Los dos partidos que monopolizaban la segunda vuelta (el Socialista y los gaullistas de la Asamblea por la República, RPF) han perdido millones de votos. El Partido Comunista, que otrora fuese la fuerza con más número de militantes y aliadoindispensable de los socialistas) ha quedado diezmado.
Si se examinan con detenimiento los resultados se verá que Jean Marie Le Pen obtuvo 4 791 750 votos, una cifra similar a los 4 571 138 votos que consiguió en las presidenciales pasadas de 1995. El Frente Nacional ha obtenido unos 220,000 sufragios más que hace 7 años. Se podrá decir que el caudal electoral de la extrema derecha nacionalista habría crecido ligeramente más pues un disidente del lepenismo, Bruno Méret recibió 664 836 votos. Los ultra-nacionalistas habrían recogido, en el major de los casos, un quinto más de papeletas que en el septenio anterior.
En 1995 Le Pen con un número similar de votos del que obtuvo en el 2002 apenas llegó cuarto. Entonces el socialista Leonel Jospin ganó la primera vuelta con 7 098 191 votos y los partidarios del general De Gaulle, la Asamblea por la República (RPF), se presentaron divididos. Jaques Chirac recibió 6 348 696 votos y Edouard Balladur 5 658 996.
Jospin no sólo no volvió a encabezar la ronda inicial y que fue desplazado de la contienda final, sino que perdió unos dos millones y medio de votos.
Chirac logró vencer en el segundo turno gracias a los votos de Balladur y Le Pen. Esta vez Chirac se dió el gusto de salir primero en la vuelta inicial y de eliminar de la vuelta final a su anterior rival socialista. Ahora buscará ser reelecto apelando a la mitad del electorado izquierdista que en 1995 votó contra él y en oposición a la extrema derecha que en 1995 le ayudó a llegar al poder.
Mas, el Chirac que triunfó en la ronda inicial lo hizo con menos de 800,000 votos que los que obtuvo en dicha misma vuelta en 1995. Es mas, si hoy el RPF se reunificó y Balladur apuntaló a Chirac, la mayor parte de los doce millones que en 1995 votaron por una d elas dos alas de este partido ahora se negaron a seguir votando por él. Seis y medio millones de franceses que en 1995 votaron por alguna de las dos fracciones del RPF hoy se negaron a volver a votar por ese partido reunificado. Un 55% de sus anteriores electores le dieron la espalda.
Quien más ha perdido ha sido el Partido Comunista. En los cuarentas era el principal partido de la izquierda francesa y aglutinaba un quinto del electorado. Hssta los sesentas solía ser el principal partido de la izquierda. En las presidenciales pasadas (1995) su candidato Robert Hue tuvo 2 632 936 votos y en abril 2002 él mismo apenas consiguió 959 328 votos. Los antiguos amigos de Moscú han perdido más del 60% de su electorado.
Le Pen captó apoyo en algunos antiguos electores de la derecha o la izquierda. Muchos de quienes antes votaban por Balladur, en cuyas filas habían admiradores de Petain (el mariscal francés que capituló con Hitler) podrían sentirse influidos por la xenofobia lepenista.
Una gran parte de quienes antes sufragaban por los partidos tradicionales decidieron abstenerse. En 2002 se ha dado el mayor ausentismo en cualquier primera vuelta francesa. Los ciudadnos que no acudierona las urnas son 11,5 millones, tres millones m> ás que en 1995. El ausentismo es mayor que toda la > ‘> izquierda plural> ‘> reunida, o que la de la suma de las dos candidaturas que entran a la recta final.
Los votos blancos y nulos crecieron del 2.8% en 1995 al 3.5%.
Tres de cada cuatro franceses considera que no hay mayores diferencias entre el presidente Chirac y su premier Juspin. Casi uno d ecada tres ciudadanos no sintieron mayor impulso de votar por la descepción del gobierno de cohabitación.
En 1995 la derecha tuvo tres candidatos (Chirac, Balladur y Philippe de Villiers) quienes sumaron trece millones d evotos. Esta vez además de Chirac estuvieron pequeñas candidaturas que no llegaron ni a los dos millones de votos. Esta vez sólo Chirac volvió a competir avalado por Balladur, y François Bayrou, Alain Madelin, Corinne Lepage y Christine Boutin se presentaron enarbolando posiciones conservadoras o liberales. La suma de esas candidaturas de derecha representa casi cuatro millones menos que en 1995.
