La industria forestal norteamericana descubrió que si mezclaba diésel con licor negro, la biomasa que queda de la producción de celulosa, podía reclamar la bonificación. La medida no sólo encendió las alarmas en Chile, sino que también en EE.UU., donde los grupos ambientalistas reclamaron que de esta forma se alienta el uso de combustibles fósiles, con cargo a quienes pagan los impuestos.
Para los maderos chilenos significa una distorsión de marca mayor en el comercio global. "El subsidio convierte a Estados Unidos el productor más competitivo de celulosa en el mundo, pero de forma artificial", explica José Rafael Campino, presidente de la Corporación de la Madera (Corma). De paso, representa una espada de Damocles para la salud económica de parte importante de las áreas rurales del país.
En las últimas décadas, la actividad forestal se volvió parte vital de los ingresos de los agricultores desde la VII a la IX Región. En la actualidad, los productores mezclan la producción de cultivos anuales, como el trigo, con plantaciones de árboles en sus campos.
-En términos prácticos, ¿cómo afecta el subsidio de Estados Unidos al sector forestal chileno?
‘La celulosa representa más del 50% de nuestras exportaciones. Hablamos de un problema mayor. Es un cambio completo de la estructura de costos de los forestales norteamericanos. Poniendo un ejemplo extremo, si el incentivo llega a US$ 300 dólares por tonelada de celulosa y hoy ésta cuesta US$ 550 la tonelada, el valor que estarían recibiendo sería de US$ 850 por tonelada. Es decir, serían el país mejor posicionado para competir. Y los incentivos ya se están pagando. Al menos dos empresas los han recibido, una por US$ 71,6 millones y otra por US$ 29,9 millones. Los norteamericanos van a tener más posibilidad de vender. El efecto para Chile es que se nos van a cerrar mercados. De a poco los vamos a ir perdiendo. No son cambios drásticos’.
-¿Y cómo van a reaccionar ustedes?
‘La única manera de hacerlo es a través de la Cancillería. Ya hablamos con la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales y nos dijeron que tenemos dos caminos. El primero es usar el TLC y formar una comisión para resolver el desacuerdo. La segunda alternativa es a través de la Organización Mundial de Comercio. Según la Direcon, el TLC es la mejor medida. En todo caso, Canadá ya está reclamando y también Brasil. Incluso algunos senadores estadounidenses mostraron sus reparos. Todo el mundo está viendo que es una medida improcedente’.