En el segundo caso el Partido Comunista ha querido mantener su monopolio del Estado para evitar cualquier secesión y ha desarrollado un espectacular salto económico.
Beijing no solo que quiere revertir la posibilidad que Tibet o Sinkiang puedan ser autónomas, sino que ha logrado incorporar a Hong Kong y Macao, y ambiciona hacer lo mismo con Taiwán.
Taiwán está políticamente separada del continente hace más de 55 años, pero siempre proclamó ser una parte de China. Si esta isla se independizase del proyecto chino ello implicaría un duro golpe a las fuertes tendencias expansionistas que tiene Beijing, las mismas que se vienen acentuando en la medida que el coloso asiático tiene una gran tasa de crecimiento y aumenta mucho su peso en la economía y política globales.
Isaac Bigio
Analista Internacional