A ésta asistieron Gerhard Schröder (Alemania),
Vladimir Spidla (República Checa), Leszek Miller
(Polonia), Ricardo Lagos (Chile), Jean Chrétien
(Canadá), Thabo Mbeki (Sud África), Meles Zenawi
(Etiopía), Helen Clark (Nueva Zelandia), Nestor
Kirchner (Argentina) entre otras figuras.
La mayor parte de sus componentes provienen de
partidos de origen socialista, guerrillero o
izquierdista que se han ido moderando hasta aceptar la
necesidad de incentivar la empresa privada en el
capitalismo global. Algunos como Clinton o los
peronistas argentinos provienen de otras tradiciones.
Llamó la atención el hecho que no asistiese el
presidente Toledo, pese a que él se reclama de la
tercera vía. Por otro lado, Lula sostuvo que a Brasil
no le interesa la primera, la segunda o la tercera
vía, sino su propia vía’.
Dicho bloque ha demostrado su heretogeneidad. La
guerra iraquí le ha golpeado. Tanto Blair como Miller
apuntalaron la invasión a Bagdad mientras que la mayor
parte del resto no avaló ésta.
El primer ministro británico aprovechó la reunión para
precisar su política externa. Esta debe basarse en más
intervenciones militares a países que Londres
considera que violan derechos humanos. Tal planteo
llevaría a que una minoría de poderes decida a su
propia cuenta y al margen de la soberanía de cada
nación quienes pueden ser o no atacados. El gobierno
laborista ha sido cuestionado por activistas de su
propio partido por tener una doble política por que
por un lado invaden Irak pero por otra venden armas a
Indonesia, Rusia, Colombia y otras naciones donde el
ejército se ha visto envuelto en seria violaciones a
los derechos humanos.
Lula, Mbeki y Shroededer insisten en un mundo
multipolar y ven como un peligro el que una
super-potencia imponga su agenda. Su estrategia pasa
por potenciar Naciones Unidas.
La presencia de Lula generó una serie de debates en
The Guardian, el principal diario inglés. Roy
Hattersley, dirigente histórico del laborismo,
caracterizó a la conferencia como una de ‘progresistas
sin progreso’. El contrastaba a Blair quien va
alejando a su partido de sus principios sociales y sus
bases sindicales con Lula quien sigue reivindicándose
un sindicalista y socialista. El cuestionaba a los
progresistas por que su planteo de pedir inversión
privada en las empresas estatales era una variante de
las privatizaciones de Thatcher.
Sue Bradford, autora del libro sobre Lula, mostraba
como el Partido de los Trabajadores evolucionó desde
un discurso clasista hasta haberse convertido en una
continuidad de los anteriores modelos económicos y
que, en vez de crear 8 millones de empleos ha
despedido medio millón mientras que el 20% de Sao
Paulo sigue desocupada.
Lula hizo frente a esas críticas aduciendo que tuvo
que contestar al desafío del ‘terrorismo financiero’
quien empezó a fugar $ 6 mil millones. Mientras que la
izquierda acusa a Lula de estar expulsando diversos
dirigentes de su partido que se opone a la reducción
de pensiones o que le critican por no estar haciendo
la reforma agraria que tanto prometió, él se defiende
que sus políticas han sido importantes para hacer que
el dólar y la inflación bajen.
Isaac Bigio
Analista Internacional