Los judíos son un grupo de raigambre religiosa. No
tienen entre ellos una lengua, territorio o economía
comunes. Lo que les une es su creencia o vinculación a
una religión basada en el primer testamento. Los
judíos no tienen un papa o autoridad suprema y tienen
decenas de congregaciones con distintos ritos e
interpretaciones de las escrituras.
Ellos han sobrevivido durante milenios rodeados de
gente de religión distinta. Los nacionalistas
sostienen que la supervivencia del judaísmo se debe a
los propios valores culturales y a la fe judaicos. Los
marxistas afirman que los judíos sobrevivieron como un
pueblo-clase de mercaderes en una sociedad
pre-capitalista que les empujaba a ocupar un nicho
social pues estaban vetados de tener tierra o ser
soldados. La influencia de la modernidad capitalista
creó un nuevo reto para los judíos pues muchos
empezaron a asimilarse a una sociedad que les abría
las puertas.
Por otro lado, en Europa la paulatina destrucción de
la vieja economía feudal engendró una reacción racista
contra los semitas. La minoría judía se transformó en
el chivo expiatorio, fue objeto de feroces represalias
y de matanzas organizadas (pogromes). El hecho que la mayor parte de los judíos vivía en la pobreza o bajo
el temor de la persecución conllevó a una
multitudinaria inmigración al nuevo mundo.
LAS RAMAS JUDIAS
De acuerdo a sus orígenes y cánticos hay dos grandes
ramas. La gran mayoría pertenece a la > ‘> askenazi´
(judíos de procedencia alemana y este europea), muchos
de los cuales hablan yiddish (un germano antiguo
escrito en alfabeto hebreo). La minoría está compuesta
por los sefaradíes (judíos que provienen de la España
mora y que se dispersaron sobre todo en el antiguo
imperio turco) muchos de los cuales hablan el ladino,
un español más puro que el nuestro. Hay también otras
comunidades orientales (> ‘> mizrahim> ‘> ) y también de
judíos chinos, indios y negros. Los falashas, por
ejemplo, son judíos etíopes que practican un judaísmo
antiguo previo al Talmud (el texto de interpretación
de la escrituras redactado por los rabinos después de
la destrucción del templo de Jerusalem).
Hay múltiples tipos de sinagogas. Los judíos ortodoxos
no comen cerdo, mariscos y otro tipo de comidas
caracterizadas como > ‘> no kasher> ‘> ; no encienden nada
durante los sábados; y rezan con ambos sexos de manera
separada. Hay múltiples sectas ultra-ortodoxas, muchas
de ellas emplean una vestimenta tradicional donde los
hombres se visten con sacos largos de negro y las
mujeres se ponen un velo sobre su pelo. Algunos
tradicionalistas ni si quiera reconocen al estado de
Israel pues conciben que todo intento de crear un
estado judío sin que haya un mesías es una herejía.
En el último siglo han ido desarrollándose una serie
de corrientes renovadoras. Los conservadores permiten
que hombres y mujeres recen juntos. Los reformistas,
además, permiten que se pueda comer de todo, prender
artefactos durante los sábados o que haya rabinos
mujeres o gays. Sin embargo, la sinagoga ortodoxa es
la que determina quien son los judíos aptos para ser
ciudadanos israelíes.
La gran mayoría de los judíos no va regularmente a la
sinagoga y muchos de ellos no practican su credo o
simplemente no son creyentes. Por paradójico que
parezca pueden haber judíos ateos pues una persona
aunque no crea en dios basta que haya nacido de una
madre judía para que sea considerado como tal.
Muchos de los más grandes socialistas han sido judíos:
Marx, Trotski, Zinoviev, Kámenev, Rosa Luxemburgo,
etc. La principal organización que participó en la
fundación del Partido Obrero Socialdemócrata ruso, del
cual provendrían bolcheviques y mencheviques fue el
Bund judío.
