Nuestro actual gobierno nos miente sistemáticamente. El Aparato del Estado se ha convertido en un equipo, un bloque dedicado a promover y a respaldar, con medidas, decisiones y dinero fiscal, a un sistema socio-económico que destruye y hunde al país progresivamente, orientando a las mentes hacia objetivos superfluos, inmediatos, sin futuro social organizado. Se pretende un país de entes productores eficientes a la vez que consumidores obedientes y obsesivos. Humaniodes que han desertado voluntariamente de sus derechos a pensar, discriminar, agruparse o protestar. Hasta el básico acto de escoger es canalizado por el crédito cautivo, vigilado, bonificado y empadronado.
Es la continuidad por simple administración del modelo de país heredado de la Dictadura, donde la cacareada transición hacia una democracia, aparentemente interrumpida con el caso «Pinochet», ha consistido en mascaradas de juicios, un par de chivos expiatorios (General Contreras y Brigadier Espinoza), maniobras preconcebidas e indefinidamente dilatorias, aguardando que el tiempo sepultara definitivamente los abusos cometidos. Un apaciguamiento social y acostumbramiento a la sumisi¢n, basados en la despolitizaci¢n generalizada, la informaci¢n manipulada y premiados por el acceso crediticio al consumo masificado de suced neos para una «calidad de vida» que mide el ‘xito mediante DICOM y la cantidad de «bonos» acumulados para acceder a un tour a’reo o «vacaciones compartidas». Mientras tanto, el pa¡s bate r’cords internacionales por diferencia entre ricos y pobres.
Las posibilidades de cr¡tica abierta est n gravemente coartadas por la colaboraci¢n suicida de todos los Medios de Comunicaci¢n de Masas. Un periodismo basado en la censura y autocensura. Los casos puntuales que «se desmandan» son r pidamente cesados de sus cargos «por no ser compatibles con la l¡nea general de la empresa». 7 mil 500 millones de pesos en p’rdidas, el a_o 98, por canales de TV. Otra muestra evidente de esto oltimo se obtiene observando la agon¡a econ¢mica permanente en que han ca¡do la radiotelefon¡a de masas, revistas y diarios del pa¡s. Un simple vistazo a las radioemisoras permite advertir c¢mo ‘stas van siendo adquiridas por sectas y comunidades religiosas o individuos inescrupulosos que las emplean para promover productos de brujer¡a, curander¡a de charlatanes, esoterismo y creencias de todo tipo que explotan la desesperaci¢n de los sectores m s desprovistos de cultura y recursos, fomentando ilusiones entre quienes s¢lo esperan milagros. S¢lo escapan indemnes aqu’llas propiedad de partid
os pol¡ticos y las usadas como empresa de fachada. S¢lo prospera el periodismo adulador y mercenario.
La TV nos muestra un Chile maquillado, optimista y bullanguero. Alcahuete del Sistema, alienada en el divertimento. Enfatiza en la delincuencia como un resultado l¢gico del crecimiento de las ciudades y una insuficiente polic¡a sobrepasada por el aumento demogr fico. Nos habla de «Tolerancia Cero» como la soluci¢n civilizada. Aplaude el incremento constante de la fuerza policial. Pol¡ticos y periodistas en los foros se las ingenian para coincidir en declaraciones de fe sobre la «mayor o menor certeza» que ofrecen las corrientes en pugna partidista para evitar «retrocesos». Nadie se atrever¡a a poner en peligro al «jaguar» de Am’rica Latina. Sobre este mito existe ya abundante literatura que lo desvirtoa y demuele desde las ra¡ces. Pero la TV insiste majaderamente. Nuestras crisis vienen desde «afuera». Y nuestro pa¡s est «muy bien preparado para salir adelante». Se miente, mistifica y se fuerzan explicaciones hasta cuando la aplastante realidad se hace palpable hasta para los m s desinformados.
Que la publicidad s¢lo ofrece opciones y permite al poblico informarse adecuadamente es un comentario hip¢crita e insostenible pero utilizado como un axioma por los defensores de la Publicidad. Esta se basa en la exageraci¢n mitol¢gica de algunas cualidades, la invenci¢n de otras y la ocultaci¢n de los defectos. Aparte de eso, los medios publicitarios no toleran la informaci¢n veraz sobre productos porque esto boicotea al negocio de la Publicidad que es el modo de sustento de las empresas de comunicaci¢n Masiva. As¡, al consumidor no queda otro camino que ceder y verificar mediante una primera adquisici¢n. Este proceso es un c¡rculo vicioso puesto que las empresas proveedoras basan su estrategia en la premisa que, al menos, habr una compra inicial. Para reproducir el fen¢meno basta con cambiar envase, aspecto o nombre del producto para repetir el ciclo exitoso del enga_o. Este procedimiento desalienta al productor honesto que debe optar por cambiar de rubro o adoptar el m’todo, corrompi’ndose a su vez. El d
eterioro generalizado de la calidad y de la fiscalizaci¢n han abarcado incluso hasta la construcci¢n de viviendas con bullados esc ndalos poblicos reiterados y no resueltos satisfactoriamente.