Saint-Josse Jean y el ex-ministro socialista del interior Chevènement levantaron movimientos que se oponía a los extremismos y que trataron de canalizar apoyo en ambos campos. Allí emigraron muchos votos de la vieja derecha como de los socialistas.
Los socialistas perdieron algunos votos frente a sus aliados verdes y del Polo Republicano de Chevénement.
El mayor crecimiento porcentual lo tuvieron los trotskistas. En los ochentas éstos usualmente aglutinaron un 2% del electorado. En 1995 Arlette Laguillier de Lucha Obrera fue la única candidata trotskista sorprendiendo con un millón y medio de sufragios. Esta vez Laguillier sacó más votos y se presnetaron dos nuevas candidaturas trotskistas. La suma de ellas es de unos tres millones de votos: el doble que en 1995.
Los socialistas le echarán la culpa a los demás izquierdistas que por insistir en sus candidaturas propias le impidieron tener el uno por ciento de más necesario para sobrepasar a Le Pen. Los verdes, los radicales y el Partido Comunista son sus aliados gubernamentales en la izquierda plural. En ellos debe haber un sentimiento de culpa. En el PC el mea culpa debe ser muy fuerte pues por insistir en su candidatura no sólo arruinaron la posibilidad que los socialistas , de los cuales son socios desde hace tres décadas, llegaron a la vuelta final sino que conllevaron a que por primera vez el PC baje del 3,5% de los sufragios.
La extrema izquierda sabe que ha trepado del 5% al 11% y que podría canalizar parte del abstencionismo. Para ellos la culpa que Jospin no haya llegado a la recta final no se debe a ellos sino a su política de adaptación a la derecha y Chirac. Eso les enajenó votos y potenció a Le Pen.
Mientras la izquierda plural está llamando a votar por Chirac para detener a Le Pen, la extrema izquierda afirma que el lepenismo se ha mantenido por que Chirac le ha alentado al patrocinar una dura política anti-migratoria y por que Juspin ha seguido la agenda de privatizaciones del presidente. Para ellos la única forma de derrotar al racismo consiste en producir grandes marchas y una abstención aún mayor en rechazo no sólo a Le Pen sino a lo que ellos ven como el racismo oficial entrecortado de Chirac.
El cataclismo francés asusta a muchos por que ha puesto a Le Pen en primera plana. Mas, esto se debe mas que a virtudes propias al desgaste de los partidos tradicionales.
La crisis del sistema partidario galo ha generado una explosión de 16 candidaturas presidenciales, que ninguno de los partidos tradicionales haya aglutinado al quinto de los votos, a que el ausentismo se haya masificado, a la expansión de numerosos mini-partidos y al crecimiento de ambos extremos.
Por primera vez desde la época en la cual fue derrocado el fascismo una democracia imperial quedará polarizado entre un aspirante de derecha y uno de extrema derecha. La derecha tratar> á de utilizar el rechazo a la xenfobia para consitar la unidad nacional tras ella y que la izquierda se le siga asimilando. La extrema izquierda buscará polarizar la confrontación diciendo que la única manera de parar a los racistas es con grandes acciones calljeras y una revolución. La izquierda plural al tratar d ehacer un bloque con Chirac no sólo quisiera detener a Le Pen sino también los radicales de izquierda. Su objetivo es tratar de convencer a las mayorías que sólo con una concertación con la derecha democràtica sería posible detener el avance lepenista.
La élite política francesa estaba convencida que no había otra opción posible mas que un enfrentamiento final entre los mismos contendientes de 1995: Chirac y Juspin. Dos días antes de los comicios del 21 de abril el semanario Le Point.
Este hecho ha producido una cadena de marchas y enfrentamientos callejeros. Los partidos de la co-gobernante izquierda plural llaman a votar por el presidente Chirac con el cual han cohabitado en el poder en el ultimo quinquenio.
Isaac Bigio
Investiga y enseña en la Escuela de economía y ciencias políticas de Londres