Los operadores de telefonía -las grandes como Telefónica y Vodafone- solo se ponen de acuerdo en dos puntos; y son, en primer lugar, que deben subir los precios para que las inversiones les salgan a cuenta y, en segundo lugar, en la negativa a que se elimine el roaming -ese sobrecoste en las llamadas que se aplica al usuario cuando viaja a otros países de la UE- a pesar de que Bruselas lo había anunciado para 2015.
Finalmente se han salido con la suya y, al menos hasta 2018, el usuario de telefonía móvil deberá seguir pagando. En todo lo demás, la guerra está abierta. Sobretodo en el tema de la fibra óptica, asunto en el que tanto Alierta, el presidente de Telefónica, como Vitorio Colao, presidente de Vodafone, se han enfrentado abiertamente.
Al margen de los intereses creados de ambas compañías, díganme: ¿no es absurdo que cada operador tenga que levantar las mismas calles para instalar su propia fibra óptica? Este es uno de los aspectos de escaso sentido común, en el que ha debido reparar la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que ha obligado a Telefónica a ceder su infraestructura de cable a otras operadoras en todo el territorio español, excepto en nueve ciudades. Mientras César Alierta se niega, Vitorio Colao asegura que “es la clásica reacción de un incumbente, de una gran compañía -Telefónica- que no quiere competencia”. Ya veremos como termina este desacuerdo.
Pero quién sí ha venido a hablar de innovación y de competencia ha sido Google. Mientras Alierta y Colao pugnan por la fibra, Sundar Pichai, vicepresidente de Google, anunciaba la creación de un operador virtual que demostrará a las operadoras que “se puede innovar en la conectividad”. El servicio, de inminente creación, comenzará a funcionar en Estados Unidos para extenderse de inmediato a otros países. Y como el business es el business, Google ha informado, también, sobre su colaboración con Vodafone y Telefónica en los Project Foon -que incluye globos aerostáticos que llevan la conexión 4G a lugares inaccesibles- y el Project Titan, con aviones no tripulados.
El Mobile World Congress 2015 se ha caracterizado, sin ninguna duda, por las incertidumbres sobre la conectividad del futuro, que en tecnología ya es el presente, y los enfrentamientos entre los intereses de los operadores de referencia con el resto de la industria. Mark Zuckemberg, imbuido de su proyecto Internet.Org, internet para todo el mundo, que ya presentó ampliamente el año pasado, insiste en que “a las redes sociales les importa la industria”, en respuesta al recelo de las operadoras sobre estos ‘modus‘ de conectividad.
“Las operadoras deben involucrar sus modelos de negocio en este futuro”, argumentaba Zuckemberg en su intervención, y éstas le respondían con una pregunta: «¿quién pagará la fiesta?» “Un modelo más rentable pasa por más personas conectadas. La gente pagará más tráfico de datos porque demandará más servicios”, contestaba el gurú de Facebook.
Pero César Alierta es implacable y su presencia en el Mobile World Congress podría definirse con dos palabras: “control y poder”. El premier de Telefónica quiere controlar la industria y para eso busca los mejores aliados: los gobiernos y su capacidad para legislar a su favor.
Desde el foro más importante de la telefonía móvil en el mundo -el MWC- Alierta advertía a la sociedad: «las operadoras necesitan un escenario equilibrado con otros actores del ecosistema digital», dice, arremetiendo contra aplicaciones como WhatsApp, Skype o Viber, a las que califica de “competencia desleal”. Al legislador le manda un mensaje claro, contundente e incisivo: «defendemos que las leyes deben ser revisadas, para que la cadena de valor de Internet sea tenida en cuenta en su conjunto, para asegurar que cualquier partido político aplica reglas de juego que no discriminan bajo el principio ‘mismo servicio, misma ley'».
El presidente de Telefónica incidía, también, en que «necesitamos (las operadoras) garantizar a los ciudadanos una experiencia digital segura, lo que llamamos ‘Confianza Digital”, cuando en realidad lo que sugiere es poder manejar el control de los datos, pero no se refiere en ningún momento al hecho de que España tenga una de las peores conexiones a Internet de Europa; y la más cara. Sus “tendencias monopolísticas” preocupan en el sector, sobretodo a Vodafone, en palabras de su presidente, Vitorio Colao.
En definitiva, de momento hay pocos consensos en una Industria cuyos sectores, por ahora, tiran cada uno para su lado, inmersos en una laguna legal que esperemos no se resuelva según los intereses creados y en un debate abierto entre seguridad y privacidad, que preocupa mucho, también, al usuario.
Como pincelada diremos que la banca tampoco ha querido estar ausente en este foro mundial indispensable. Muchos negocios se redefinen según las tendencias que vibran en el MWCB y tal y como asegura Francisco González, presidente de BBVA, “en banca el dinero son datos, los datos información, la información conocimiento y el conocimiento, nuevos productos”. Dicho queda. Mientras BBVA aspira al negocio on line como estrategia para ahorrar costes y pide, para ello “regulación” en lo que llama ahora “el salvaje Oeste”; Caixabanc mira la digitalización con recelo y reivindica una nutrida red de oficinas.
Así las cosas y las incertidumbres, las constructoras de terminales se han centrado este año en las aplicaciones -con las que ya llevamos tres ediciones- y los accesorios para unos móviles cuya imagen ya comienza a estar manida. Se echa de menos más innovación, habida cuenta de que hablamos de un sector pionero en tecnología punta. Modelos de soportes que evolucionan sobre sí mismos sin ofrecer demasiada creatividad, mientras el público exige ya materiales mucho más sostenibles y evolucionados como el grafeno. ¿Para cuándo el cambio radical?
Gema Castellano @GemaCastellano
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