Mientras que Le Pen apenas ha conquistado 200,000 votos más de los 4,500,000 que obtuvo en las presidenciales de 1995, los trotskistas franceses han duplicado su votación, subiendo del 5% en 1995 al 11% en el 2002. Las 3 candidaturas trotskistas que compitieron en la primera ronda gala del 21 de abril han obtenido sumadas 3 millones de votos. Por primera vez una corriente que hace una década era relativamente marginal ha triplicado la votación del Partido Comunista Francés.
Si estas 3 candidaturas se hubieran unido y tal vez atraído al electorado del PC, bien pudieran haber podido competir con Le Pen y Juspin y haber sido ellos quienes hubiesen llegado a la segunda vuelta.
EL DECLIVE DE LOS PARTIDOS COMUNISTAS OFICIALES
Después de la caída del bloque soviético todos los partidos comunistas occidentales han tendido a retroceder. Sin embargo, los trotskistas, quienes fueron una fuerza marginal dentro del comunismo mientras el Kremlin tendía a ser la voz cantante en ese movimiento, ahora estarían reflotando y tras los comicios galos se han convertido en la primera fuerza dentro del alicaído comunismo occidental que llega a recibir el respaldo electoral de 3 millones.
Esto debe generar un impacto dentro de quienes se reclaman marxistas. Desde 1989 la socialdemocracia ha tendido a ir abandonando todo cuanto ha podido de sus rezabios marxistas y el viento ha soplado en pro de quienes proponen liberalizarla tras la ‘tercera vía’ de Blair. Los Partidos Comunistas, descepcionados del modelo de partido único que apuntalaron, han ido abandonando sus viejas tesis en pro de la revolución violenta y la dictadura del proletariado y habían venido adoptando la necesidad de perfeccionar (y no destruir) las democracias de mercado.
Desde la caída del muro de Berlín el grueso de los Partidos Comunistas europeos cambió su nombre o su estrategia. Todos los antiguos partidos oficiales de gobierno en el este abandonaron el rótulo comunista a excepción del checo y de algunas ex-repúblicas soviéticas. El PC checo se había mantenido en una constante oposición apoyada por un 10 al 12% del electorado y los comunistas en Rusia y Ucrania tuvieron un repunte electoral. En Moldova ha sido el único caso donde volvieron al gobierno por la vía electoral, aunque ello no ha marcado mayor impacto internacional.
En la Unión Europea todos los partidos comunistas han venido operando cierto retroceso. En Italia, Francia, España y Portugal los PCs llegaron a ser partidos claves en el proceso político. En Italia eran apuntaldos por un tercio del electorado y en Francia por más de un cuarto. En los dos países ibéricos jugaron un rol clave en la lucha contra el fascismo y la democratización. Mas, todos esos partidos han perdido millones de apoyantes.
El PC Italiano se dividió y su mayoría abrazó la internacional socialdemócrata. La minoría que se negaba a abandonar el emblema de la hoz y el martillo formó el Partido de la Refundación Comunista, el mismo que bajó del 8.5% a alrededor del 5% en las últimas elecciones italianas (mayo 2001).
El PC Francés ha bajado desde haber ganado las elecciones parlamentarias galas en la primera década de la postguerra con el apoyo de un cuarto de los votantes, hasta el 3,5% obtenido en el 2002.
El PC Español se presenta aliado con otras fuerzas dentro de la Izquierda Unida y apenas consiguió el 5,5% en las parlamentarias de marzo 2000. En las presidenciales portuguesas de enero 2001 António Simões de Abreu del PC obtuvo el 5.1%.
Los resultados franceses no sólo han causado un shock dentro de los partidos tradicionales sino que terminarán remeciendo a la izquierda europea y la llamarán a muchos a replantearse el proceso de progresiva adaptación que habían teniendo hacia las democracias liberales.
EL ASCENSO DEL TROTSKISMO FRANCES
Mientras los comunistas y socialistas habían buscado potenciarse moderando sus discursos y cohabitando con la derecha republicana, los trotskistas se han potenciando levantando el discurso revolucionario que ellos estaban desdeñando como anticuado.
La extrema izquierda europea siempre había tenido una incidencia relativamente marginal. Después del radical Mayo 68 francés el major resultado que llegaron a tener fue en Italia donde Democracia Proletaria se acercó al 5%. Mas, este bloque apenas consiguió atraer a menos de la quinta parte de quienes votaban comunista, y su nivel de oposición al PC oficial no era tan frontal como el de los trotskistas.
