Son los babyfoods, preparados específicos para guaguas, el nuevo nicho al que apunta la industria de los alimentos. Ocurre que, a pesar de los esfuerzos realizados en los últimos 4 años, las expectativas de convertir a Chile en una potencia alimentaria y estar entre los top ten exportadores de alimentos a nivel mundial, todavía se ven lejanas. De hecho, sólo se ha subido del lugar 17 al 16 de la lista.
Para este año se espera que el sector agroalimentario genere US$ 12 billones, de los cuales US$ 1,7 billones corresponden a alimentos procesados. Pero, hasta ahora y exceptuando el vino, Chile es conocido principalmente por sus productos menos elaborados, que con la irrupción de nuevos competidores como China, han perdido demanda, básicamente porque es difícil pelear contra sus precios.
"El sector de las hortalizas congeladas y deshidratadas se ha visto complicado porque, a pesar de que las características de inocuidad y buenas prácticas agrícolas que tiene Chile son reconocidas a nivel mundial, el precio que alcanzan los productos chinos, por ejemplo, es muchísimo menor", explica Cristián Alemparte, gerente comercial de la división agroindustrial de empresas Carozzi S.A., la que a través de la filial Agrozzi es el mayor productor mundial de pulpa de fruta mediterránea para babyfood.
Estaba claro entonces: había que reinventarse. La respuesta pasó por enfocarse a nichos que aprecien y requieran las características de los productos chilenos, por las que estén dispuestos a pagar un poco más. Ahí aparecieron los babyfoods, alimentos dirigidos principalmente a los infantes y las mujeres embarazadas, por lo que exigen haber sido producidos bajo estrictas normas de sanidad e inocuidad.
Un nicho que paga y que ha crecido notoriamente durante los últimos años. "El mercado de los babyfoods está más desarrollado que el de los orgánicos, es lo que viene. Los orgánicos son productos 100% naturales, mientras que en los babyfoods se ocupan agroquímicos muy poco nocivos, muy dirigidos y en los que la trazabilidad es crucial. Es un mercado que viene muy fuerte en Europa, sobre todo en la parte occidental donde existe una gran preocupación por comer sano, sobre todo si se trata de alimentos para los niños", señala Cristián Gana, gerente agrícola de Invertec, una de las compañías que tienen esta nueva clase de productos en su oferta.
Son básicamente pulpas de manzana, de pera, durazno, damasco, ciruela, zapallo y betarraga, que se exportan principalmente a Estados Unidos, Latinoamérica, Rusia y Europa. En materia de sabores, el favorito indiscutido es la zanahoria. "Se trata de productos listos para el consumo, de alta calidad e inocuidad y que como los costos de producción y elaboración son más elevados, existe sin duda un sobreprecio que retribuye los esfuerzos", explica Ismael Ossa, presidente de La Rosa Sofruco.
Y aunque se trata de un nicho que comenzó a explotarse hace alrededor de 10 años, el salto fue reciente. "Empezamos a exportar hace alrededor de siete años. Entre nuestros clientes se encuentran, Gerber/Nestlé, Heinz y Beech Nut. El año 2004 exportábamos 2.300 toneladas de pulpas para babyfood, lo que significa US$1.300.000. En 2008 exportamos 17.000 toneladas, valorizadas en US$ 22.000.000. Es decir, en Estados Unidos, el negocio ha crecido 17 veces en los últimos 4 años", señala Cristián Alemparte.
La razón del éxito esta clara: Chile tiene condiciones especiales para ellos. "Contamos con grandes barreras naturales que limitan el ingreso de plagas y enfermedades, el uso de pesticidas y agroquímicos es mínimo", recalca Ismael Ossa.
Pero además hay un cambio cultural principalmente en América Latina, donde la costumbre de cocinar para el bebé se ha ido perdiendo, principalmente porque no hay tiempo. La mujer trabaja y ese ingreso extra da paso a que opte por comprar la comida hecha. Una tendencia arraigada en EE.UU.y Europa, donde existe un consumo cautivo, siempre y cuando se cumpla con las exigencias.
"Ponemos especial énfasis en resguardar todos los requerimientos sanitarios, trabajamos junto con las empresas que nos suministran la materia prima con el fin de tener total control de todo el crecimiento del fruto hasta el proceso final. Estamos atentos a todos los productos que se aplican en terreno, que son muy leves, de carga casi orgánica. Para los babyfood se ocupan productos naturales muy dirigidos, específicos y poco nocivos. La trazabilidad desde origen es vital, es la oportunidad que tiene Chile porque China aún no puede acreditarla", explica Cristián Gana.
Así, lo que hace diez años partió como una apuesta, hoy se consolida en una alternativa para productores y para la industria, que descubren en ellos una nueva forma de competir. Por el momento la manera de hacerlo está en generar más demanda en los mercados en los que ya se tiene presencia – Invertec, por ejemplo, crecerá 10% en Estados Unidos- y buscar otras oportunidades principalmente en Europa. Las perspectivas son tan atractivas que ya apuestan por un nuevo salto: sumar una oferta babyfood orgánica que podría comenzar a comercializarse ya el próximo año.