¿Cómo se consigue cambiar el “chip” para pasar de gobernar “a lo macro” a gestionar “lo micro”? Yo tuve cuatro años para acostumbrarme. Los ciudadanos, con buen criterio, decidieron no darme los votos suficientes la primera vez que me presenté; y en consecuencia, he estado cuatro años en la oposición. Esto, en una ciudad como Zaragoza, si te lo tomas en serio, da para mucho. Para aprender todo de la ciudad y poder hacer una planificación sensata sobre qué hacer cuando se ganan las elecciones. En la siguiente ocasión los ciudadanos decidieron que sí podíamos poner en marcha nuestro proyecto. De ahí que haya podido lanzarse a mucha velocidad. En estos tres años y medio de legislatura hemos podido poner en marcha todos los proyectos que teníamos en la cabeza. Proyectos de una importancia sobresaliente.
¿Por ejemplo?
Había que poner en marcha El Plan de Riberas del Ebro -el Huerva, el Gállego y el Canal Imperial-; debíamos impulsar la totalidad de la urbanización del meandro de Ranillas, que ya supone dimensiones del tamaño del Parque del Retiro de Madrid; impulsar también el conjunto de obras globales que había a través de otras sociedades como la sociedad de la alta velocidad, que tiene que planificar las obras que implican la llamada Milla Digital -una zona que no tiene precedentes desde un punto de vista urbanístico- y además esto va reforzado con otra serie de proyectos globales como el proyecto Plaza, los cierres de cinturones, la mejora del aeropuerto, etc. más el conjunto de plan de barrios, con más de 700 millones de euros de inversión, etc. La pelea es de un tamaño descomunal, pero había que hacerlo ahora. El problema es que en un período de tiempo muy corto hay que hacer el trabajo para el que se requerirían quince o veinte años. Hay que aprovechar la oportunidad que da la Expo para propiciar toda esa serie de programas del conjunto de las Administraciones Públicas. La suerte es que ha estado acompañado de la iniciativa privada, que se han comportado de una manera excelente posibilitando un crecimiento planificado y sostenible.
¿Un crecimiento diferente al de Madrid o Barcelona?
No queremos que Zaragoza sea como Barcelona o Madrid. Nos conformamos con una ciudad entorno al millón de habitantes, un horizonte estratégico a quince o veinte años, porque es el tamaño ideal de ciudad. Posibilita las ventajas de la metrópoli sin ninguno de los inconvenientes de la gran metrópoli. Tampoco queremos un crecimiento demasiado acelerado.
¿Han entendido los ciudadanos bien su proyecto de ciudad?
Es muy complicado darse cuenta de todo lo que se está haciendo. Frente al Ayuntamiento verá, organizado por la Cámara de Comercio, un intento de enseñar todo lo que está ocurriendo en Zaragoza al mismo tiempo. Habría que coger un helicóptero y verlo zona por zona. Hay consciencia de las grandes obras de la Expo y de lo que ocurre en cada barrio; pero del conjunto es muy difícil tener una perspectiva clara. Lo estamos intentando por vías promocionales pero no es fácil lograr que el conjunto de la ciudadanía se entere de todo lo que está ocurriendo. Para que ningún distrito se quede al margen de la fiesta de la Expo se han realizado planes de inversiones específicas. Un trabajo menudo pero imprescindible. Con esto conseguimos que los beneficios de La Expo no queden concentrados en sólo algunas zonas de la ciudad. Es cierto que a la gente le queda en la retina lo que es más obvio, lo que formará parte de la iconografía de la ciudad para siempre -la Torre del Agua, el Pabellón de España, el Pabellón de Aragón, el Palacio de Congresos, etc.- pero también nos ocupamos de lo pequeño.
Lo cierto es que no es fácil comunicar su proyecto. ¿Cree que los ciudadanos pueden llegar a castigarle en las próximas elecciones por esto?
Lo que es evidente es que nuestro objetivo no es el 2007, la época de elecciones, sino que nuestra fecha como prueba de gobierno es el 2008. Las cosas son así. Eso no se elige. Es obvio que para la ciudad lo importante es el 2008. En 2007 los ciudadanos elegirán a quién crean oportuno, pero en términos de historia, de visión de ciudad, lo que importa es 2008. Es verdad que en el 2007 no estará inaugurado casi nada de lo que está relacionado con la Expo. Estará todo en obras. Desde un punto de vista de la tradición política, esto es contrario a lo que dice “el libro político”, pero nosotros no estamos para leer el libro tradicional sino para poner a la ciudad en su sitio. En 2008 es cuando la ciudad se la juega. Que a partir de ahí haya ciudadanos que castiguen el estado de obras sin ver los resultados, es posible. Estoy convencido que habrá otros muchos ciudadanos que se darán cuenta de la apuesta de fondo. No estamos practicando política de imagen. Yo estoy tranquilo y no me preocupan las elecciones. Me preocupa la Expo.
