El Dr. en Estadística por la Universidad de Stanford y Dr. en Economía del Instituto Tecnológico de Massachussets explicó que “un país desarrollado reúne varias características. Ser desarrollado es algo bien complejo y no hay una definición simple, pero sin lugar a dudas, parte por producto per cápita alto; que haya poca o nula pobreza -lo cual no es lo mismo tener una buena distribución del ingreso-; una esperanza alta de vida; poco o ningún analfabetismo; acceso a educación básica, secundaria y terciaria; tener instituciones de buena calidad, como un sistema legal que funcione y que realmente proteja los derechos de las personas; índices de corrupción bajos y estabilidad política, entre otros factores”.
Agregó que “una combinación de todas estas cosas seguramente es lo que la gente entiende por desarrollo; sin embargo, los economistas tenemos la costumbre de resumir todo esto en ingreso per capita, y dejamos fuera la mayor parte de estos factores”.
Por ello, según el economista, Chile debiese llegar a ser un país desarrollado cerca del 2020, con un crecimiento del producto superior al 4% y un ingreso per cápita de unos 20 mil dólares. Hoy no estamos tan lejos –cerca de los 12 mil dólares- sin embargo, el país experimenta un crecimiento sostenido que hace que tengamos esperanza en el futuro.
Para lograr esto, “la tasa de crecimiento del producto tiene que ser 6.8% anual si queremos realmente llegar al 2020, con ese ingreso per cápita; 5.2% si queremos llegar al 2025; y 4.3 para llegar al 2030, es decir, cuando la mayoría de ustedes (los estudiantes) estén en torno a los 40 años de edad, lo más probable es que Chile sea un país desarrollado”, añadió.
¿Cómo estamos?
“Chile debe ser el país de occidente que ha logrado una mayor reducción de la pobreza en un plazo de 20 años y es realmente impresionante, de tener un 45% viviendo bajo la línea de la pobreza a finales de los ’80, hemos pasado a un 13.7% el 2006”, sostuvo.
“Creo que esto se debe en gran medida a un respeto hacia las instituciones que gobiernan las interacciones económicas y sociales por parte de la ciudadanía y el Estado. Asimismo, tenemos estabilidad política, ausencia de violencia y efectividad del Gobierno. Tenemos cuatro indicadores que están realmente casi a nivel de país desarrollado, que son el Gobierno, calidad regulatoria, estado de derecho y control de la corrupción”.
“Qué hacer entonces para llegar a país desarrollado el 2020… Primero, trabajar el tema de la educación: a esta altura hay consenso en Chile de que el desafío es mejorar la calidad, pero para el objetivo de llegar a 20 mil dólares per capita el 2020, esto no es relevante, porque mejorar la calidad en los colegios, en la educación primaria y secundaria toma varios años, y eso no se ve hasta que se refleja en mayor productividad, mayores salarios y por lo tanto, mayor ingreso. Para ello transcurren 10 a 15 años y ya estamos en 2020 – 2025 por lo tanto, es clave para un objetivo de más largo plazo”, explicó.
Añadió que “el mercado de bienes y servicios es central acá. Creo que es clave -en la etapa de desarrollo que está Chile- tener competencia en la economía e innovar en procesos que no se conocían, pero también en cosas pequeñas que permiten encontrar nuevos nichos que permitan que la empresa crezca. Es clave que el entorno de un país conduzca a incentivos para que las empresas se concentren en la productividad y no en estas otras actividades que desde el punto de vista de la empresa también pueden ser rentables”.
Respecto del mercado laboral, señaló que “la realidad de las empresas es muy distinta, aún en un mismo sector. La heterogeneidad que hay en las realidades que enfrentan las empresas es enorme. Dado que las realidades son distintas, es particularmente importante que los trabajadores y el capital puedan migrar desde empresas menos productivas a empresas más productivas y que ese proceso sea lo más fluido y lo menos traumático posible”.