"El estudio se limitó a analizar potencias individuales mayores a 2 MW con caudales superiores a 4 metros cúbicos por segundo, pero si se incluye el resto de los caudales la potencia podría multiplicarse hasta, incluso, satisfacer los requerimientos eléctricos de Chile", señala Carlos Croxatto, ingeniero civil que participó en la investigación. La fórmula ya tiene éxito en otros países. El mejor ejemplo es Alemania que construyó 5 mil microcentrales, con un potencial total de 4 mil MW. Y en Chile, la disponibilidad de agua es mucho mayor.
"La construcción de pequeñas centrales contribuye a la seguridad energética y a la sustentabilidad; no obstante, los grandes bloques de energía deben ser provistos de fuentes tradicionales como las grandes obras hidroeléctricas y el desarrollo térmico", dice Jaime Bravo, jefe del área de medio ambiente y energías renovables de la CNE. Los grandes "peros" de este esperanzador diagnóstico es la falta de dinero y la situación existente con los derechos de agua que se requieren para acometer las obras. Construir una de estas centrales puede llegar a costar el millón de dólares, y actualmente se encarecen hasta US$ 3 mil más por el alza de costos y el valor del dólar.
En este escenario, la generadora Colbún e Independencia Fondos de Inversión firmaron un acuerdo para implementar proyectos de Energías Renovables No Convencionales (ERNC) por US$ 100 millones. "El Fondo está evaluando distintas inversiones, principalmente hidroeléctricas. Hemos visto proyectos muy atractivos y este año esperamos concretar dos de ellos y el próximo tres. En total serían 50 MW y estamos abiertos a conversar con dueños de derechos de agua o de proyectos", dice Ivars Grinbergs de Independencia.
Como estas centrales hidroeléctricas son más pequeñas, no se requieren grandes caudales. "Si se planifica la incorporación de un mayor número de centrales hidroeléctricas de pasada – sin embalses- que además, puedan asociarse al riego, se posibilita el ahorro de agua. Por otra parte, la introducción al mercado del agua de obras complementarias de regulación horaria posibilita el multiuso de este recurso, sin perjudicar al agro", agrega Croxatto.
Existe, desde hace algunos años, un problema con los agricultores que iniciaron una verdadera carrera por registrar, comprar y vender derechos de agua. "Hemos visto algunas transacciones grandes y hay inversionistas que han acumulado gran cantidad de derechos con potencial hidroeléctrico de todos los tamaños. Como es un mercado con poca información de precios, se ha favorecido la especulación y, por ende, al sobreprecio de las aguas. Esto ha retrasado los proyectos. Muchos han intentado hacer un camino propio y se han encontrado con muchos problemas como escasez de ingeniería y de equipos", explica Grinbergs.
En muchos casos los propietarios no aprecian la potencialidad de disponer de agua con posibilidad eléctrica y, además, la ley actual no los incentiva a participar en proyectos hidráulicos. "Los propietarios de derechos de agua deben pasar por una onerosa y exigente obligación impuesta por el nuevo Código de Aguas, que obliga a perfeccionar los derechos e inscribirlos en el Catastro Público de Aguas. Sólo el 5% de ellos tiene perfeccionados sus derechos y el resto no está dispuesto a pasar por este largo proceso. Eso se ha transformado en un gran entrabamiento legal para materializar obras que podrían satisfacer los requerimientos de Chile", concluye Croxatto.
Al parecer falta mucho camino por recorrer, pero desperdiciar el agua de los canales de riego, es un lujo que Chile no puede darse.