La leyenda, porque seguro que los más curiosos necesitan saber, habla de perversas conspiraciones para hacerse con la sucesión por parte de Constanza -hija de Pedro IV de Aragón y III de Barcelona, apodado el Ceremonioso, y María de Navarra-; de una bellísima dama de compañía llamada Lucía, hija de un noble aragonés; de un bello mancebo genovés llegado del mar, que entra en amores prohibidos con Lucía; y de un final a lo “Romeo y Julieta”, con muy poca solidez histórica.
La trama tiene, ciertamente, todos los elementos conspiratorios y discordantes indispensables para armar una historia basada en la cotidianeidad de la época. No faltan los judíos, odiados por una clase dominante católica pero muy presentes en la sociedad civil; el genovés -que representa a los mayores enemigos bélicos de Pedro IV-; las intrigas sucesorias; la reivindicación de una corona para Cataluña; e incluso un incendio que hizo desaparecer, tanto el lugar como los personajes. De hecho, la única verdad es que a Pedro IV, que se hizo llamar también III de Barcelona, lo sucedió Juan I, hijo de Leonor de Sicilia, casada con el rey en terceras nupcias.
No estaría de más poder enriquecer con el recuerdo de esta leyenda la visita al Mercat Princesa como nota de inspiración, si no fuera porque es innecesario. Los barrios de El Born y La Ribera ofrecen ya, por sí mismos, suficientes argumentos tanto arquitectónicos como urbanísticos y ambientales. Estrechas y empedradas calles medievales, palacios, iglesias como la de Santa María del Mar… y además, mercados y colmados que no han cambiado su fisonomía desde principios del s.XX, que conviven con sofisicadas tiendas de moda que exponen firmas punteras, restaurantes con encanto y locales que ofrecen una vida nocturna absolutamente vanguardista.
Este entorno de innovación y respeto por la cultura y la traición ha fundamentado la creación de este proyecto culinario, en el que, a propuesta del propietario del espacio –Justo Almendros– participan algunas de las insignias gastronómicas de la Barcelona más ‘top’ como el Restaurante Indochine, con su corner Menkok, que en Princesa reconvierte en tapas sus platos más sugerentes.
Además, “Por + Huevos” sirve el producto de mil maneras; en “Platillos” se opta por la cocina de mercado; “Pepe Fritz» hace las delicias de los amantes de las frituras de pescado; “Japo” apuesta por lo más típico de la cocina japonesa; “Patatas” se especializa en esto mismo… patatas en todas sus versiones; “Italiano’s” crea las mejores raciones de pasta y pizza; “Toque de sal” diseña las ‘tostas’ más imaginativas; en “La Planxa” recomendamos las butifarras especiales de gintonic, Pedro Ximénez, boletus, sobrassada o con miel; en “Las Saladas” se toma el mejor vermut tradicional acompañado de latas La Brújula y todo tipo de banderillas; “Ibéricos y Quesos” sirve lo mejor de los embutidos y jamones de la dehesa de Huelva; “Ostras” ofrece eso… ostras excepcionales y en “Dolç & Salat” se puede optar por la repostería y helados, los quiches, las cocas dulces y saladas; los sandwiches fríos y calientes, los brioche dulces y salados ,los crepes, el té y la horchata.
También se sirven los mejores vinos, cervezas y cócteles, para terminar un gran ágape que se disfruta en mesas centrales comunes; la mejor manera de ejercitar la sociabilidad en un lugar tan idílico que debe conectarse a la realidad social de alguna manera, y lo hace mediante la “Fotocrónica”.
Cada cierto tiempo, fotógrafos concienciados y dedicados a congelar en una imagen toda la emoción y el vértigo de una sociedad en pleno proceso de supervivencia, expondrán sus obras, organizadas por temáticas, para que el espectador pueda comprender a través de la imagen. Se trata de un estímulo más en un espacio lleno de sorpresas y compromisos con la alta calidad en el comer.
En definitiva, este espacio singular e hiper “cool” cuenta con dieciséis propuestas y un restaurante “clandestino”, que no se nos olvide. Adivine dónde está.
Gema Castellano
@GemaCastellano
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