En los setentas donde mejor llegaron a colocarse fue en Italia donde Democracia Proletaria. Hoy Arlette Laguillier se ha convertido en la candidata presidencial comunista más votada de Europa. Su prédica se basa en proponer una nueva revolución violenta socialista haciendo renacer a los consejos obreros de la década de los veintes. Su Partido, la Unión Comunista Internacionalista/ Lucha Obrera, sostiene que el comunismo cayó en el este por que no fue tal. En vez de haber implantado una dictadura del proletariado lo que hubieron fueron dictaduras stalinistas sobre el proletariado. Para ella no solo que no se debe votar por Chirac para detener a Le Pen sino que también está vetado votar por los socialistas acusados de ser otro partido capitalista que debe ser derrocado.
El segundo candidato marxista francés más votado ha sido un jóven de 27 años, quien encabeza la Liga Comunista Revolucionaria, la sección oficial de la Cuarta Internacional quien propone formar un partido mundial para fomentar revoluciones anti-capitalistas. El candidato trotskista menos votado fue el del Partido de los Trabajadores, la corriente cuarta-internacionalista más moderada y de cuyo seno emergió el mismísimo premier Juspin.
Los comicios galos han mostrado un significativo realineamiento dentro del movimiento comunista. Desde que Trotski fue desplazado del poder soviético por Stalin sus partidarios siempre tuvieron pocos nichos para poder crecer. La Oposición de Izquierda animada por quien fundó el Ejército Rojo ganaría algunos cuadros de los Partidos Comunistas en las décadas de los veintes y treintas. Solamente en dos países latinoamericanos lograrían atraer a alrededor de la mitad de la militancia de los partidos comunistas: Chile y Cuba. Mas, en ambos países los trotskistas acabarían siendo absorvidos por los movimientos nacionalistas de Grau San Martín y Grove y desplazados por los comunistas oficiales. En Ceylán y Bolivia los trotskistas llegarían a convertirse en partidos con fuerte influencia laboral beneficiándose del hecho que ellos nacieron allí antes que los stalinistas. Al final de la segunda guerra mundial la Cuarta Internacional, fundada por Trotski un año antes que se iniciara esa confrontación, llegó a tener mucha fuerza en Grecia y Vietnam pero los stalinistas los persiguieron como lo hicieron durante la guerra civil española.
La única gran oportunidad que tuvo la Cuarta Internacional para haber tomado el poder fue en la revolución boliviana producida exactamente 50 abriles antes del terremeto electoral francés del 2002. Sin embargo, los trotskistas bolivianos prfierieon apoyar al gobierno nacionalista de Paz Estenssoro buscando izquierdizarlo. Con ello perdieron su propia identidad y terminaron siendo absorvidos por el MNR. El fracaso de 1952 conllevó a que la cuarta internacional empezara a fraccionarse y marginalizarse.
Salvo Bolivia y Ceylán donde el trotskismo tenía muchas tradiciones sindicales, esta corriente mantuvo algunos centros en Francia, Gran Bretaña, EEUU, Argentina, Brasil y México. En ninguno de esos países superaba el 2% del electorado y en diversos momentos actuaron como alas de partidos más grandes. En 1978 el trotskismo dió una sopresa en las constituyentes peruanas donde Hugo Blanco obtuvo un 9% de los votos. Tras haber encabezado una Alianza Revolucionaria de Izquierdas (ARI) que amenezaba con aglutinar más del quinto dele elctorado peruano, los trotskistas abandonaron ésta y luego fueron ultra-minimizados por el crecimiento de la Izquierda Unida y Sendero Luminoso.
Desde que Stalin logró ganar a los principales partidos comunistas a la obediencia de Moscú nuncaantes los trotskistas habían sido capaces de sobrepasar la influencia de un fuerte partido comunista nacional y menos aún de uno de los más grandes del mundo capitalista, como fue el de Francia.
EL IMPACTO
Los resultados franceses ponen a lo que fuera una corriente relativamente marginal dentro del comunismo como la principal fuerza electoral marxista occidental. Ello tendrá una incidencia en otros países. El Partido Socialista Escocés, el ente que reune a los trotskistas de ese país británico, se ha convertido en la quinta fuerza escocesa aglutinando un 5% del electorado de esa nación y un 10% del de Glasgow. En Argentina los trotskistas se han convertido en la principal fuerza de la izquierda y en los últimos comicios han aglutinado una décima parte de los votos de Buenos Aires.
