Para los denominados progresistas allí hay elementos que pueden ser vistos como positivos. Se ha de eliminar a los lores hereditarios, al puesto de lord canciller (el jefe del sistema judicial) y a la distinción de ‘abogados de la reina’ (los más pagados). Se legalizará la unión de parejas de un mismo sexo.
Sin embargo, para muchos modernizadores estas reformas son limitadas. El Reino Unido es el único país avanzado que aún mantiene una cámara alta que nunca ha sido elegida por la población. Los republicanos quisieran que ésta, al igual que un senado, o la jefatura de estado sean electas bajo sufragio universal y directo. Diversos sectores laboristas y liberales no piden tanto pero se sienten frustrados por que todos los lores son nombrados y no hay visos para que sus integrantes puedan ser votados por el electorado.
La unión homosexual de parejas no tiene el mismo rango que un matrimonio y hay limitaciones en el derecho a la herencia.
Lo que ha causado mayor polémica son las nuevas leyes de inmigración y asilo, y el intento de subir las pensiones universitarias hacia el tope de £3,000 o recortar los pasajes gratuitos de buses para colegiales.
Lo que Blair quiere ahora es que se elimine el derecho de los solicitantes de asilo a tener una segunda apelación y que se restrinja la ayuda legal gratuita. Lo más grave es que haría que los hijos de los asilados puedan ser retenidos por la autoridades como una suerte de rehenes para lograr que los padres obedezcan las decisiones, incluso de su salida. Esto ha llegado a enfurecer hasta al líder conservador quien dijo que ninguna nación civilizada podría hacer semejante abuso. Michael Howard fue el ministro ‘tory’ del interior quien hoy pide que los asilados sean confinados en campos especiales.
Cuando Blair llegó al gobierno las pensiones universitarias eran gratuitas y luego él las subió hasta poco más de mil libras anuales. La nueva suma implica casi triplicar éstas y agigantar la deuda de estudiantes y graduados.
Estas dos últimas leyes puede que sean rechazadas por el parlamento e incluso por diversas cortes. Blair se encuentra en su situación más débil desde que llegó al gobierno en Mayo 1997. Cuando Bush estaba en Londres y 400,000 personas estaban en las calles protestando, el premier casi pierde por primera voz una votación para implementar un proyecto de ley. Pese a contar con unos 410 de los 657 parlamentarios, Blair no fue respaldado por más de un centenar de parlamentarios laboristas cuando quiso semi-privatizar hospitales.
Estamos viviendo el ocaso de Blair en circunstancias en el cual se reaniman los partidos conservador y liberal, y no sería extraño que el propio laborismo acabe relevándolo del cargo.
Isaac Bigio
Analista Internacional