Tal propuesta la viene manejando el ministro de asuntos internos, David Blunkett, y ésta sería parte de un paquete de medidas que sería anunciado por la reina en su discurso a darse en Noviembre.
Sin embargo, estas concesiones son como un terciopelo puesto para cubrir la navaja. El objetivo central busca restringir más el derecho de los solicitantes de asilo. Por una parte se va a criminalizar a los solicitantes que no hayan llegado con pasaportes adecuados. Por otra se pretende conculcar el derecho a la apelación.
La amnistía se da para disminuir altos costos y poderse concentrar en los nuevos casos que se buscan ir restringiendo.
El gobierno aduce que muchos solicitantes vienen con documentación falsa, dicen venir de otros países de los cuales provienen, u ocultan la ruta que han tomado. Por ello es que se pondrá en la cárcel a quien no muestre una documentación de viaje adecuada. Organizaciones defensoras de los derechos humanos aducen que muchos refugiados deben venir ilegalmente o con otros documentos para tratar de esquivar la represión de sus propios países.
El llamado ‘lento proceso de apelaciones’ que permitía a muchas personas rechazadas por inmigración el ser inmediatamente deportadas y tratar de revertir sus casos, piensa ser sustituido por uno en el cual haya una breve y rápida apelación al cabo de la cual los denegados sean expulsados del país.
Tal proyecto cuenta con mucha resistencia en sectores del partido oficialista. Organizaciones no gubernamentales y defensoras de los derechos humanos y de los inmigrantes aducen que ello implica coartar a los sectores más pobres y perseguidos que llegan a esta sociedad. Ya de por sí a los solicitantes de asilo se les pone en campos de detención, se les ha conculcado beneficios y se les piensa transferir a campos en otros países.
La campaña contra los asilados es promovida por medios quienes aducen que éstos provienen de culturas disímiles y que compiten por el empleo con los británicos. Estadísticas oficiales muestran que el Reino Unido necesita de trabajadores del tercer mundo que hagan tareas que los nacionales no quieren hacer, y que este país o la misma Londres no hubiesen podido adquirir la condición que tienen sin el trabajo de millones de inmigrantes de Asia, Africa, las Américas y Europa oriental.
Isaac Bigio
Analista Internacional