Lo cierto es que la ‘liberación’ de Bagdad no ha sido hecha por los propios iraquíes. Todos los iraquíes que han muerto en esa batalla lo han hecho oponiéndose a las tropas ocupantes.
El derrumbe del tirano no ha sido realizado por la propia población. Algo distinto al de todos los levantamientos populares anti-dictatoriales.
El grueso de los habitantes de Bagdad e Irak no saluda a los soldados ocupantes. La mayor acción en las calles tiende a ser los saqueos.
Saddam puede que haya escogido no haber peleado hasta el último hombre en Bagdad y que haya decidido mantener sus hombres y gran parte de su no encontrada maquinaria bélica para resistir en otros bolsones o mediante acciones guerrilleras.
La resistencia iraquí puede que haya preferido utilizar las emboscadas en las ciudades, las bombas humanas o pequeños grupos armados irregulares.
Mientras tanto Blair y Bush se sienten consolidados y creen que podrán recuperar apoyo interno. Conciben que su estrategia quedará reinvindicada.
El plan debe ser implementar a la brevedad posible una administración con especialistas estadounidenses bajo la jefatura del retirado general Joy Garner. Nuevas tensiones se darán en torno a cuanto ha de durar tal protectorado, quien nominará a sus integrantes, el rol que tendrán los distintos grupos iraquíes, a que empresas extranjeras se darán las tareas de reflotar las compañías nativas y ómo se’a la relación con los remanentes del aparato estatal y las fuerzas armadas y policiales baatistas.
El sector iraquí más proclive a expresar su furia contra Hussein son los chiítas (60% de la población) pero el grueso de ellos desconfían de los ocupantes y muchos de ellos guardan simpatías por el único país en el que ellos están en el poder (Irán). Los kurdos amenazan con querer imponer su propia agenda y acabar tomando Mosul o apuntando hacia una forma de soberanía.
Isaac Bigio
Analista Internacional