Los agresores no eran terroristas sino padres de familia que reclaman que las cortes no les posibilitan ver a sus hijos. Cuestionan al sistema legal por ser caro, parcializado y acabar destruyendo a muchos padres al empobrecerlos o al evitar tener contacto con sus descendientes.
El ‘atentado’ ha mostrado la fragilidad de quien co-lidera guerras pro-democracia y antiterroristas. No garantiza la seguridad ni en su mero centro del poder.
El mayor capital de toda nación son sus niños. El mayor derecho humano que éstos tienen es poder criarse viendo a sus papás y mamás. Una prioridad del gobierno debería ser garantizar en casa que sus menores tengan acceso a sus padres, por encima de lanzar costosas intervenciones a países que no les desean.
Isaac Bigio
Analista Internacional