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Negroponte no habla árabe ni tiene experiencia en el Medio Oriente. Como embajador en Honduras (1981-85) él logro multiplicar por 20 la ayuda militar a ese país, organizó la subversión anti-sandinista en Nicaragua y fue acusado de trabajar con la CIA impulsando escuadrones locales de la muerte (el ‘batallón 3-13’). Joe Biden y otros senadores demócratas le piden que no vuelva a actuar como un ‘procónsul’.
Es muy probable que su presencia de pie a Allawi a decretar la pena capital para Saddam, fuertes represalias o estados de sitio. En la oposición norteamericana existe el temor que Negroponte sea un puente hacia un escenario de proliferación de comandos locales letales que actúen tras capuchas negras.
Isaac Bigio
Analista Internacional
