En cambio, la primera vez que llegó a este cargo lo hizo en 1995 cuando gran parte de los 4,5 millones de personas que votaron por la ultra-derecha en la primera vuelta le respaldaron para frenar al socialista Jospin quien ganó en la primera ronda pero perdió en la segunda por apenas 1,6 millones de votos.
En Francia hay oficialmente unos 40,8 milones de ciudadanos aptos para votar. En la segunda vuelta presidencial del 5 de mayo votaron unos 32,5 millones, de los cuales 25,2 lo hicieron por Chirac, 5,5 por Le Pen y 1,8 en blanco/nulo.
Estos resultados contrastan ampliamente con los de la primera ronda. El 21 de abril solo votaron 29,3 millones, de los cuales un millón votaron blanco/nulo. Chirac ganó con apenas 5,6 millones de votos y Le Pen salió segundo con 4,8 millones.
Si se detiene en analizar las cifras se verá que la extrema derecha no ha podido captar nuevos votos. La diferencia de lo que Le Pen obtuvo entre ambas vueltas es únicamente 700,000 votos, que casi equivale a los 665,000 sufragios que consiguió Bruno Méret, el ex-número dos del Frente Nacional que decidió corer por su propia cuenta en la primera vuelta pero llamó a votar por su anterior partido ultra-derechista en la segunda.
Chirac quintuplicó su votación, pero los casi 20 millones de franceses que solo le apuntalaron en la segunda vuelta pertenecen a un abanico muy diverso de fuerzas. El presidente fue reelecto captando el grueso de los casi 3 millones de franceses que, después de no haber sentido mayor interés en votar en la primera vuelta, se movilizaron para detener a Le Pen en la segunda. También fue apoyado por el grueso de los 5 millones de votos de quienes en la primera vuelta votaron por otros candidatos derechistas o tradicionalistas, así como por la casi totalidad de los 9,2 millones que votaron por los 5 candidatos de la > ‘> izquierda plural> ‘> y por la mayoría de los 3 millones que respaldaron a los trotskistas en la primera ronda.
Es decir, que la mayor parte de los 25 millones que votaron por Chirac en la ronda final no son votantes de centro o derecha (la misma que adquirió entre 10 y 11 millones en la primera ronda) y que el mayor afluente de personas que le respaldaron están entre los 12 millones que votaron por la izquierda el 21 de abril.
Al haber transformado la segunda vuelta en un referéndum a favor o en contra de Le Pen, Chirac mató varios pájaros de un solo tiro. De ser el candidato que haya ganado una primera vuelta presidnecial francesa con el porcentaje más bajo (menos del 20%) se convirtió en el candidato que haya vencido la segunda vuelta con el porcentaje más alto (82%). Logró desplazar a su contrincante socialista y reunir a la centro-derecha tras él con lo cual puede pretender querer ganar las legislativas del 9-6 de junio con tanta fuerza que le permita hacer un gabinete propio y evitar volver a nominar a un primer ministro de la izquierda.
También ha logrado un efecto contradictorio en sus adversarios izquierdistas. Si en la primera ronda la izquierda se presentó dividida en 8 candidaturas, esta vez ésta se unió pero tras su viejo enemigo.
La extrema izquierda no ha quedado bien parada el 5 de mayo. Dos semanas antes había sorpendido captando 3 millones de votos, triplicando la votación de su principal rival en los sindicatos (el Partido Comunista) y convirtiéndose en la primera fuerza electoral marxista europea. Esta había sido uno de los pilares en las marchas callejeras anti-Le Pen que transcurrieron a diario entre ambas vueltas. Sin embargo, los trotskistas no pudieron mantener su propio perfil en la vuelta final, lo mismo que a la postre puede incidir en mermar sus chances electorales para las parlamentarias de junio. De los 3 candidatos de esa corriente solo Arlette Laguillier de Lucha Obrera llamó tardíamente y sin mucha convicción a votar blanco/nulo en el segundo turno, mientras los otros dos candidatos de la Liga Comunista Revolucionaria y del Partido de los Trabajadores llamaron a votar contra Le Pen dejando abriendo la posibilidad de votar por Chirac.
El voto blanco/nulo casi se duplicó en la segunda vuelta, pero los 800,000 ciudadanos que decidieron votar por ninguno de los candidatos representan la mitad de los electores del único partido que llamó a dar dicha respuesta (Lucha Obrera) y a menos de un tercio de la extrema izquierda.
Dentro de un mes se realizarán las legislativas francesas en dos turnos. En ellas se decidirá quien controlará al parlamento y por ende debería hacerse cargo del gabinete.
Los socialistas piensan que en junio se dará la tercera vuelta que podría ponerlos a ellos en condiciones de elegir al nuevo primer ministro. Sondeos publicados en Le Monde indican que para la primera ronda de las llegislativas del 9 de junio la izquierda podría aglutinar un 41%, la derecha 37%, la ultra-derecha 16%, la ultra-izquierda 1.5% y otros un 4.5%. Sin embargo, en la segunda vuelta legislativa del 16 de junio es donde se definirá quien pueda ganar la mayoría de los 577 escaños. Diversos sondeos indican que la centro-derecha podría conseguir unos 300 curules con los cuales podría asegurar una mayoría y que los extremistas de derecha e izquierda apenas lograrían elegir escasos parlamentarios.
Ese viejo zorro de la política que es Chirac anhela pode rmaniobrar entre uno y otro campo para sobrevivir y aplicar su programa. Pese a que hoy sostiene que él jamás podría debatir con Le Pen y menos aún co-gobernar con él, ya ha empezado a tartar de disminuir su influencia tomando partes de sus discursos pues ahora Chirac habla de tomar una línea dura contra la delincuencia y la inmigración. Transformando al Frente Nacional en un cuco ha logrado empujar a la izquierda hacia la derecha y atraer votos de la mayor parte de quienes se reclaman comunistas revolucionarios.
Isaac Bigio
Profesor de la London School of Economics