"Para evitar una tercera quiebra, debía guardar la materia prima, la miel, cosa de tener un capital de trabajo y busqué formas de agregarle valor", explica Manuel Allende. Se lanzó entonces en una carrera de investigación e inventos, buscando destronar los métodos tradicionales y construir una metodología más acorde con la apicultura orgánica que quería realizar.
Ya ha desarrollado 18 nuevos productos -no sólo comestibles, sino también cosméticos- y 7 metodologías actualizadas, en proceso de patentamiento.
El primero fue la de elaboración del propóleo sin alcohol, el que hasta qué el lo descubrió era básico para obtenerlo. Su siguiente salto fue dejar de utilizar el ahumado que, a través de la quema de guano, busca aturdir a las abejas y poder sacar la miel con menos riesgo de picaduras.
Inventó, también, un sistema que cambió la forma de extracción del polen desde la colmena. Actualmente se utilizan trampas que lo recolectan desde fuera de las colmenas. El suyo permite sacar el que está adentro, más puro y enriquecido por los procesos de las abejas.
A Rodrigo Stanger, lo conoció cuando llegó de vacaciones a una de sus cabañas. Stanger trabajaba en una empresa para ayudar a las PYMES a concretar sus proyectos. "Veía que todos teníamos el mismo problema: buenas ideas, hacíamos las innovaciones pero no las capitalizábamos. La innovación no trascendía por que no sabíamos hacer lobbys, para hacer los contactos se requiere ir a la ciudad y para eso nadie tiene tiempo", explica Manuel Allende. Se asociaron y formaron Reino Apícola.
El objetivo: revolucionar la apicultura orgánica, industrializarla y exportar Se demoraron en poder concretar el proyecto. Faltaban recursos. Pero en octubre de 2008 lograron el financiamiento, a través la Incubadora de Negocios de la Universidad Federico Santa María lo que les permitirá hacerlo a mayor escala, para de esta forma poder compartir la tecnología con otros productores y obtener un volumen. Si lo consiguen, podrían exportar este año.