El masivo No en los referendos de Francia y Holanda ha abierto la mayor crisis que haya tenido el proceso de integración europea en medio siglo, ha mostrado la impopularidad de varios gobiernos y el distanciamiento de los principales partidos frente a su electorado, producirá un bajón del euro, estancará y debilitará a la UE impidiendo una nueva ampliación hacia el este en el futuro inmediato, e incentivará a que crezcan corrientes radicales en la derecha nacionalista anti-inmigrante y en la izquierda anti-globalizante.
La constitución europea fue el fruto de una esforzada convergencia entre los 25 gobiernos de la UE y entre las grandes 4 fuerzas pan-europeas que van de la centro-derecha a la centro-izquierda (derecha ‘popular’, liberales, demo-cristianos y socialdemócratas). Creaba una presidencia fija y un ministro común de relaciones exteriores, eliminaba varios vetos nacionales y creaba normas conjuntas para el desarrollo de la ‘libre empresa’.
En Febrero España votó 77% a favor de dicha constitución en un referendo con mucha abstención (58%). Otros nueve países (Austria, Alemania, Grecia, Hungría, Italia, Latvia, Lituania, Eslovaquia y Eslovenia) la han suscrito con votaciones parlamentarias que van entre el 80% y el 95%. Sin embargo, las primeras dos veces en que una mayoría del electorado acude a pronunciarse al respecto el No es multitudinario. El domingo 29 de junio en Francia sufragó el 70% y el No ganó con un 55%. El miércoles 1’ de junio el 63% de los inscritos holandeses votaron y de ellos un 63% lo hizo por el No.
El No ha derrotado a partidos que son la abrumadora mayoría en sus respectivos parlamentos. Esto demuestra un creciente divorcio entre los principales partidos de Francia y Holanda y su población.
Los dos No, a su vez, se han basado en dos fuerzas irreconciliables. Inicialmente el principal promotor del rechazo a la carta magna ha sido la izquierda no gubernamental.
En España fue impulsado por comunistas, disidentes socialistas y la izquierda nacionalista republicana vasca, gallega, catalana y de otras minorías nacionales. En Francia se fortaleció con el apoyo de importantes alas socialistas y verdes y por el trotskismo (quien puede aglutinar un 10% del electorado). En Holanda el Partido Socialista lideró el campo izquierdista pro-No.
Sin embargo, la ultra-derecha nacionalista también ha cuestionado la constitución argumentando que ésta abre las puertas a Turquía y a más inmigrantes y reduce parte de la soberanía nacional. En Francia los xenofóbicos hicieron su propia campaña separados de los ‘rojos’. En Holanda los discípulos de Pim Fortuyn fomentaron el temor al arribo de más musulmanes. Sectores clericales y anti-clericales cuestionaron la nueva carta ya sea por no ser suficientemente cristiana o por poner en riesgo leyes liberales holandesas en pro de la eutanasia, la legalización de la marihuana y los ‘barrios rojos’.
El Sí no ha obtenido el respaldo de la mayoría de la población en ningún país. Hoy, existe una tendencia hacia el crecimiento internacional del No y que ello exprese un descontento continental. Berlusconi atraviesa por una fuerte crisis en Italia, Schroeder ha debido adelantar las elecciones generales alemanas tras perder en uno de sus bastiones y Blair cuenta con el gobierno menos votado de la historia británica reciente.
Por ello es posible que se cancelen los referendos checo, británico y polaco. La cumbre europea del 16-17 de junio buscará salvar algunos puntos de la constitución e ir hacia una redefinición al nivel de los gobiernos.
El veredicto popular franco-holandés ha sepultado el sueño de ir ponto a un gran supra-estado que lograse incorporar a sus candidatos Croacia y Turquía y después al oeste balcánico, Moldova y Ucrania.
Turquía quiere incorporarse a la UE para ser su segundo miembro más poblado y su único componente que proviene del ‘Tercer Mundo’ y del Islam. Sus bajos salarios y sistema social y su régimen no muy secular y democrático producen muchas resistencias. En Francia y Alemania Chirac y Shroeder (que son pro-turcos) podrían acabar siendo remplazados por Nicholas Sarkozy y Angela Merkel más reacios a Ankara.
La UE ha demostrado tener varios niveles que ahora podrían distanciarse. El núcleo basado en el euro, en una política exterior más crítica a EEUU y en un sistema de mayores beneficios sociales podría ir hacia fortalecer el eje franco-germano con una chancillería y fuerza armada comunes, frente a una periferia pro-EEUU y más ‘neo-liberal’.
La muerte de la constitución europea recibirá reacciones mixtas en el mundo. En EEUU algunos neo-conservadores querrán sacar provecho de ello para evitar un posible contrapeso a la mega-potencia, mientras que, por otro lado, se afecta a un bloque que está ayudando a Washington a expandirse hacia el este.
En Latinoamérica algunos lo verán como algo positivo pues se rechaza una carta magna que incorpora a Las Malvinas al territorio europeo. Lulistas y chavistas han sido huéspedes de partidos ‘anti-neoliberales’ europeos que propiciaron el No. En otros círculos se verá el No como un mal ejemplo al proceso de integración latinoamericano. Algunos sacarán como conclusión que es mejor un bloque más social y autónomo y otros insistir en que es preferible tratados de libre comercio con EEUU.
Isaac Bigio
Analista Internacional
