Sin embargo, para los sindicatos esas políticas están levando a despidos y cierres de hospitales y escuelas y a que lo que rija los servicios sociales sea la sed de lucro y no los intereses de los usuarios.
Otro punto candente es el de una eventual guerra sobre Irak. Màs de 50 parlamentarios laboristas votaron contra el Informe Blair sobre Irak.Un 75% de la opinión pùblica se muestra hostil a dicha intervención.
El laborismo ha sido históricamente un partido asociado al pacifismo y en los setentas solía plantear el desarme unilateral. Sin embargo, desde que ellos han llegado al gobierno en el último quinquenio, Gran Bretaña ha librado 4 guerras. Dentro del partido se cuestiona a Blair de ser un ‘puddle’ de Bush. Algunos parlamentarios oficialistas sostienen que podrían apoyar una guerra contra Irak siempre y cuando lo resolviese la ONU y se diese multi-lateralmente. Otros sectores se oponen a cualquier guerra pues afirman que el interés de por medio es el petróleo.
Los resultados de las elecciones alemanas, donde la socialdemocracia retuvo el poder en base a un discurso anti-militarista, y de la marcha anti-guerra masiva del 28 de septiembre, donde 400,000 personas coreaban consignas para parar cualquier ataque a Irak, han mostrado impacto sobre el laborismo.
El gobierno considera esencial derrotar militarmente a un gobiuerno que est’a fabricando armas de destrucción masiva. Para algunos congresistas laboristas el informe Blair ha mostrado que Irak apena sposee 20 misiles (ninguno de ellos puede tocar Europa), ninguna planta nuclear y menos armas químico-bacteriológicas que las que tenía cuando era aliado occidental. Una guerra contra Irak, sostienen, desestabilizaría el medio oriente, podría generar ataques terroristas contra el Reino Unido, crearía problemas con los musulmanes dentro y fuera del país, dividiría a la Unión Europea y haría que el país pierda autonomía ante la presión de unos EEUU interesados en intervenir en otros países.
En el primer día de la conferencia un programa de Canal 4 mostraba los argumentos en pro de atacar a Irak. El presentador era un periodista musulmán que sostenía que Occidente cometió el error de dar armas (incluyendo las de destrucción masiva) a Hussein cuando éste asesinaba con gases a su población kurda o era responsable de la muerte de dos millones de iraníes e irakíes. Después de haber apoyado a Hussein, occidente dejó que Saddam masacrase al levantamiento de kurdos y chiítas que s eprodujo cuando Irak perdió la guerra de 1991. El argumento pro-guerra es que occidente debe redimirse de su error derrocando a quien apuntaló en el poder y de esta manera haciendo que Irak vuelva a ser una democracia.
Los oponentes a un ataque contra Irak sostienen que las potencias que antes ayudaron a Hussein nunca van a anteponer los intereses del pueblo irakí. Tras los intereses guerreristas, afirman, esta el poderoso ‘lobby’ militarista de los EEUU así como de las petroleras que quieren tener acceso al segundo yacimiento de oro negro más grande del medio oriente.
Blair está decidido a seguir con su agenda. Para él es clave mantener la alianza privilegiada con los EEUU y estructurar un eje que pudiese controlar a los estados paria que desestabilizan al mundo.
Lo interesante es que en la cuestión de la guerra contra la Irak o en la de plantear el apoyo privado a los servicios sociales, Blair puede tener a la oposición conservadora de su lado. En cambio, en esos 2 temas claves hay mucha gente de su lado que està en oposición.
Un año después de la guerra contra Afganistán: la economía se ‘narcotiza’
A un año del inicio de la guerra contra Afganistán uno de los efectos más resaltantes del nuevo país es la acelerada recuperación económica de la que fuera su principal materia de exportación: el opio.
El país que más bombardeos ha sufrido en este milenio no tiene mayores riquezas. Apenas exportaba 70 millones de dólares anuales. En lo único que fueron potencia fue en el de la producción de heroína (70 al 90% del opio mundial se cultiva en Afganistán).
Especialmente desde la salida de las tropas soviéticas (1989) las mafias que producían y transportaban la heroína fueron creciendo. Occidente y sus aliados apuntalaron a la guerrilla fundamentalista contra Moscú a pesar que ésta se financiaba con el narcotráfico.
En 1999 Afganistán produjo 4,600 toneladas de opio. Luego de llegar a ese pico, los talibanes iniciaron un programa de eliminación forzosa de la siembra de amapola. En 2001 la producción de opio bajó a sólo 170 toneladas anuales: una caìda de màs del 95%. Ninguna otra nación había logrado semejante erradicación. Ello se logró sin participación de la DEA o altas tecnologías.
Las zonas donde el cultivo del opio crecía era en las controladas por la pro-occidental Alianza Norteña. Ahora que ésta y otros caudillos militares han tomado el poder, el narcotráfico se ha convertido en la mayor fuente de ingresos.
Según el diario inglés ‘The Independent’ un año después de la intervención estadounidense en Afganistán este país está produciendo entre 1,900 y 2,700 toneladas de opio. Una nación controlada por los más sofisticados ejércitos occidentales ha vuelto a convertirse en quien prevee de heroína al mundo. El negocio de esta droga genera decenas de miles de millones de dólares anuales, pero probablemente ni el 1% se queda en ese empobrecido país.
La política exterior norteamericana muestra contradicciones. Por un lado invierte millones en enviar armas y efectivos a reprimir guerrillas acusadas de alentar al narcotráfico. Por otra ha arrasado al gobierno que más resultados tuvo en parar la mayor parte de la producción global de heroína.
Isaac Bigio
Profesor de la LOndon School of Economics