éstas causan una reacción que envía señales al cerebro y desencadena la liberación de endorfinas. (New Scientist, 19/26 Diciembre 1998 p. 5 y The Journal of Neuroscience, 15 de septiembre de 1999, p.8134)
La idea de Maitland fue incorporar esa sensación placentera -que algunas personas interpretan como un picor suave- en un vodka premium. "Hacer un vodka espumoso que cree una reacción en cadena que conduzca a la liberación de endorfinas, que proporciona una sensación placentera en el consumidor", dice Maitland. "Al principio había demasiadas burbujas y lo que conseguimos fue una sensación ‘dura’, incluso molesta… desagradable al paladar, por lo que el nivel de carbono tuvo que ser cuidadosamente calibrado. "
Más de dos años fueron necesarios para perfeccionar el método e insuflar el volumen y tamaño de burbuja correcto hasta llegar a patentar el producto en 2003.
Poco después de comenzar a comercializarse en Europa el Vodka O2 -en 2002- la empresa comenzó a recibir numerosos e-mails de clientes en los que explicaban lo mucho que habían disfrutado de la chispeante sensación de las burbujas y cómo, inesperadamente, se habían sentido más sensuales y apasionados tras su consumo.
"Al principio no prestamos mucha atención a este tipo de mensajes pero poco a poco comenzaron a ser más frecuentes, llegando a convertirse practicamente en un fenómeno" ha explicado Maitland.
Al parecer las cualidades únicas de este vodka, generadas tras su destilación, se ven potenciadas por la acción de las burbujas…
"El efecto es una electrizante reacción que estimula y excita los sentidos" comenta Maitland
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