es uno de los más grandes eurofilos de la derecha. El presidente que en su juventud distribuía propaganda comunista es un centro-derechista influido por la socialdemocracia y acostumbrado a cogobernar con ésta.
Isaac Bigio
Profesor en la London School of Economics