“Un auténtico caos”. Es la expresión generalizada entre los pasajeros, que aseguran haberse enfrentado a una situación de absoluto peligro gestionada por personal poco cualificado que actuó tarde y desordenadamente. El barco se dirigía de Civitavecchia a Savona y los cruceristas cenaban tranquilamente cuando escucharon un gran estruendo, tras el cual, cayeron todos al suelo. El Capitan -siempre según la versión de los cruceristas- comunicó por megafonía que se trataba de un fallo eléctrico, pero el buque comenzó a escorar a estribor (hacia el lado derecho) y la tripulación pidió a los pasajeros que se pusieran los chalecos salvavidas y se dirigieran hacia los puntos de evacuación. Algunos, presas del pánico y agobiados por la falta de información, se tiraron al agua.
Mientras las instituciones locales afirman que el número de fallecidos podría ser mayor, las autoridades competentes ya han anunciado que iniciarán de inmediato los trámites para una amplia investigación sobre lo sucedido, ya que los pasajeros alegan irregularidades y negligencias en la gestión de la crisis por parte de la tripulación, de una manera unánime. Por el momento se desconoce incluso el número total de personas, entre pasajeros y tripulación, que se encontraban en la nave en el momento del tremendo accidente; y el capitán, Francesco Schettino, ha sido detenido en la ciudad de Grosseto por abandonar el barco sin que las labores de evacuación hubieran finalizado.
Objetivo: evitar un desastre medioambiental
Gianni Onorato, Presidente de Costa Crociere, ha manifestado en un comunicado enviado a nuestro medio que:
“Sobre la base de las primeras evidencias, todavía preliminares, el Costa Concordia, bajo el mando del capitán Francesco Schettino, estaba navegando normalmente desde Civitavecchia (Roma) a Savona, cuando de repente el buque rozó una roca. El Capitán estaba en el puente de mando en ese momento, entendió la severidad de la situación e inmediatamente inició una maniobra destinada a garantizar la seguridad de pasajeros y tripulación y comenzaron los procedimientos de seguridad para prepararse para una eventual evacuación del barco. Desafortunadamente, esta operación fue complicada debido a una repentina inclinación de la nave, que hizo difícil el desembarque.
Gracias al compromiso de todas las fuerzas coordinadas por la Guardia Costera, desde ese momento en adelante, las operaciones de rescate se vieron reforzadas. La compañía ha movilizado todos sus recursos en tierra para asistir a nuestros pasajeros y miembros de la tripulación y para evitar un posible impacto medioambiental”.
Lujo que no lo es tanto.
Las compañías cruceristas con sede en el Mediterráneo, llevan más de una década de lucha sin cuartel por hacerse con un suculento y codiciado mercado emergente en éste sector turístico. A pesar de las constantes críticas sobre la contaminación medioambiental marina que ocasiona o incluso -aseguran algunos expertos- de su incoherente repercusión económica en las ciudades en las que recalan los barcos; el negocio de los cruceros ha florecido en la última década impulsado por unos márgenes de beneficios altísimos, que permitieron a las compañías abultadas inversiones en buques cada vez más grandes y optimizados y, como no, en la democratización del sector. Los cruceros ya no eran sólo para ricos.
Así, las navieras entraron en una dinámica de brutal competencia. Barcos de dimensiones espectaculares -que obligaban a los puertos a realizar cuantiosas inversiones en infraestructuras que facilitaran las maniobras de aproximación de estos mastodondes del mar- y una guerra de precios y ofertas de última hora que han convertido lo que antaño fueron cruceros de lujo en viajes “low-cost” absolutamente vulgarizados. La calidad en los servicios a bordo ha menguado considerablemente, sin excepción alguna.
Un casco que no rompió la botella.
La nave Costa Concordia fue bautizada en Civitavecchia a principios del mes de julio de 2006. La modelo Eva Herzigova actuó de madrina y como curiosidad diremos que Micky Arison-presidente de Carnival Corporation, propietaria de Costa Crociere- acompañado de su esposa Madelaine, presenció el momento en el que la ‘top model’ cortaba el cordón que debía estampar la botella de champagne contra el casco, sin conseguir que se rompiera. Mal presagio para los supersticiosos.
Anécdotas aparte, El Concordia suponía una revolución en lo que respecta al ocio, el diseño y el estilo en Costa Cruceros. Con un peso de 112.000 toneladas, 290m de eslora y 36m de anchura, era capaz de albergar a 3.780 pasajeros que disfrutarían de un ambiente inspirado en la estética europea diseñado por el arquitecto Joe Farcus. Contaba con trece bares, entre los que destacan el Helsinki Bar y Chocolate Bar, decorado con fuentes de chocolate; pero ante todo hay que destacar la innovación en su oferta gastronómica. El prestigioso chef Ettore Bocchia, una estrella Michelin, introdujo en el Concordia la “cocina molecular”, menús vanguardistas y sofisticados con ingredientes básicos que se servían en el exclusivo Club Concordia. A las ya tradicionales ofertas de ocio de los Costa como son el teatro, el casino, la discoteca, las salas de videojuegos e Internet o la biblioteca se unía una novedad que sorprende, la Fórmula One (F1).
Pero la mayor innovación a bordo era el Samsara, el Spa de mayores dimensiones jamás construido en un barco. 2.104m que se extendían sobre dos cubiertas con vistas al mar donde se recibían los más elitistas y sofisticados tratamientos de belleza, salud y bienestar.
Micky Arison, orgulloso. La inauguración del barco Costa Concordia anticipaba la noticia de que la filial italiana de Carnival -Costa Cruceros- había encargado ya a los astilleros Fincantieri la construcción de dos barcos más por un valor de 420MM€ cada uno, que entrarían en servicio el primero en 2009 y el segundo en 2010. Las nuevas naves aumentarían hasta 15 el número de unidades de Costa y contribuirían a satisfacer un mercado europeo en crecimiento que para 2010 se estimaba, entonces, en 6MM de cruceristas potenciales.
El magnate norteamericano de la industria crucerísta ponía en Europa todas sus expectativas e implantaba así una agresiva política de expansión y control del mercado. Como detalle anecdótico diremos que en uno de los salones del Concordia y custodiado por severas medidas de seguridad se encontraba el Trofeo de la NBA, ganado esa temporada por el Miami Heat, equipo propiedad de Micky Arison.
Fue un buen año para el empresario, que ocupaba el puesto 94 en la lista Forbes de los hombres más ricos del mundo con una fortuna estimada en 6,1 millardos de dólares. Sin embargo, el hundimiento del Costa Concordia seis años después ha supuesto un desastre humano; pero también abrirá, por fin, el debate sobre la falta de reinversión generalizada en el sector, también en gestión de la seguridad.
Gema Castellano
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