Su precedente es otro Hussein, quien es adorado por el grueso de la población de Iraq e Irán. El Imán Hussein hace 13 siglos fue despedazado vivo por el califato sunnita. Su martirologio sirvió para potenciar al ala chiíta del Islam y hoy es celebrado por unos 100 millones de sus co-religionarios en todo el mundo quienes lo pintan con una barba y tez similares a la de Jesús.
Saddam quiere eludir su responsabilidad en sus asesinatos en masa aduciendo que él es una víctima del mayor criminal de guerra: Bush.
Si las nuevas autoridades iraquíes lo ejecutasen corren el riesgo de convertirlo en un imán que atraiga más insurgentes. Blair quiere evitar ello y por ello preferiría usar el juicio para irlo desmoralizando o distraer a la opinión pública.
Isaac Bigio
Analista Internacional

