En el Centro privado Mare Nostrum los pacientes gozan de régimen abierto en un establecimiento hotelero de lujo, pero esto no quiere decir que el tratamiento no sea duro. Basada en técnicas terapéuticas de escuelas especializadas de EE.UU, la disciplina comienza por hacer comprender tanto al adicto como a su entorno que es un enfermo y que como tal no podrá superar su enfermedad si no se pone en manos de profesionales.
El índice de éxito en la recuperación es de casi el 80% pero el adicto siempre debe querer curarse. Sol Bacharach, presidenta de Mare Nostrum, ( www.centromarenostrum.org) no pierde detalle de lo que ocurre en su Centro. Con el objetivo de curar al mayor número de personas ha aparcado su carrera para ayudar a un ‘target’ del que nadie se ocupaba: el profesional de nivel cultural elevado incapaz de adaptarse a los ‘modus operandis’ de las ofertas de desintoxicación que existen en España; un segmento de la población al que su hermana pertenecía y que por motivos de competitividad, stress o sometimiento a la imagen social se ha convertido en presa fácil de las adicciones .
¿Cómo llegó a interesarse por el mundo de la adicción?
Mi interés llegó de una manera dramática y anecdótica, porque mi profesión realmente no tenía nada que ver. Soy profesora titular de Derecho Mercantil por oposición en Valencia, ahora en excedencia, y he estado 15 años dando clases. Mi actividad era absolutamente diferente a la que realizo ahora. Trabajé también como ejecutiva en Dragados y Construcciones además de en otras empresas. Mi vida estaba dirigida totalmente al Derecho Mercantil, pero en un momento determinado se unieron dos circunstancias que cambiaron mi vida. Una fue el asesinato de mi marido por parte de la banda terrorista ETA y otra la muerte de mi hermana, adicta al alcohol.
¿Puede concretarme esos hechos que dieron un vuelco a su vida?
Mi vida personal ha sido muy intensa. Yo me case con 20 años y me separé con 26. éramos muy jóvenes y acabamos tomando rumbos diferentes. De ese matrimonio tengo un hijo y me quedó una relación con mi ex marido muy buena. A los 30 años me casé con el Catedrático en Derecho Mercantil Manuel Broseta Pont, que desgraciadamente murió asesinado por ETA el 15 de enero de 1992. Yo había sido alumna suya y viví diez años de mi vida con él. Antes, en un momento determinado, operan a vida o muerte a mi hermana a causa de un problema de páncreas y después de tres meses en la UVI el médico la retorna a la vida normal pero le prohíbe terminantemente el alcohol. En ese momento se demostró que mi hermana tenía adicción. Ella creía que era una bebedora social, pero se dio cuenta de que no podía dejarlo cuando el médico se lo exigió. Estamos hablando de los años 85-86 y en España el tema de la adicción era tabú. Tampoco éramos conscientes de que se trataba de una enfermedad y nos comportábamos con ella como si fuera cuestión de falta de voluntad.
¿Se involucró ud en la enfermedad de su hermana?
Hoy en día sí, pero entonces ningún médico identificaba la enfermedad de la adicción. Fue muy desesperante. Yo me quedé viuda y seguí dando clases, pero entonces contacté con un grupo de personas que por circunstancias rodeaban a un medico que conocía bien el mundo de las adicciones y decidimos crear una clínica en Valencia. Yo la cree con la intención de que mi hermana, que pasaba épocas en la que estaba mejor y otras muy mal, pudiera ingresarse en algún sitio cuando tuviera un bajón. Esa clínica no funcionó porque el médico que elegí como director no tenía claro como tratar las adicciones. Toda mi familia y yo misma pasamos ocho años durísimos pendientes de mi hermana, porque las personas que rodean a un adicto lo pasan muy mal. En un momento determinado mi hermana pierde lo más preciado; la vida. Si no se pone freno a la adicción solo hay dos salidas: el psiquiátrico o la muerte. Es una enfermedad muy grave.
Pero ocurrió algo que la arrastró hasta lo que ahora es el Centro Mare Nostrum, creado por ud para tratar las adicciones.