A diferencia de las grandes religiones (cristianos,
musulmanes o budistas) la fe judía no es proselitista.
En ese sentido el ser judío se hereda de la madre. Ese
nexo de sangre es lo que hace que los judíos no sea un
pueblo meramente unido por una fe. Hay quienes piensan
que los judíos son o debieran ser una nación, aunque
entre ellos no hay una comunidad de idioma o
territorio. Actualmente el censo israelí clasifica
como judíos no sólo a los practicantes y creyentes
sino también a agnóstico de ascendencia judía. En
suma, podríamos decir que los judíos son un grupo
humano creyente o asociado a una tradición religiosa
común.
LOS JUDIOS E ISRAEL
Hasta la segunda guerra mundial ni si quiera el 5% de
la población judía mundial vivía en lo que sería luego
el Estado de Israel. La mayor parte de ellos ansiaba
ser considerados ciudadanos con los mismos derechos en
sus países de residencia. Un sector de ellos
simpatizaba con el socialismo creyendo que la única
manera en la cual podrían acabar con toda
discriminación sería remplazando al capitalismo por
una sociedad de iguales, sin clases y estados. Una
corriente minoritaria (el sionismo) propiciaba la
creación de un estado judío, preferentemente en
Palestina, que podría servir como un refugio para los
perseguidos y para transformar a los judíos en una
nación.
Los cambios producidos durante la segunda guerra
crearon las condiciones para la creación del Estado de
Israel. Todas las potencias coincidieron en que
después del holocausto nazi de 6 millones de judíos
éstos tenían derecho a tener su propio estado. El
imperio británico no podía contener su imperio y
necesitaba descolonizar el medio oriente y el
sub-continente indio.
En 1947 las Naciones Unidas aprobaron la partición del
territorio palestino en seis franjas: tres para Israel
y tres para Palestina. Los palestinos se opusieron a
dicho reparto pues aducían que ellos eran el 70% de la
población y que se les daba menos del 50% de la
tierra. Además denunciaban que los sionistas les
habían ido despojando paulatinamente de sus tierras y
que ellos solo empleaban trabajadores de su propia fé.
Los israelíes lograron imponer su estado y ampliarlo.
Países árabes vecinos entraron a guerrear con ellos y
el resultado fue una nueva partición en la cual Israel
absorbía la franja palestina de Galilea y otras áreas,
Transjordania absorbía la franja de Cisjordania
(cambiando su nombre a Jordania) y Egipto se anexionó
la franja de Gaza.
En la guerra de 1967 Israel ocupó Cisjordania, Gaza,
el Golán y Sinai. Para hacer las paces con Egipto
Israel devolvió el Sinai y para llegar a un acuerdo
final con Siria deberá negociar el Golán. El problema
es que hacer con Cisjordania, Gaza y los refugiados
palestinos.
Según los censos oficiales en Israel viven 4,6
millones de personas que son clasificadas como
esencialmente judías y un millón de ciudadanos árabes
israelíes. Además hay unos 3 millones de palestinos en
los territorios ocupados y posiblemente otros 3
millones viviendo en la diáspora. Esto significa que
en el territorio que posee o administra Israel hay
aproximadamente un 55% de judíos y un 45% de árabes
palestinos. Si se permitiese el retorno de un
significativo porcentaje de la diáspora palestina se
alteraría drásticamente la composición étnica del
país. Israel, a su vez, está rodeado de más de 150
millones de árabes que tienen estados desde Marruecos
y Mauritania hasta Irak y Omán.
LAS ALTERNATIVAS DE ISRAEL
Desde casi un principio los sionistas tuvieron
problemas con los palestinos. Estos se agravaron a
fines de los 1930s y en los 1940s. Los 55 años de
existencia que tiene el estado de Israel han
transcurrido en medio de constantes conflictos con sus
vecinos y con los palestinos.