La Expo y su modelo de ciudad, imagino. Dígame. ¿Hasta qué punto las ciudades deben tener más representación en el Senado y por qué?
Se lo diré de un modo obvio. ¿Verdad que ha habido hasta tres reformas en el sistema de la financiación de las Comunidades Autónomas?. Pero todavía no ha habido una financiación de las Entidades Municipales. La financiación de las ciudades es un desastre. Se encomienda a realizar funciones de todo tipo y jamás el Estado o las Comunidades Autónomas se han molestado en crear un sistema de financiación razonable; que no obligue a la ciudad a estar permanentemente al borde del caos económico y financiero. Porque realmente estás permanentemente sin poder cubrir el conjunto de necesidades que tienen sus ciudadanos.
¿Por qué ocurre esto?
Porque en las Comunidades Autónomas sí que hay incidencia directa en tener diputados y senadores, y como consecuencia de esto, siempre se las tiene en cuenta. No es casual que se realicen las reformas siempre con el Estatuto de Autonomía de Cataluña, antes con el del país Vasco, o en cualquier lugar donde se puedan producir votos necesarios para la gobernabilidad del país. Mientras los Ayuntamientos de las grandes ciudades que representamos intereses absolutamente mayoritarios en el estamento de la ciudad no tengamos que ser tenidos en cuenta forzosamente porque nuestro voto cuente, nuestra capacidad económica seguirá siendo extraordinariamente reducida. Eso quién lo paga son los ciudadanos.
¿No hay dinero para solventar los problemas de los ciudadanos?
El 80% de los problemas reales de la gente depende de lo que hagamos en su ciudad. Eso es un hecho, y sin embargo, somos un poder real marginado del poder institucional. Mientras no tengamos nuestros propios senadores no tendremos voz en el conjunto de la política general. Estoy cansado de escuchar decir a todos los partidos políticos que arreglarán el tema de la financiación local y después no hacen nada. El porcentaje de gasto público que representa el gasto municipal sigue estancado mientras que el que representa al gasto autonómico se incrementa periódicamente de manera masiva. Solo crecen las autonomías, no las ciudades. Un error. Porque la sociedad que tenemos hoy es una sociedad de ciudades.
¿Sociedad de las ciudades?. Explíqueme.
No se trata de volver al concepto de la ciudad-estado: al Renacimiento. Las nuevas ciudades ya no necesitan de un Estado en el sentido tradicional. No se trata de ciudades soberanas que actúan cada cual dentro de su ámbito; que fue el concepto tradicional de ciudades-estado. Ahora somos ciudades en red. Nuestra fuerza reside en que estamos permanentemente haciendo posible ese tópico real de hacer compatible lo local y lo global. Eso solo se logra en la ciudad, que es capaz de conectar con otras ciudades e interrelacionarse con ellas. Hasta el punto de que gran parte de las decisiones empresariales más importantes que hoy se adoptan se basan en factores locales.
¿Los empresarios eligen una ciudad en base a qué?
A la hora de la verdad una empresa para instalarse lo que va a mirar es la calidad de vida de esa ciudad, el grado de madurez de sus sindicatos, el nivel de seguridad ciudadana, la flexibilidad del ayuntamiento en materia de licencias urbanísticas o su capacidad para apoyar sus necesidades tecnológicas, etc. Estos factores son los que deciden si las empresas se quedan o no. No se nos reconoce en términos jurídicos las competencias que realmente ejercemos. Hoy la verdadera competición es entre ciudades. Nos jugamos todo. La inversión, la inteligencia, la importación o exportación de talento etc. Esta es la batalla real.
Esa es la cuestión. ¿Cuál es su plan para competir con ciudades como Barcelona o Valencia?
Nosotros tenemos una situación especial. Tanto Valencia como Barcelona son ciudades que ya están enclavadas. Sus posibilidades de crecimiento son muy reducidas. En el proyecto del Forum, por ejemplo, Barcelona tuvo que pactar con el Ayuntamiento vecino, porque dentro de su casco urbano sus posibilidades de renovación son muy pequeñas. Otro tanto ocurre en el caso de Valencia. Está rodeada por un entorno metropolitano que limita las posibilidades de crecimiento. Nosotros tenemos todas las opciones abiertas. No tenemos límites, exceptuando el que razonablemente nos autoimpongamos, porque el crecimiento debe ser sostenible tanto en términos demográficos como medioambientales o económicos. De hecho tenemos unas perspectivas de inversión en pública y privada extensibles hasta el 2015, y ya solo en este momento estamos por encima de los 9.000 millones de euros. Esto implica un porcentaje de inversión por habitante que no tiene igual. Esta década es de la ciudad de Zaragoza.
