El Fondo Monetario Internacional, FMI, estima que Chile es una de las economías mejor preparadas, no sólo de la región sino del mundo para sortear de buena manera este desaguisado. Como ya comentamos en semanas anteriores, esto no significa que el país sea inmune, sino que cuenta con fundamentos económicos sólidos que le permitirían resistir en buena forma los embates vengan de donde vengan.
El sistema financiero chileno no sólo es solvente, cuenta con suficiente liquidez tanto en moneda extranjera como local y está operando con absoluta normalidad, circunstancia que ha sido ratificada por la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras, SBIF, ente público y autónomo, creado en 1925, cuyo jefe superior es el Superintendente, quien es nombrado por el Presidente de la República. El mandato que le impone la Ley General de Bancos a la SBIF es supervisar las empresas bancarias y otras instituciones financieras, en resguardo de los depositantes u otros acreedores y del interés público.
La SBIF, confirmó que los clientes de la banca local en Chile están recibiendo financiamiento adecuado, "dentro de la prudencia esperada para este tipo de situaciones de origen internacional". En un comunicado, la Superintendencia, añadió que "se debe tener presente que nuestro sistema bancario nacional está inserto dentro del contexto de una economía globalizada, y por tanto, no podemos abstraernos de los ciclos mundiales", dijeron.
Nuestro Ministro de Hacienda, Andrés Velasco nos decía desde Washington DC, Estados Unidos, en el marco de Reunión Anual de la Junta de Gobernadores del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, la importancia de que las economías mundiales lleguen a un acuerdo y trabajen en conjunto ante el complejo escenario económico internacional.
Añadía el Ministro Velasco, que”existe consenso respecto de la importancia de que los mecanismos de provisión de liquidez funcionen oportunamente a nivel internacional y obviamente en los diferentes países de la región y la importancia de asegurar que esa liquidez llegue a quienes más lo necesitan, es especial a las empresas medianas y las empresas de menor tamaño para abordar de un modo ordenado una situación que es muy delicada”, puntualizo.
La industria bancaria chilena descansa asentada sobre pilares sólidos, lo cual le debiera permitir hacer frente con sosiego a lo momentos más negativos del ciclo en que estamos inmersos.
A su vez el Banco Central, flexibilizó transitoriamente las normas del encaje que deben mantener los bancos, ampliando la posibilidad de constituirlo en otras monedas distintas al dólar, para quitar presión sobre esa divisa en el mercado local. Como también, en su reunión de la semana pasada mantuvo la tasa interbancaria en el 8,25%
Por su parte el Gobierno está coordinando con el Banco Central un mecanismo para subastar depósitos del fisco en dólares, una medida que inyectará liquidez en divisas estadounidenses al mercado local, luego de que realizara depósitos de corto plazo en cuatro bancos del país por US$ 1.050 millones.
Más allá de lo inmediato, Chile puede aportar soluciones a la actual crisis financiera. Recordemos el colapso económico de nuestro país en 1982. El resultado del plan puesto en marcha mantuvo el libre mercado, y ha ido más allá de la simple supervivencia del sistema, ha crecido expandiéndose.
En aquel entonces se intervinieron algunas instituciones, se compraron carteras vencidas, se impusieron nuevas regulaciones, para luego pasado el susto se reprivatizaron recuperando el estado el dinero anticipado.
Hoy, los Gobiernos hablan inyectar dinero público a cambio de la nacionalización parcial o total de los bancos con más problemas, como a la compra directa de activos tóxicos con fondos públicos.
Chile, proveyó, en aquella época, préstamos garantizados a las instituciones en problemas como una forma de recapitalizarlas. El colateral en contra de los préstamos serían los activos del banco pero la transacción sería similar a un "acuerdo de recompra".
Es cierto que el gobierno intervino directamente en dos bancos, dejando sin capital a los accionistas, reemplazando al equipo de gestión y nacionalizando las firmas. Estos bancos luego fueron reprivatizados en una venta que ofreció incentivos tributarios para alentar a los chilenos a participar en la subasta. El resto de los numerosos bancos que estaban en problemas fueron tratados de manera diferente. El gobierno suministró préstamos que fueron garantizados por los activos bancarios, en un acuerdo que estipulaba que los bancos recompararían posteriormente esos activos.
Las crisis suelen representar cambios, de estos nacen indefectiblemente oportunidades. Más que amargarnos veamos lo positivo que hay tras esta hecatombe, seguro que surgirán nuevas formas de hacer negocios, se reforzaran las estructuras de las empresas, se buscaran canales alternativos y por sobre todo nuevos mercados.