Sí. Vine a parar a Mare Nostrum, que entonces se llamaba Centro Terapéutico del Vallés (CTV) por casualidad. El centro era algo muy pequeñito donde dos terapeutas y un médico que habían tenido contacto con profesionales de Estados Unidos desarrollaban el tratamiento que aplicamos ahora, pero no tenían ni infraestructura ni personal. Este tratamiento no se conocía en España. Yo había recortado un anuncio muy pequeñito que había aparecido en un periódico y lo guardé. Más tarde me enteré de que fue la única vez que este centro hizo publicidad. Yo estaba absolutamente angustiada por lo de mi hermana. Cuando ella muere rompo muchos papeles que le pertenecían y entre ellos apareció el anuncio. Posteriormente vine a conocer el centro y analicé los tratamientos. Se impartían en un balneario y en régimen abierto. El doctor Freixa y el doctor Bach, entonces médicos adjuntos del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico y responsables del programa de tratamiento de alcoholismo para hombres y mujeres respectivamente, aplicaban las terapias en el balneario ayudados por tres terapeutas. Se trataba de una nueva forma de tratar las adicciones basada en técnicas experimentadas en prestigiosos centros estadounidenses. Así cree el Mare Nostrum en memoria de mi hermana. Ahora el Centro cuenta con el mejor equipo cualificado compuesto por una directora médica, un médico adjunto, seis terapeutas, cinco enfermeras, dos monitores y una arteterapeuta. Aquel pequeño centro se ha convertido en un gran proyecto avalado por los buenos resultados
¿Qué es la adicción?
La adicción es una enfermedad que está reconocida por la Organización Mundial de la Salud como tal. Se trata de una enfermedad neuroadaptativa en virtud de la cual al tener una persona contacto con cualquier sustancia que cree dependencia,- alcohol, ciertos psicofármacos, cocaína, cannabis, etc -, sus neuronas se adaptan y comienzan a necesitar de esa sustancia para seguir funcionando, pero a la vez están distorsionando su forma de actuar. Un adicto es una persona que depende de una sustancia; que necesita de esa sustancia absurdamente para vivir y que curiosamente cada vez tiene más tolerancia a dicha sustancia. Para encontrar los efectos cada vez necesita mas cantidad y su carácter y comportamiento se distorsionan. El adicto es un enfermo porque sus neuronas se han adaptado. Al dejar de tomar esa sustancia se producen una serie de síndromes físicos que le obligan a seguir consumiendo. Ante la carencia de los tóxicos se producen los síndromes físicos, pero realmente es una enfermedad neuroadaptativa.
¿Está afirmando que en España no sabemos gestionar las adicciones?
Exacto. El concepto de adicción como enfermedad se ha entendido muy bien fuera de España, por ejemplo en Suiza o Estados Unidos, dónde se ha asumido en consecuencia. En estos países la reacción es muy simple: ante una persona enferma, se aplica un tratamiento. En España, por circunstancias y debido al “boom” de la heroína a finales de los 70′, se ha identificado la adicción con esta droga que produce una serie de síndromes y actitudes que avocan a un mundo marginal. La falta de información ha hecho que se identifique el mundo de la adicción con el marginal. Ha costado evolucionar desde el concepto de heroína pura al concepto de otras adicciones. Tenga en cuenta, por ejemplo, que el alcohol ha estado siempre presente, pero la cocaína no entra en España hasta casi los años 90′ afectando a un estrato social más elevado con poder adquisitivo compuesto por yuppies, empresarios, ejecutivos…. Los cambios en el consumo de drogas vienen condicionado por el desarrollo económico español.
¿Cuando descubre una persona que es adicta?
Todo el mundo tiene un motivo para empezar a consumir. Unos por problemas, otros por seguir el ritmo de una cierta vida social, otros para rendir más en el trabajo y triunfar, otros para superar la timidez, etc. Siempre hay un principio. El alcohol, por ejemplo, es la bebida social por excelencia. Lo que ocurre es que iniciando todos ese consumo llega un momento en el que una persona por razones físicas, debido a que se da cuenta de que le cambia el carácter o porque decide que es una locura vivir artificialmente quiere dejarlo. Entonces es el momento en el que se destapa la adicción. Unos pueden dejarlo y otros no.
¿Todo el mundo que consume sustancias adictivas se engancha?