¿La década digital?
En la Milla Digital vamos a hacer un espacio competitivo en grado extremo con Madrid y Barcelona para determinados sectores empresariales relacionados con la sociedad de la información, temas audiovisuales u otras materias en las que podemos llegar a ofrecer a una hora y diez minutos de su ciudad un producto de mayor calidad, mayores prestaciones tecnológicas y más bajo coste. En este ámbito concreto sí que vamos a ser competitivos. La nueva industria de la información es nuestro reto competitivo. Estará tan cerca de Madrid o de Barcelona como algún polígono de la propia ciudad. Esto será una realidad al final del año. Queremos que los universitarios se queden.
En una ocasión Joan Clos, cuando era alcalde de Barcelona, me decía que el conocimiento no era propiedad de nadie. Que había que conservarlo. ¿Opina usted lo mismo?
De hecho Clos inició un programa que se parece bastante, el 22 Arroba, con una diferencia a nuestro favor. él partía de un barrio ya hecho, construido y deteriorado, que tuvo que rehabilitar y volverlo a incorporar a un mercado renovado con mecanismos parecidos a los que nosotros tenemos. Nosotros partimos del suelo puro y duro. No tenemos más que un espacio enorme y vacío, que era el que ocupaban las instalaciones ferroviarias. La planificación desde el principio es más barata y más coherente porque desde el principio se planifica la totalidad del proyecto. Yo siempre le decía que mi proyecto siempre sería más competitivo que el suyo, porque los costes originarios son menores y el nivel de planificación que se puede lograr es distinto.
Un proyecto muy a largo plazo.
Queremos que sea el gran proyecto post-Expo junto al Plan de Movilidad. Un problema real que han tenido siempre las exposiciones internacionales es el día después. Nuestro día después es La Milla Digital más el Plan de Movilidad. Zaragoza es una ciudad que no tiene cercanías, por ejemplo. Afortunadamente hemos logrado que el Ministerio de Fomento entendiera que había que incluir Zaragoza en el Plan de Cercanías; pero también incorporaremos Metro y Tranvía. Las dos opciones según convenga. Este conjunto en el sistema de movilidad, presupone, una vez terminado, no antes; una peatonalización intensa de todo el casco histórico. La peatonalización hay que hacerla cuando se puede. Y se puede cuando hay un sistema de transporte público eficaz que permita la movilidad. La Milla Digital y el Plan de Movilidad son los que garantizan ese flujo de inversiones continuadas hasta 2020. Son el futuro de la ciudad y las dos grandes apuestas.
¿No se ha pasado un poco calificando a Zaragoza como modelo de Ciudad del Conocimiento del s.XXI?
En esta vida la única forma de no llegar a un sitio es no proponérselo. Eso sí que está garantizado. Si yo no tuviera un mínimo de ambición para mi ciudad, cambiaría de oficio. Desde un Ayuntamiento actual, o el alcalde ofrece una visión global de modelo de ciudad o no está cumpliendo su trabajo. Los alcaldes ya no son lo que eran en el siglo pasado. Un alcalde debe ser alguien que tiene proyectos globales a largo plazo.
¿Quizás el problema sea que usted es un alcalde adelantado a su tiempo?
Es posible. Me ha pasado casi siempre. A lo largo de mi vida todo el mundo ha dicho que yo era ciertamente visionario. Lo que ocurre es que las visiones que tengo luego las realizo. Tenga en cuenta que con La Expo la ciudad me tomó el pelo durante un año de manera masiva, porque el aragonés es partidario del escepticismo como ideología y creo que en ocasiones con razón. A veces se han ofrecido cosas que no se han hecho. Ahora hasta el más escéptico sabe que ahí tenemos La Expo y que además vamos a ser la sede del Secretariado Internacional del Agua de la ONU, etc. Todo eso que eran teorías de visionario, ahora son hechos. La Milla Digital será una zona que anticipará los barrios de finales de siglo y, por descontado, terminaremos con este gran plan de movilidad. No hay ninguna duda.
Tengo la sensación de hablar con alguien que gobierna su ciudad a lo macro.
