Este ha sido el caso de la depuración del agua, gracias en parte al canon de saneamiento que el Gobierno de la Generalitat introdujo ya en 1981. Una decisión política en aquel momento arriesgada y creo que valiente.
Pero estaban pendientes las dos grandes depuradoras del área de Barcelona, concretamente la construcción de la del Llobregat y la transformación de la del Besós. Obras que se están realizando con la aportación del 85% de financiación por parte de la Administración Central con fondos europeos y 15% de l’ACA de la Generalitat. Son buenas noticias de las que nos congratulamos.
Estas obras forman parte de un conjunto muy importante de inversiones que la Administración Central realiza en Catalunya. Hace un mes, con motivo de una visita a las obras del puerto de Barcelona decía textualmente que: “actualmente la inversión en infraestructuras en Cataluña es más alta que nunca”. Y lo repetí la semana pasada en el Parlamento de Catalunya. Es cierto que a ello contribuye la acumulación de muchas obras reclamadas desde hace muchos años y que ahora coincide el momento de su realización. Desde el TGV y el ancho de vía europeo, hasta la tercera pista del aeropuerto, estas depuradoras y algunas grandes obras más. Pero en cualquier caso en estos momentos la inversión de la Administración Central en Catalunya es alta.
Hay que añadir a esto el gran esfuerzo inversor de la Generalitat, y de los Ayuntamientos. El de la Generalitat ha sido siempre muy importante –porcentualmente el más importante, como corresponde-, pero en estos momentos ha alcanzado sus máximos niveles, gracias en parte al nuevo acuerdo de financiación del año pasado.
Siendo esto así, señor Presidente, hay que preguntarse por qué en la sociedad catalana hay una creciente inquietud. Sobretodo inquietud por la forma como se concibe lo que se ha dado en llamar la vertebración de España (no sólo política, sino también económica), y en ello juegan también las infraestructuras. Y preocupa el papel que en esta concepción se pueda atribuir a Catalunya.
De esta inquietud participa también el Gobierno de la Generalitat, pero esto podría achacarse a táctica política o a visión partidista. No es el caso. Nuestro Gobierno, si bien es cierto que en el pasado y ahora mismo reivindica desde determinadas inversiones muy urgentes hasta formas de gestionar determinadas infraestructuras de una forma distinta a la que se ha venido haciendo, si bien esto es cierto, también lo es que da apoyo a la política económica del Gobierno de una forma bien explícita. Porque creemos que ha dado buenos resultados. No es esto. Lo importante no es tanto lo que opina el Gobierno de la Generalitat, sino que la inquietud y el malestar que le decía se dan dentro de la sociedad civil catalana. Esto es lo importante.
Es una inquietud de origen más que nada conceptual. Es decir, más que nada sobre la idea, como le decía, de cómo se pretende vertebrar el territorio físicamente, políticamente, económicamente.
A esta inquietud debemos dar respuesta. El Gobierno de Catalunya y el Gobierno español.
No quiero alargar más mi discurso, señor Presidente, ni entrar en detalles. Mi obligación como Presidente de Catalunya en el día de hoy es reclamar lo que entendemos que es justo reclamar y reconocer lo que se está haciendo de positivo, pero también ser portavoz de esta inquietud de nuestra sociedad y trasladársela a usted. Con la voluntad de servir lo mejor que sepamos al interés general, como siempre hemos hecho y seguiremos haciendo, desde una Catalunya reforzada y bien reconocida en su identidad y su personalidad propia, en su economía y en su cohesión social.
