Esta semana hemos celebrado el ‘Día de la seguridad y salud laboral’ y el ‘Día del trabajo’. Sin embargo, la realidad nos ha sacudido con fuerza, poniendo a prueba los cimientos ideológicos que sustentan al gobierno. No se engañen, esto no es necesariamente positivo: desde la perspectiva de la autoprotección, el riesgo de ignorar las advertencias es real y difícil de explicar sin adentrarse en terrenos delicados. Para ilustrarlo, me apoyo en una publicación de Pablo Alberto Sánchez Donate, quien en el Día del trabajo recomendó escuchar con atención los riesgos que señalan los trabajadores.
Puede parecer una obviedad, pero no lo es. Sánchez Donate rememora el trágico colapso de un edificio industrial en Bangladesh en 2013, pese a las advertencias y evacuaciones previas, que se saldó con 1.134 fallecidos y más de 2.500 heridos. ¿Cuántas veces hemos visto advertencias ignoradas hasta que es demasiado tarde?
Mi experiencia profesional está repleta de ejemplos, pero compartiré uno que ilustra el peligro de hablar demasiado cuando la inercia de los acontecimientos es imparable. Hace años, negociaba con una organización para asumir su seguridad. Todo avanzaba lentamente hasta que, en una reunión, el responsable me comunicó que empezaríamos tras finalizar una obra de cambio de cubierta en su edificio principal, una joya patrimonial que me fascinaba. El cambio de cubierta en edificios históricos incrementa enormemente el riesgo de incendio y requiere extremar la prevención. Insistí en ello, aportando ejemplos, pero mi interlocutor, sonriente, me indicó que la decisión estaba tomada. Comprendí que insistir más pondría en peligro el acuerdo.
Semanas después, recibí una llamada del cuerpo competente en la zona. Querían hablar conmigo. En mi oficio, una invitación así nunca es trivial. Dos días después, tras una conversación intrascendente, comenzaron las preguntas: dónde estaba yo un día concreto. Mi agenda demostró que estaba lejos. Al parecer, durante la pausa del almuerzo de los trabajadores, se había producido un pequeño incendio en la cubierta, que se logró controlar. Se preguntaban si yo, por “motivar” al cliente, podría estar implicado. Expliqué el motivo de mi advertencia y cómo suelen producirse estos incendios, especialmente durante la soldadura blanda de los sistemas de evacuación de pluviales. Noté cómo cambiaba el lenguaje corporal de mis interlocutores: había acertado plenamente. Tres meses después, asumí la seguridad de la instalación y, con el tiempo, forjé una buena relación con el cuerpo policial.
No crean que esto solo me ocurre a mí. Estas pasadas navidades, desvirtualicé a un colega, director de seguridad privada, y le pregunté por un incidente de su pasado. Él, entonces vigilante de seguridad, lideró la respuesta a un atentado terrorista con bomba en una instalación. Su experiencia y sangre fría permitieron describir la situación a la policía con precisión. Sin embargo, tras su brillante actuación, fue declarado persona de interés en la investigación y pasó una semana siendo sospechoso hasta la detención de los verdaderos autores. Luego recibió una condecoración, y la semana de suplicio quedó como anécdota.
Nos ahogamos en la mediocridad que nos rodea. Muchas decisiones políticas carecen de razonamiento humano e información bien organizada y son fruto de la casualidad o de la aplicación rígida de posiciones ideológicas caducas. En este contexto, el desempeño brillante se convierte en sospechoso.
Nos ahogamos en la mediocridad que nos rodea. Muchas decisiones políticas carecen de razonamiento humano e información bien organizada y son fruto de la casualidad o de la aplicación rígida de posiciones ideológicas caducas. En este contexto, el desempeño brillante se convierte en sospechoso. Por eso, la recomendación de hablar lo justo es una medida de autoprotección imprescindible.
Cumplida la petición de Pablo Alberto Sánchez Donate, paso a abordar los tipos de apagón, su probabilidad, duración estimada, cómo identificarlos y qué hacer en cada caso.
El apagón técnico es, casi con certeza, el que acabamos de vivir. Se produce cuando un fenómeno inesperado rompe el equilibrio entre producción y consumo en la red eléctrica, provocando un efecto en cascada. Suele deberse a un accidente o a una operación temeraria en condiciones de baja inercia, como parece haber ocurrido en el apagón de abril de 2025. No hay aviso previo: la primera señal es la ausencia de suministro eléctrico. La recuperación suele ser rápida, entre 24 y 72 horas, dependiendo de los daños.
La probabilidad de un incidente técnico en España era mínima, gracias a la excelencia de Red Eléctrica (REE), con 80 años sin incidentes graves. Sin embargo, la gestión dejó de ser técnica y pasó a estar determinada por la ideología, elevando el riesgo a “muy probable” el 28 de abril de 2025.