El territorio que posee u ocupa el estado de Israel
sólo puede mantenerse unido sobre la base del total
predominio de una etnia o basándose en una república
secular.
Uno de los instrumentos que ha tenido Israel para
consolidarse ha sido la inmigración judía. En medio
siglo de vida este estado ha visto multiplicar en más
de 7 veces su población judía. Las primeras olas
inmigratorias las constituyeron judíos askenazis de
Europa oriental. Luego vinieron las olas masivas de
refugiados europeos del holocausto y el traspaso de la
mayor parte de los judíos árabes hacia Israel. La ola
más reciente ha sido la de más de medio millón de
judíos de la ex Unión Soviética, muchos de los cuales
no son nada religiosos y mantienen sus costumbres
rusas.
Ha llegado un momento en el cual ya no hay muchos
sectores judíos que puedan inmigrar a Israel mientras
que hay problemas económicos en captar nuevos
inmigrantes. Mientras la población judía de Israel va
llegando a un techo existe el problema que hay 4
millones de palestinos en las zonas que detenta Israel
y otros 3 millones en la diáspora.
La posibilidad que Israel se imponga permanentemente
sobre el conjunto de los territorios ocupados
implicaría constantes problemas con una apreciable
minoría que ha encabezado años de resistencia
(intifada). Las permanentes confrontaciones conllevan
a un clima de inseguridad en la población israelí (la
misma que suele ser afectada por atentados contra
civiles), lo mismo que se traduce en problemas
económicos.
Por otro lado la posibilidad de crear un estado
puramente musulmán en la Palestina, tal cual es el
designio del Hamas, resulta algo muy complicado. La
sociedad teocrática que propugnan los islamistas
implicaría una limpieza étnica que afectaría a 4,6
millones de judíos israelíes y también a cientos de
miles de árabes que son cristianos, drusos, seculares,
demócratas, izquierdistas o liberales. Este proyecto,
además de conllevar a masacres, resulta difícilmente
viable dado el contexto internacional de dominio
unipolar de la potencia que apuntala a Israel.
Muchos israelíes han estado a favor de una paz hecha a
partir de concesiones territoriales a los palestinos.
Se piensa que a cambio de tierra se podría lograr
estabilidad y progreso. Muchos inversionistas creen
que si Israel redujese su tamaño pero se llevase bien
con su entorno se podrían dar muchas condiciones para
poder exportar capitales e inversiones en el medio
oriente. Estos toman el ejemplo de Alemania y Japón,
quienes cuando dejaron de lado su militarismo,
pudieron expandirse económicamente en las regiones que
antes quisieron someter a la fuerza.
La Organización para la Liberación de Palestina nació
planteando la destrucción del estado de Israel al que
veía como un enclave colonizador que expulsaba a los
palestinos. Sostenía que su objetivo era una república
democrática secular donde los desplazados árabes
pudiesen retornar y volver a ser minoría y se
integrara a los hebreos (aunque no a quienes tuviesen
una mentalidad colonialista). Sin embargo, la OLP
nunca pudo atraer ningún contingente hebreo algo
significativo, algo distinto a los numerosos blancos
que lograron integrarse al Congreso Nacional Africano
de Mandela. Varias de las organizaciones de la OLP
tendieron a enajenar a la población judía con
atentados indiscriminados contra civiles.
Fuerzas minoritarias marxistas cuestionaban dicha
violencia individual aduciendo que era
contraproducente y proponían realizar una unidad por
abajo entre trabajadores árabes y hebreos. Los más
radicales decían que la única forma de llegar una
Palestina laica unida era mediante una revolución
social.
La OLP progresivamente se fue distanciando de sus
objetivos iniciales hasta que a inicios de los 1990s
Arafat llegaría a reconocer al Estado de Israel a
cambio que éste permitiese un estado palestino en
menos de la cuarta parte del territorio que
históricamente habían reclamado.