No todo el mundo que consume estas sustancias se engancha. Llegado el momento en el que la persona decide dejar de consumir, hay unas que pueden y otras que no. Insisto en que no es una cuestión de falta de voluntad. Se están realizando una serie de estudios en Estados Unidos y Japón al respecto. Parece ser que existe cierta predisposición genética, aunque las últimas investigaciones hablan de una enzima que no se metaboliza y que provoca que esas neuronas tengan mayor facilidad para adaptarse a un elemento externo. Ocurre como con el virus de la gripe. En una misma familia unos miembros lo cogen y otros no. Yo pienso que solo se explica con claridad lo que se tiene bien asumido, quizás por mi bagaje como profesora, y aquí en Mare Nostrum pretendo explicar que la adicción no es algo tan complicado; que no hay que mirarla con temor y que no supone estar introducido en un mundo marginal obligatoriamente. La adicción no reconoce clases sociales. El virus de la gripe tampoco.
Se ha propuesto desmitificar un tema escabroso…
Nosotros cuando nos planteamos desarrollar el proyecto de Mare Nostrum tuvimos claras tres cosas. La primera es que debíamos curar al mayor número de personas, la segunda demostrar a la sociedad que la adicción es una enfermedad que cualquier persona puede coger y que tiene solución aplicando un tratamiento adecuado. Cuando consigamos en España tener el mismo concepto que ya se tiene en Estados Unidos, donde la gente es capaz de decir abiertamente que va ingresarse para tratarse de una adicción, conseguiremos curar a más personas.
Mare Nostrum es un centro privado pionero en un tratamiento dirigido a personas con nivel adquisitivo que rechazan el sistema de comunas o granjas…
Evidentemente alguien tiene que empezar y yo lo tenía muy claro. He sido en esta vida pionera en muchas cosas, es mi carácter. Respecto lo que ud dice, preferiría hablar de franja cultural en lugar de clase social. Cuando sufrí el problema de mi hermana, una abogada con alto nivel cultural, me di cuenta de que en España existían centros para tratar las adicciones muy respetables y que han sacado del problema a mucha gente como son las comunidades terapéuticas o las granjas, el maravilloso ‘Proyecto Hombre’ es un ejemplo, pero que las personas de un nivel cultural elevado y que se pueden permitir hacer un tratamiento privado no tenían una oferta a medida de sus pretensiones. Estas personas son incapaces de adaptarse a la vida en una comunidad terapéutica o en una granja y debían recurrir a clínicas en el extranjero, lo que les suponía otro tipo de problemas. En un tratamiento que esta basado en la terapia de grupo la barrera idiomática es muy importante. Por muy bien que domines el idioma jamás podrás expresar los sentimientos como lo haces en la lengua materna. En Mare Nostrum están en régimen hotelero y abierto, aunque esto no quiere decir que sean unas vacaciones. Simplemente están más en su ambiente.
¿Cómo responden las familias?
Si metiéramos en una habitación al enfermo adicto con su familia y observáramos por un agujerito veríamos que el comportamiento del grupo también está distorsionado. Se crea una especie de vínculo entre el enfermo adicto y la familia o la pareja que provoca que sólo estén bien si el enfermo adicto está bien. Ellos no se dan cuenta de que su sufrimiento no va a influir en que el enfermo consuma más o menos. Esto se llama la enfermedad de la coadicción, que sufren algunas personas que rodean al adicto. Estas personas dejan de tener vida personal. En la terapia de familia aquí enseñamos que la pareja o la familia del adicto lo que debe hacer es ponerlo en manos de profesionales pero nunca involucrarse. Debemos entender que, por ejemplo, a una persona que tiene diabetes no le podemos decir llorando que no la tenga o que deje de tenerla. Tampoco podemos amenazarle para que deje de ser diabético. Con la adicción ocurre lo mismo. Los familiares generan mucha angustia hasta que comprenden que la adicción es una enfermedad y que no tiene nada que ver con la fuerza de voluntad.
¿Qué pretende Mare Nostrum?