La sede de la cuarta internacional estuvo generalmente en París. Hace 50 años ésta no fue capaz de capitalizar una revolución hecha en el altiplano en la cual los sindicatos enerbolaban una versión del programa de transición de Trotski. Ahora ellos ya no controlan un movimiento de masas desde el exterior sino que son la principal fuerza marxista en su propio país.
Para muchos izquierdistas el ascenso del trotskismo puede ser una pesadilla tal y cual lo ha sido el crecimiento de la ultraderecha para los conservadores. Los movimientos xenófobos azusan la carta racial y ponen cuestionamientos a la integración europea. Para los socialdemócratas y los comunistas oficiales que han venido promoviendo el afianzamiento de la democracia basada en el mercado, el hecho que el trotskismo francés se haya convertido en la primera corriente electoral comunista occidental implica un duro cuestionamiento a su orientación.
La ultra derecha no hace mayores cuestionamientos al modelo económico y se manifiesta en favor de mantener la democracia parlamentaria. Es distinta al fascismo de los veintes y treintas en sentido que no moviliza bandas armadas para arremeter contra sindicatos, aunque hay grupos minoritarios neo-nazis. La ultra izquierda tiene un programa complemtamente contrapuesto. Para ésta el sistema económico capitalista debe ser abolido e irse hacia una socialización sin pago de la sgrandes empresas y la democracia parlamentaria debe ser depuesta por consejos d etrabajadores que dirijan los barrios y las fábricas.
El balance que el grueso de la izquierda mundial había tenido de las dictaduras de partido único en el este era que hay que reencontrarse con la democracia parlamentaria buscándola reorientar pacíficamente en base a gobiernos de coaliciones.
Los trotskistas sacan un balance opuesto. El fracaso del este se debió a que no se erradicó completamente el capitalismo pues se negaron a impulsar la revolución mundial y que en vez de haber retrocedido a la democracia que ellos tildan de burguesa por estar timoneada por grandes capitales, se debió haber ido hacia un régimen más igualitario basado en asambleas de base. Los trotskistas golpean al grueso de la izquierda insistiendo en que por haberse ido alejando de sus programas iniciales se han ido alejando de la clase obrera y con ello han perdido peso y han empujado a muchos descontentos hacia la extrema derecha. Para la izquierda convertida a la democracia parlamentaria los trotskistas impulsan la lucha de clases y el separatismo obrero con lo cual se polariza a la sociedad en beneficio de la derecha.
DESAFIOS Y PROBLEMAS
Un problema que tienen los trotskistas es su tremenda división. Las tres corrientes francesas tienen orientaciones distintas. Lucha Obrera, que obtuvo 1,6 millones de votos, es una organización ultra-clndestina y muy aferrado en su orientación obrera contraponiéndose a los socialdemócratas y ecologistas. La LCR, que sacó 1,2 millones, tiende a ser más abierta hacia los verdes y la izquierda plural. El PT, quien obtuvo unos 200,000 sufragios, trata de formar un partido no tan radical como lo fuese el PT brasilero de sus inicios. Al otro lado del canal de la mancha los dos partidos trotskistas más fuertes tienen orientaciones distintas. El Partido Socialista Escocés es liderado por quienes estuvieron más de 3 décadas en el laborismo y proponen una version radicalizada del viejo laborismo. En Inglaterra y Gales la fuerza trotskista más importante es la Alianza Socialista timoneada por quienes siempre dijeron que todos los viejos estados del este no eran estados obreros deformados que merecían ser críticamente defendidos como planteaba Trotski, sino que eran capitalistas de estado. Al otro lado del océano otras corrientes trotskistas más disímiles son mayoría en EEUU y Sudamérica.
Los trotzkistas no están en capacidad de tomar el poder en Francia o en otros países pero su crecimiento electoral en Francia, Escocia y Argentina ha de ir generando un polo de atracción para todos aquellos nostálgicos del viejo comunismo y socialismo quienes se niegan a aceptar las políticas de alianzas con los liberales practicada por un amplio abanico que va desde Lula en Brasil hasta la izquierda europea.
Isaac Bigio
Profesor en la London School of Economics