Mienten al pa¡s quienes sostienen que el ‘xito comercial explosivo de los inmigrantes coreanos y orientales en general se deba a su esp¡ritu de trabajo. Simplemente se debe a su activa complicidad con la mentira generalizada. Explotan el progresivo deterioro de la capacidad econ¢mica de la poblaci¢n. Han venido a ofrecer precios compatibles con la pobreza general mediante productos de calidad cada vez peor. Este fen¢meno ayuda a sostener la mentira
gubernamental acerca del Indice de Precios al Consumidor (IPC). Los productos de calidad tradicional confiable se han hecho inalcanzables para la mayor¡a al mantener una curva real de valor creciente.
De esto se deduce que el deterioro real de la calidad de vida en Chile es mucho mayor del que detectan los indicadores internacionales. Los precios de muestreo no suben pero la calidad es cada vez peor. Al mismo tiempo esto ha hecho inviable a una gran cantidad de peque_os y medianos empresarios productores los que han debido cambiar de rubro, transform ndose en simples comerciantes importadores y distribuidores de chatarra bien presentada o de «ropa usada» importada por «containers», «a granel» y vendida por sucesivos procesos de «selecci¢n» basados en la ubicaci¢n geo-econ¢mica de los clientes potenciales. Aqu¡ est una causa de gran parte de la cesant¡a actual.
El ‘xito empresarial se logra ahora por habilidad cada vez m s agresiva del marketing basado en ilusionar a una masa de ciudadanos incautos y desinformados, resignados e indefensos. Esto abarca a todas las reas de la actividad mercantil e industrial. El control de calidad riguroso s¢lo se aplica en los rubros exportables y aqu’llos de consumo elitista o exclusivo, cuyos precios de venta no son parte de los indicadores internos. Y si llegan a serlo, se los utiliza para argumentar que nuestro pa¡s debe ser capaz de alcanzar niveles de competitividad internacional. Este argumento es esgrimido buscando deprimir sueldos y salarios tanto como sea posible.
La disminuci¢n de la masa de dinero circulante, la concentraci¢n monop¢lica de las empresas, la depresi¢n de los salarios, el encarecimiento y dificultad de acceso a la cultura y la cesant¡a creciente son aspectos que contribuyen sumados a incrementar la brecha entre ricos y pobres. Mientras, la despolitizaci¢n extendida lleva a la ciudadan¡a a malinterpretar los fracasos individuales, confundi’ndolos con simple incapacidad y flojera. El desaliento inducido y la calificaci¢n del descontento y de la protesta espont nea como agitaci¢n y des¢rden van incubando un resentimiento social que se generaliza y expresa en estallidos de violencia en los espect culos poblicos y en neurosis colectiva que genera violencia por doquier, gatillada por causas aparentes y sin sentido.
El incremento de la delincuencia, la drogadicci¢n, de las creencias aberrantes, los suicidios, homicidios, aparici¢n constante de pandillas y el vandalismo son todos ellos expresiones de desesperaci¢n social. Combatirlos con creciente represi¢n y endurecimiento de las penas legales no dar resultados porque el origen no est en la maldad de las personas sino en la perversidad del Sistema.
Independiente de la validez de lo antes expuesto, es preciso puntualizar que la violencia delictual presenta tres tipos de victimarios. Unos son los delincuentes tradicionales que han aumentado su agresividad en respuesta al perfeccionamiento policial. Otros corresponden a ex-uniformados y ex agentes del aparato represor entrenado para violar sistemas y matar, empleado por la Dictadura Militar. Y finalmente est n los primerizos impulsados por apremios econ¢micos. Un hecho nuevo y creciente del panorama delictivo se expresa por el empleo cada vez m s frecuente de menores de edad, por delincuentes m s avezados, para la comisi¢n impune de delitos que van desde asaltos a mano armada y desvalijamiento de hogares hasta distribuci¢n y venta de estupefacientes.
El tr fico de drogas aprovecha las condiciones de extrema pobreza, los apremios econ¢micos de empresarios y las desmesuradas ansias de r pido bienestar econ¢mico de otros inescrupulosos para introducci¢n, distribuci¢n y venta de drogas y lavado de dinero. Los m’todos empleados para lavado de dinero implican la existencia de empresas de fachada que compiten desleal y descaradamente con presupuestos irrisorios o precios bajo el costo frente a los profesionales y comerciantes honrados, distorsionando el mercado interno en variados rubros.
