Mas, esta es una victoria con cierto sabor a derrota. La destrucción de Faluja ha permitido erosionar sustento social al actual gobierno y muchas posibilidades para que se efectúen elecciones en el triángulo sunnita. Los subversivos se han dispersado por todo el país donde irán creando otros brotes. Sus líderes, como Zarqawi, siguen libres.
Washington debe hacer frente a un foco mayor en Mosul, la tercera ciudad iraquí donde se suponía que hay muchos kurdos que apoyan a EEUU.
Mientras la insurgencia tiende a esparcirse Bush podría usar a los fundamentalistas chiítas pro-Irán para gobernar y apaciguar Iraq. Lo paradójico es que de 1979 a 1990 Occidente armó a Saddam para aplastar a éstos y a la revolución iraní, a quienes concebía como su mayor enemigo en la región.
Isaac Bigio
Analista Internacional