A Chile había llegado en 1991, siguiendo a una chilena a la que había conocido mientras vivía en México, y apenas pudo, comenzó a hacer negocios. Decidió probar suerte en el rubro inmobiliario, y para comenzar compró un terreno en Batuco, que luego parceló y vendió. Lo que hizo en Illapel fue replicar la buena experiencia que ya tenía.
Estaba trabajando en su nuevo proyecto cuando en 1995 se ganó US$ 1 millón gracias a un boleto premiado del Loto. Inmediatamente comenzó a invertir: pagó lo que debía del terreno, le hizo algunas mejoras al loteo que estaba haciendo y terminó de construir, aunque con mejores terminaciones, la casa patronal que estaba edificando para él en el lugar. Pero no sólo eso. Con el premio aprovechó de viajar, y conoció, por ejemplo, Buzios en Brasil, Playa Tambor en Costa Rica y Cancún en México. Fueron esos paseos los que le dieron a Domenech la idea de hacer un complejo turístico de condiciones similares en Illapel.
Tibidabo -igual que el cerro que en Barcelona mira al mar Mediterráneo y a la ciudad y que en latín significa "te daré"- fue el nombre que escogió para el resort que construyó a pocos minutos de Illapel y sobre un cerro. En 2000 comenzó a trabajar en la construcción, pero problemas con la obtención de algunos permisos lo hicieron detener las obras durante casi un año. Sólo en 2002 pudo inaugurar parte de su proyecto, "porque tener paradas las obras me afectó económicamente", cuenta.
Con el restaurante y algunas cabañas comenzó a funcionar, pero su idea inicial incluía una piscina, canchas de tenis y hasta un minigolf. "La idea era terminar todo el proyecto, tener itinerarios turísticos, hacer excursiones a la cordillera, ver los petroglifos… todos los lugares son bonitos si alguien es capaz de vender el cuento", dice el empresario Miguel Domenech.
Aunque no ha podido terminar lo que empezó, espera durante este año o el próximo construir nuevas cabañas y una piscina en forma de riñón, con un bar acuático para así romper con la estacionalidad y recibir, además de vendedores, a organismos de gobierno, empresarios, trabajadores de las mineras de la zona, a familias o personas que decidan ir a pasar ahí sus vacaciones.
Así hoy las cabañas y el restaurante donde ofrece paella y otros platos españoles están mayormente ocupados en días laborales. Unos $100 millones es lo que calcula que tendrá que invertir para hacer las nuevas obras. Pero convencido de que a punto de cumplir 70 años ya no tiene la misma energía de antes, está buscando una buena fórmula para hacerlo.
Aunque prefiere no hablar de vender, sí habla de tener un socio que esté en el día a día del negocio para poder ser un poco más "independiente".
