ésta -la de la cantidad de uva recolectada- no supone una mala noticia en sí misma, ya que la “cultura del vino” que se ha creado en España alrededor de un acertado aperturismo de las Denominaciones de Origen, el turismo enológico y las catas de calidad, ha fomentado la aparición de un consumidor que suple con su exigencia, al consumo en cantidad de caldos mediocres.
En cualquier caso, el del vino es un mundo que ha entrado en el ‘lujo‘ por la puerta grande, y el descubrimiento de nuevas bodegas caracterizadas por sus productos insuperables, exquisitos, diferentes o experimentales, se ha convertido en un juego competitivo no solo para los enólogos; sino también para ricos, snobs y excéntricos, ávidos de apoderarse del conocimiento vinícola con el objetivo de convertirse en auténticos ilustrados capaces de marcar tendencia, en tan aristocrático tema.
Así, y buscando nuevas formas de atraer al público de proximidad, 20 tiendas de lujo del Paseo de Gracia barcelonés se han embarcado en un proyecto con carácter de continuidad: ofrecer a sus clientes locales una vez al año, coincidiendo con la vendimia, una cata exclusiva de un vino singular esperando conseguir -cada uno de ellos- ser los más originales, exquisitos, sofisticados, elegantes e innovadores. Al experimento se han unido cinco hoteles de cinco estrellas situados en la Milla de Oro de la Ciudad Condal, que sorprendieron a sus clientes con recomendaciones sugeridas por enólogos de postín.
El evento, lejos de resultar multitudinario y agobiante, tuvo -sorprendentemente- la dimensión justa. Muchos invitados declinaron la invitación escarmentados por un largo historial de eventos multitudinarios e insufribles, convocados bajo el halo de la exclusividad, y castigaron -en cierto modo- a una iniciativa que sí cumplió con el rigor protocolario de los acontecimientos más selectos.
Los establecimientos de moda de lujo tuvieron que ajustar su convocatoria a una cantidad limitada de botellas de unos vinos de calidades extraordinarias; lo que -seguro- garantizará el éxito de la próxima edición, mientras se respete el altísimo nivel enológico. La boutique Santa Eulalia sorprendió apostando por la innovación, a pesar de que su fama de albergar las primeras marcas de lujo y de saber realizar la mejor y más elegante selección de prendas, ha transgredido los límites de Barcelona para convertirse en una tradición limitada a clientes de alto nivel, tanto del resto de España como internacionales desde el s.XIX. El sorprendente enólogo Raül Bobet, empeñado en la búsqueda del “vino único” desde la bodega Castell d’Encus, situada en pleno Pirineo catalán a 1.000m de altura, se alió con Luís Sans, propietario de Santa Eulalia, apostando a ‘caballo ganador’. Los dos eran conscientes de que la cata del Ekam 2011 en la terraza de la boutique ‘reina‘ de Paseo de Gracia, sería de las más comentadas, y no se equivocaron.
Aún así, la Galería Loewe plantó cara con una selección de vinos de Toro, siempre increíbles. Las uvas de Toro tienen una excepcionalidad sin precedentes, explicaba Rubén Pérez, responsable de la Bodega Numanthia, a las veinte personas que participaban en cada cata. “Son del tipo Tinta de Toro, una modalidad de tempranillo”, acostumbradas a las bajas temperaturas y la falta de agua. únicas en Europa.
Los viñedos, de entre 70 y 100 años de edad -algunos, los más excepcionales, llevan plantados 120 años- resistieron a la filoxera que arrasó todos los viñedos europeos en el s.XIX, de manera natural y se caracterizan por su tenacidad y resistencia. Los asistentes a la cata pudieron degustar el Numanthia 2009, la primera cosecha salida de las barricas desde que la bodega fuera adquirida por el grupo del lujo LVMH.
Más discreta, la firma Carrera y Carrera apostó por el cava Perles Blanques 2007 de Naveran, acogida a la D.O del Penedés, que goza de una puntuación de 91/100 otorgada por Robert Parker. Todas las boutiques compitieron en excelencia enológica, porque ese día -el de la Verema- su prestigio se medía por añadas, viñedos y teruños; en lugar de por diseñadores, ‘looks’ o firmas. Montblanc se atrevió con el Ribera del Duero Flor de Pingus 2010, un tinto crianza de uva Tinto Fino y Tempranillo envejecido en roble francés, especialmente indicado para carnes consistentes. Una buena elección, ya que se trata de un caldo que no necesita explicación. En definitiva, la Verema, organizada por la Asociación Amigos del Paseo de Gracia, tiene todos los visos de convertirse en un encuentro enológico de alto nivel para los aficionados a los caldos de élite; los mismos que, sin duda, se interesarían en los productos de tan exclusivas tiendas. El mejor maridaje, sin lugar a dudas.
Gema Castellano
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