En el 2000 se llegó a una cuerdo de partición donde
los israelíes hicieron numerosas concesiones.
Entregaban la inmensa mayoría de los territorios
ocupados y la administración de una parte de
Jerusalem. Esto último era tabú para muchos sionistas
que concebían que ésta es la capital histórica e
indivisible del pueblo judío. Sin embargo, los
palestinos exigen, además, su derecho a retornar a las
áreas que poblaron antes de la guerra de 1947-48. Las
negociaciones llegaron a un punto muerto.
En los palestinos existe la conciencia que ellos
fueron desplazados de sus tierras por colonos
provenientes esencialmente de Europa. La brecha social
y cultural que hay entre judíos y no judíos se amplía.
Los árabes son quienes encabezan la lista de los
sectores con mayor índice de desempleo y más
inferiores condiciones de vida en Israel. La población
de los territorios ocupados tiene niveles aún más
bajo, carece de ciudadanía y está bajo control
militar.
En muchos judíos existe la conciencia que los
palestinos no quieren la paz y que son un foco donde
se anida el terrorismo.
Una alternativa es que en el actual territorio que
ocupa Israel y que reclama Palestina se pueda
estructurar una república unitaria y secular. Esto
conllevaría a que por primera vez en dicho país
existiese una constitución y un estado no confesional.
También conllevaría a que las minorías cristiana o
musulmana, que nunca han encabezado ministerios o
tener generales, pudiesen incluso llegar a la
presidencia. La convivencia entre judíos y musulmanes
no es algo inédito pues ésta ha existido durante
siglos en el medio oriente. La España, de la cual
proviene gran parte de nuestra cultura, fue dominada
durante 8 siglos por los moros que estaban compuestos
a groso modo entre tres cuartas partes de mahometanos
y un cuarto de israelitas. Se puede argumentar que el
hecho que en el único territorio de mayoría judía se
concediese plena igualdad de oportunidad a las
minorías sería un aliciente para los judíos de la
diáspora a exigir los mismos derechos en sus tierras
de orígen.
Esta posibilidad aparece como utópica para el grueso
de la población de ambas comunidades. Minorías
radicales afirman que sólo podría darse mediante una
alianza entre clases trabajadoras hebreas y árabes.
Por el momento la tesis que cunde es la de una nueva
partición.
Israel, bajo el mandato de Sharon, cada vez gira hacia
querer hacer menos concesiones a los palestinos e
incluso se plantea la posibilidad de desechar la
Autoridad Nacional Palestina para dar paso a una serie
de administraciones locales, las mismas que los>
nacionalistas palestinos tildan de nuevos batustanes a
la sudafricana. Los palestinos se hayan escindidos
entre que grados de concesiones hacer.
LOS JUDIOS EN EL MUNDO
Israel es el único país del mundo que se define como
el estado de todos los miembros de un mismo credo. Sin
embargo, es casi imposible que todos o la mayoría de
los judíos puedan habitar Israel. Los judíos se han
desarrollado culturalmente rodeados de otras
comunidades y aportando como minorías a su entorno.
Los lugares donde los judíos más han progresado y
dejado su impronta han sido en aquellas sociedades en
las cuales se les ha permitido integrarse y aportar
más. El caso de las Américas como el peruano es
sintomático. En lo que fue la capital sudamericana de
la Inquisición durante el último lustro ha habido una
primera dama, un vicepresidente, un premier, un
canciller y varios ministros y congresistas judíos.
Pese a ser una exigua minoría una sociedad abierta les
permite navegar con libertades y contribuir al
desarrollo de sus pueblos.
Los judíos ansían no volver a conocer persecuciones o
segregación y es por eso que en todos los lugares del
mundo, incluyendo allí donde son mayoría, es en su
propio beneficio el que deben bregar por la plena
igualdad de todos los ciudadanos.
Isaac Bigio
Profesor de la London School of Economics & Political Sciences