Más que gobernar, la palabra correcta es liderar. A mi me importa tanto lograr que un empresario privado haga Puerto Venecia como conseguir que el Gobierno de la nación ponga el dinero para hacer los cinturones, o conseguir que la Administración Autonómica se implique en la construcción de un excelente Palacio de Congresos y lograr que las propias inversiones municipales se dirijan en un sentido o en otro. Yo no diferencio. A un alcalde lo que le debe importar es la ciudad, sin fijarse tanto en las competencias. El alcalde debe liderar, movilizar y permitir que los proyectos evolucionen.
¿Se vende bien Zaragoza en el exterior?
Ha sido siempre el defecto de Zaragoza. La ciudad nunca se ha preocupado de los temas de proyección exterior, o, mejor dicho, no se ha preocupado lo suficiente. La Expo, además de otras muchas cosas, es una gran operación de imagen. El día que planificamos competir seriamente por la Expo no fue, aunque también, porque sabemos que ganar es la única forma de que después otras administraciones inviertan dinero en una ciudad, sino no ponen un duro, – ya sabe usted la crueldad de otras administraciones frente a la pobre administración municipal -, sino para invertir en imagen. Una ciudad no puede sobrevivir si no tiene una proyección tanto nacional como internacional suficiente. La Expo es la gran operación de lanzamiento que esperamos tenga continuidad en el tiempo.
Déjeme intercalar una pregunta doméstica entre tanta globalidad. ¿Qué ocurre con su proyecto de Tranvía?
Yo quiero las dos cosas: Metro y Tranvía. El Metro en lo que es la línea este-oeste, la que está fuera del casco histórico; y el Tranvía en la línea norte-sur, que pasa por el centro histórico. Por muchas razones, pero fundamentalmente porque el Metro en la línea norte-sur tiene un coste económico y una complejidad a los que yo no quiero someter a la ciudad. Habría que bajar casi veinte metros para sortear el nivel freático del Ebro y nos podemos encontrar con problemas que supongan un coste financiero desorbitado. Además, tener el Metro a más de veinte metros de profundidad no es ni cómodo ni adecuado desde el punto de vista de la seguridad. Pero hay otro problema. Los restos históricos del centro no nos permiten trabajar con fluidez.
Su idea ha generado mucha crispación en el PP.
Hay una concepción más de fondo que no le quiero ocultar. En general, las concepciones conservadoras tienden a pensar en una ciudad para los coches. Y es verdad que el Tranvía no es una apuesta por el coche privado, sino por el transporte colectivo de calidad. Para los conservadores, cualquier opción que cuente con la posibilidad de reservar el centro para bicicletas, peatones o Tranvía no es buena. Esta es una apuesta progresista y no les gusta. La gente piensa que ya no existe “lo progresista” y “lo conservador”, y yo le digo que sí. Por ejemplo, en temas de movilidad, es casi sintomático.
¿Es usted consciente de lo polémico que puede llegar a ser solamente diciendo una frase?
Si. Por supuesto. Llevo toda la vida así. Seguro que eso ya no tiene arreglo. Acabo de cumplir 57 años y empecé en la cosa pública cuando tenía 23. Estoy acostumbrado a que cuando uno tiene posición generalmente genera partidarios y no partidarios. Los que no generan eso son los que no tienen ni posición ni criterio. Hay profesionales de la política que creen que eso es lo correcto, porque así se dura más. Yo nunca he pretendido durar. Trato de hacer cosas. Y honradamente, donde estoy ahora trato de hacerlas. Esto supone tener criterio, porque de lo contrario no se mueve nada. Tenga en cuenta que mover cualquier cosa es muy complicado. Hay que sacudirse muchas sinergias de todo tipo. Todo conspira para que nada cambie. Hacer que las cosas cambien, evolucionen o progresen, implica un esfuerzo de voluntad enérgico y concentrado.
Se ha integrado el resto de Aragón en el proyecto Expo?. ¿Entienden los habitantes el proyecto?
Que los habitantes de Aragón lo están entendiendo, desde luego. Los controles que tenemos de opinión nos dicen que lo entienden y lo aceptan incluso mejor que los zaragozanos. El porcentaje de aragoneses partidarios de la Expo es mayor que el porcentaje de zaragozanos, que, por cierto, ya es alto. Está en más de un 80%. Para el conjunto de los aragoneses Zaragoza es de verdad su capital y se sienten profundamente orgullosos.
¿Cree que algún otro alcalde que no fuera usted podría terminar su proyecto de ciudad?
Los proyectos tienen un liderazgo y es muy complicado desvincular el proyecto del líder. Eso ya no funciona así. Mi proyecto, o lo realizo yo o no lo realizará nadie más. Si gana otro tendrá que hacer su proyecto, no el mío. Porque en definitiva, es imposible intentar realizar las agendas de terceros. Líder y proyecto van juntos en el mismo paquete.
Gema Castellano

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