Un Sistema socio-econ¢mico, perverso en su esencia por los valores que impone, consolid ndose mediante el amparo y promoci¢n de un Aparato de Gobierno que miente por las v¡as de ocultar, deformar la realidad, acomodar las versiones de los hechos, impedir la solidaridad, estimular la individualidad, disgregar la sociedad, desprestigiar y debilitar a las organizaciones sindicales, a los Colegios Profesionales y estigmatizar la rebeld¡a, con huellas de corrupci¢n,
uso institucionalizado de las coimas, cuoteo pol¡tico en la asignaci¢n de cargos y de responsabilidades administrativas, incapacidad convenida o negligencia preconcebida para acceder a las demandas de justicia, no puede aspirar a la Paz Social o el progreso colectivo como metas.
Frente a los grandes problemas del pa¡s s¢lo se debate est’rilmente y se posponen indefinidamente hasta las m s tibias soluciones prometidas o demandadas. S¢lo se ejecuta lo inconsulto tras decisiones estrat’gicas, comercial y electoralmente convenientes para clanes de poder pol¡tico-econ¢mico, tomadas cupularmente y a puertas cerradas. Se ofrecen al pa¡s hechos consumados que se presentan como necesidades ineludibles, lo mejor para el pa¡s o resultado de fen¢menos naturales impredecibles. No se buscan soluciones. Se adopta la mejor opci¢n que visualiza los problemas como un negocio rentable. No elimina los problemas para convertirlos en fuente de ingresos bajo iniciativas privadas.
La hipocres¡a es evidente en variadas acciones del Gobierno. Un grave accidente de tr nsito pone en primera plana de las noticias la explotaci¢n de menores de edad en trabajos mal remunerados y sin regulaci¢n laboral. Las autoridades reaccionan con una sorpresa inaceptable por cuanto estas pr cticas son habituales en el pa¡s y debidas a los miserables sueldos o a la inseguridad laboral. Las familias de escasos recursos env¡an a sus hijos a trabajar no por ser padres desnaturalizados sino por necesidades imperiosas de sustento m¡nimo para sobrevivir. En la medida que el mismo gobierno reconoce la insuficiencia de los salarios y la escasez de empleos no puede aparecer sorprendi’ndose de modo cre¡ble frente a estas soluciones dram ticas adoptadas por las familias que viven en la miseria.
El Aparato de Gobierno, sus fuerzas de orden y su legislaci¢n son empleados como instrumentos al servicio de las grandes empresas privadas a fin de respaldar su voracidad frente a las riquezas naturales y recursos estrat’gicos del pa¡s, facilitando la depredaci¢n y justificando su proceder como medidas imprescindibles para el progreso de la patria, cuando, en realidad s¢lo se trata de facilitar el enriquecimiento r pido de clanes empresariales privados a los que se otorgan todas las franquicias para que puedan desplazar sus capitales adonde quieran. Se consuma as¡, al amparo de la Ley, la expoliaci¢n del pa¡s, expulsando o erradicando a las etnias aut¢ctonas, destruyendo los sitios arqueol¢gicos, contaminando las aguas, depredando las costas, polucionando las ciudades, descuidando la cultura, desmantelando las industrias, provilegiando los centros de consumo, hipotecando al pa¡s con una deuda externa galopante (USD 32 mil 300 millones hasta enero del 99).
El pa¡s se muestra, aparentemente, como carente de l¡deres, remplaz ndolos por caricaturas humanas ensalzadas por los medios de comunicaci¢n y pol¡ticamente est’riles. Los nacientes esbozos de discrepancia pol¡tica extrapartidista y espont neos son motejados de polarizaci¢n indeseable por todos los actores pol¡ticos vigentes ante las c maras. Se conmina a poner «orden en las filas». El pa¡s debe mantenerse «no deliberante». La deliberaci¢n «culta e informada»
es privilegio de las copulas pol¡ticas, de los empresarios, de la «gente de mundo» y «m s viajada». El pa¡s debe «ponerse a tono» con la «globalizaci¢n». «No podemos seguir experimentando constantemente». «Vamos por la senda del progreso». «Debemos tener confianza en que la econom¡a est sana». «Todo est bajo control». «La crisis va a pasar». «Es cuesti¢n de unos pocos meses m s». «Hay que hacer correcciones puntuales, peque_os ajustes.» «Todo esto era previsible». «El pr¢ximo trimestre habremos salido de la crisis». Una verborrea sem ntica vistosa, obsecuente, conciliadora, vaga, exasperante.
Pinochet transformado en verbo, conjugado en pasado, presente y futuro, argumento indispensable, adormidera eficaz para un desastre econ¢mico social generalizado e iniciado por ‘l mismo. Por todo lo anterior, los clanes y enclaves de Poder lo desean de vuelta, inmune y simbolizado. Necesitan contar con unas FF. AA. disponibles, garantes de la «gobernabilidad» por un manto de temor vigente, respirable. Alejar de las mentes quim’ricas ideas sobre cambios verdaderos. No es la Soberan¡a en peligro sino, una vez m s, el Control del Poder lo que no debe objetarse.