Mare Nostrum pretende hacer de locomotora para que socialmente se entienda que la adicción es una enfermedad, que hay que perder el miedo a recuperarse y que existen tratamientos. Esta es una enfermedad que además tiene la ventaja de que cuando se duerme nunca más se despierta hasta que toma de nuevo contacto con una sustancia tóxica. Hay un factor muy importante que no se tiene en cuenta en todos los centros. Nosotros funcionamos aquí con el tratamiento que llamamos “libre de tóxicos”. Esto quiere decir que la persona que sale de Mare Nostrum está educada para rechazar cualquier tóxico. Si una persona ha estado tomando cocaína pero cuando sale comienza a sustituirla por el alcohol, llegará un momento en el que las neuronas se despertarán y volverá a consumir cocaína. No se puede sustituir una sustancia por otra, porque acabará tomando la primera. Las neuronas no entienden de tóxicos, por lo cual, toda sustancia que crea dependencia hay que suprimirla de raíz para que esas neuronas se duerman. Entonces es cuando se considera que la enfermedad ha sido erradicada. Aquí esto lo llevamos a rajatabla.
¿Las personas que se ingresan lo hacen sin presiones?
A Mare Nostrum las personas vienen porque han tocado fondo y se ven presionados por el miedo a perder el trabajo, la pareja, el prestigio social, etc. A mi me encantará que en un futuro próximo la gente llegue siendo consciente de la enfermedad que tiene y antes de alcanzar un punto extremo, pero ahora no es así desafortunadamente. Hay un momento en el que la adicción lleva al ser humano a situaciones que distorsionan completamente su vida habitual. Entonces siempre hay alguien que le hace ver que necesita ayuda. Me gustaría que las personas perdieran el miedo a ingresarse. En Estados Unidos la gente no tiene vergüenza en decir lo que le ha pasado una vez recuperados. En Mare Nostrum intentamos normalizar y que el paciente normalice su situación, pero evidentemente nuestra discreción y confidencialidad es absoluta.
Pero en Mare Nostrum no se tratan todas las adicciones. ¿Por qué?
Tratamos todo tipo de adicciones a sustancias tóxicas excepto a la heroína. No tratamos esta adicción porque sería imposible aplicar el tratamiento en régimen hotelero y en convivencia con otro tipo de personas. Los síndromes de abstinencia son mucho más duros. Tampoco utilizamos sustitutivos como la metadona, porque para nosotros ésta también es un tóxico. Tampoco tratamos todavía ludopatía, la adicción al sexo, a las compras compulsivas o la famosa adicción a Internet, aunque con el tiempo nos lo plantearemos.
¿Es tan duro el tratamiento en Mare Nostrum como en cualquier otro centro?
Es muy duro aunque tenga lugar en un régimen hotelero y abierto. La persona que ingresa tiene que identificar para su vida futura cuales son la situaciones de más riesgo, con el fin de que cuando salga pueda controlarlas. Cuando abandonan el centro no las dejamos solas. Durante dos años hacen terapia de grupo aquí o en distintos centros de seguimiento que tenemos en diferentes puntos de España. Tras un periodo de dos a cinco años se considera que la persona esta recuperada. El régimen abierto permite que mientras está ingresado el enfermo viva la calle. Esto beneficia al tratamiento ya que el primer día que sale recibe estímulos que tiene directamente relacionados al consumo. Esto se llama tirón de ansiedad. Cualquier detalle puede hacer que se dispare la necesidad de consumir. El contacto con la realidad le ayuda a aprender a romper esta relación. La finalidad de Mare Nostrum es que todo el mundo vuelva a su vida normal. No pretendemos crear una nueva raza de gente.
Se afirma que la edad de inicio del consumo de drogas es cada vez más temprana…
La edad de las personas que se ingresan en Mare Nostrum cada vez desciende más. Desgraciadamente en España estamos al nivel en que se encontraba Estados Unidos hace diez años. Hay que dejar algo claro. La gente cuando oye la palabra drogas piensa solamente en el señor de la jeringuilla, pero no se acuerda del alcohol, de los psicofármacos, de la cocaína, de las drogas de diseño, etc. La definición de drogas duras y blandas también es un error, porque la adicción es la misma. Por otro lado se está hablando mucho de la prevención y esto es bueno, pero una vez que el problema se ha desencadenado nadie sabe que hacer con estos enfermos. Solo los puede ayudar un buen tratamiento.
Gema Castellano
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