Ejemplos recientes lo confirman: el 9 de enero, una perturbación provocó la parada automática de la Central Nuclear de Almaraz; el 9 de abril, Red Eléctrica advertía en su informe financiero de los riesgos derivados del cierre de centrales convencionales; el 22 de abril, el ministro de Transporte justificaba una parada del AVE por perturbaciones en la red; y ese mismo día, Repsol invocó la cláusula de fuerza mayor por fallos eléctricos en su refinería de Cartagena. Estos datos muestran una voluntad política de operar con baja inercia, ignorando riesgos conocidos por la comunidad técnica. El apagón del 28 de abril demostró que el riesgo era real. Ahora, tras el golpe de realidad, la probabilidad de un nuevo apagón técnico vuelve a ser “muy poco probable”.
El ciberataque es otra posibilidad siempre presente. Vivimos una guerra de baja intensidad entre potencias y democracias occidentales. Si ocurre, será súbito y la recuperación más lenta, entre 72 y 96 horas. El principal indicio será la falta de recuperación inmediata. Aunque descartamos el ciberataque en el apagón reciente por falta de evidencias, la hipótesis de un tanteo en un momento de máxima vulnerabilidad es plausible. Sin embargo, la vulnerabilidad ha desaparecido al operar de nuevo con alta inercia, y la probabilidad de un ciberataque exitoso es “poco probable”.
La tormenta solar, más que un apagón, supone una desconexión preventiva. El Sol sigue ciclos de 11 años y, en periodos de máxima actividad, puede eyectar plasma que, si impacta la Tierra, obliga a desconectar la red eléctrica para evitar daños. Hay precedentes: 1859, 1989 y 2003. En 2012, un chorro de plasma de -1.200 nanoTeslas pasó cerca de la órbita terrestre, lo que motivó la firma de órdenes ejecutivas en Estados Unidos para coordinar la protección ante estos eventos. Si tienen curiosidad, en 2017, realicé un post específico sobre la inclusión de este tipo de eventos en los planes de seguridad que creamos para las empresas de nuestros clientes.
En caso de tormenta solar, debemos estar preparados para interrupciones de 96 horas o más, sin soporte de generadores. La península ibérica, por su latitud, está relativamente protegida, pero la preparación es esencial. La probabilidad de un evento así es “muy baja”, aunque dinámica según el ciclo solar. Puede parecer una situación muy amenazante pero piensen que primero se debe producir una eyección muy grande, después la Tierra se la debe encontrar en su camino y existe un sistema de alerta meteorológica que permitiría la desconexión preventiva para evitar daños, la reorientación de los satélites, etc. Además todos los operadores han trabajado estos años medidas para mitigar los efectos del impacto con el plasma magnético.
Existe también el riesgo antrópico, aunque remoto, de un pulso electromagnético provocado por un arma nuclear detonada en la atmósfera. España dispone de cierta protección, pero la probabilidad es “remota”.
¿Qué hacer en cada caso? La preparación no debe ser obsesiva ni costosa. El primer objetivo es no convertirse en un demandante de ayuda durante una emergencia, lo que libera recursos y reduce el estrés. El siguiente nivel es ser un foco de ayuda para familiares y vecinos. El conocimiento sobre el tipo de emergencia aporta tranquilidad y mejora la salud mental. La experiencia real del apagón reciente ha sido un simulacro. Si desean profundizar, pueden consultar mi manual básico de autoprotección familiar, disponible en Amazon.
No se angustien. La autoprotección debe ser una tarea natural, parte del bienestar. Nuestros abuelos se preparaban ante la adversidad. Tras décadas de paz y prosperidad, hemos perdido esa costumbre. Además, cuiden su salud mental: vivimos bajo fuerzas que buscan mantenernos polarizados y movilizados. Nos separan, nos etiquetan, nos obligan a sumarnos a bandos y a oponernos a otros, obligados a vivir una lucha que no es nuestra, la política es un negocio próspero y que no escatima recursos para mantener el poder, pero lo importante son las personas con las que convivimos, los españoles de esta época. El alegato de Inés Moreno a los servicios públicos es emocionante y, por desgracia, necesario. La importancia de los servidores públicos en este tipo de emergencias es crucial y no siempre se les brinda el debido reconocimiento.
Durante el apagón, observé cómo los protocolos de emergencia funcionaban: ambulancias en marcha, refinerías en parada controlada, la policía vigilando, la Torre de Hércules marcando su ritmo y la cobertura telefónica intacta tras 14 horas. La calma era palpable. Somos la mejor generación de españoles, aunque tengamos la peor de políticos. Y eso se nota cuando las cosas se ponen feas.
Confieso que hago de la autoprotección una vía de bienestar personal. La receta ante la incertidumbre es disponer del conocimiento adecuado y los recursos necesarios en cada momento. Sé que peco de optimismo y no todos reciben los mensajes igual. Por eso, prestar atención a la salud mental también es autoprotección. Esta semana, Anabel Fernández Fornelino, fundadora de Affor Health, ofreció un webinar abierto con herramientas prácticas para gestionar la incertidumbre y el estrés en emergencias. Como ven, mucha gente comprometida con vocación de servicio real. La sociedad civil aprobó con nota. Los políticos…
Artículo redactado con asistencia de IA (Ref. APA: Perplexity. (2025). Perplexity.ai [Large language model].)
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