Sí. Porque aunque aunque Freixenet ha mantenido desde siempre una estructura familiar coherente e indivisible, basada en las normas más estrictas de la tradición, su vocación es, por genética, expansiva; hasta el punto de abandonar la tarea de crear vinos más tranquilos y populares, hace un siglo, para arriesgar con el “espumoso”, considerado, hasta entonces, como un caldo elitista destinado a entornos frívolos como el parisino de Maxim’s.
En el año 2010, el Grupo Freixenet -que tiene bodegas en Estados Unidos, Francia, Argentina, Chile, Mexico, Australia y España- cambia drásticamente su órgano de gobierno interno, hasta entonces formado por los cuatro hermanos hijos de Pedro y Dolores -los fundadores-; aunque su influencia sigue siendo incuestionable en todas las decisiones que se toman.
Lejos de abandonarse a un descanso dorado bien merecido por la edad, la segunda generación se ha constituído en una comisión de sabios denominada “Comité de Experiencia”, desde donde asesoran, “dejando hacer”, a la actual directiva, formada por doce miembros, de los que seis son mujeres, aunque sólo los seis hombres llevan directamente la gestión en la elaboración de “Cordón Negro” y “Carta Nevada”.
Pedro Bonet, responsable de la comunicación del Grupo, es -posiblemente- la única persona en “Casa Freixenet”, a través de la cual podamos indagar en esta empresa de carácter familiar y volumen multinacional, que factura más de 500M€ y se enfrenta, ahora, a lo que propio Bonet denomina como “la guerra mundial del vino” -refiriéndose a la cantidad de países productores-; al descenso del consumo interno causado por la crisis y al “supuesto” boicot contra el Cava, que él solventa con un “cada cual que consuma lo que quiera”.
Pero si hay algo que le duele a Pedro Bonet es que, en un país productor y consumidor de los más nobles caldos, no se esté transmitiendo la cultura del vino correctamente a las nuevas generaciones. Este asunto, ciertamente, le incomoda; quizás porque no depende de “la familia” abordar las estrategias necesarias para un adoctrinamiento social en este aspecto.
Aún así, en un momento complicado para la comunicación en el que lograr llegar al cliente supone una odisea, Pedro Bonet opta por reforzar la comunicación experiencial llevando al cliente a “su casa” -a las bodegas- donde sí se vive la cultura del vino con toda la intensidad.
Y allí hemos hablado con él. La Heredad Segura Viudas, situada en el Alt Penedés, es una masía señorial que data del s.XI; justo donde, en plenos años Belle Epoque, la familia Ferrer creó los primeros espumosos. Un lugar, sin duda, de visita obligada para viajeros sibaritas, amantes de la naturaleza y curiosos que deseen averiguar por qué todo lo que rodea a un buen vino, crea cultura.
En esta entrevista que les ofrecemos en formato de vídeo/TV, Pedro Bonet reivindica que no se “demonice” el consumo consciente del buen vino; porque, bien entendido, también es salud y ofrece placer y bienestar.
Gema Castellano
@GemaCastellano
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