Chile atraviesa una etapa que carece de líderes de contrapeso a los impuestos por las cúpulas de poder actuales. El actual gobierno de la Concertación ha dado la espalda, sistemáticamente, a las demandas de los sectores mayoritarios limitándose a servir de instrumento realizador para la continuidad del sistema impuesto por la Dictadura. Los sectores afectados de modo adverso abarcan todo el ámbito de la vida nacional, con excepción de los grandes clanes económicos, los únicos que concentran los beneficios. Se parte del supuesto que, en la medida que los clanes de poder económico se robustezcan, y mantengan su confianza en un respaldo gubernamental, todo el país se beneficiaría. Sin embargo todos presenciamos cómo, por esta vía, cada vez más sectores ciudadanos se incorporan al descontento, en la misma medida que aumenta la brecha entre ricos y pobres.
Como tratándose de una broma de Inocentes, la prensa nacional publica las cuantiosas inversiones «chilenas» en el extranjero al mismo tiempo que se relata la satisfacci¢n del Primer Mandatario por haber conseguido mil millones de nuevos d¢lares en pr’stamos para Chile. Obviamente, se deja en claro que estos nuevos dineros deber n ser cancelados con «nuevos impuestos» en el futuro. En buen romance, el ‘xito de los clanes econ¢micos privados chilenos se revela por las millonarias inversiones en d¢lares en el extranjero y se exhibe como «un ‘xito del pa¡s», sin que nadie pueda explicar cu l es el beneficio concreto que obtiene Chile por este concepto. Porque la extrema pobreza, la cesant¡a creciente y la precaria situaci¢n econ¢mica interna deben ser resueltas v¡a endeudamiento creciente financiado por todos los chilenos. Sin embargo es indesmentible que los capitales privados llevados al exterior fueron amasados en Chile. La riqueza generada a costa de los chilenos se concentra en capitales privados que ni siq
uiera sirven para frenar o hacer el m s m¡nimo aporte ante el endeudamiento creciente del pa¡s.
La estrategia de haber atomizado y disgregado a las organizaciones sociales, desalentando la agrupaci¢n, descalificando a la solidaridad con argumentos que resaltan el apoyo espont neo como intromisi¢n de «extra_os» en cualquier asunto, con el af n de confinar o aislar cada situaci¢n conflictiva para reducirla a la m¡nima expresi¢n de sus aislados protagonistas y afectados directos corresponde al viejo adagio de «dividir para gobernar». Esta es la «gobernabilidad» entendida, propiciada y sustentada por el actual aparato gubernamental, sus representantes de la Concertaci¢n y los bloques de derecha.
De este modo, aunque los afectados, considerados en su conjunto, conforman una aplastante mayor¡a, no logran la fuerza suficiente como para imponer, al gobierno de turno, sus leg¡timas demandas. Lamentablemente, la aglutinaci¢n del descontento requiere iniciativas organizadas y adecuadamente lidereadas. Actualmente hay muchas iniciativas dispersas que apuntan en este sentido pero est n, reci’n, en etapa de planteamientos y ensayo de m’todos para capturar el inter’s y canalizar voluntades hacia un plan comon coordinado. Estas iniciativas en estado larvario tienen cerrado el acceso a los medios de comunicaci¢n m s trascendentes. Apenas se detectan breves exposiciones improvisadas y espor dicas en «Radio Tierra», una emisora del dial AM (Santiago de Chile) con potencia en antena (alcance) muy limitada y abundantes sitios o p ginas web en Internet que repiten los mismos esfuerzos, confinados en ‘lites, sin cobertura masificada.
A pesar de las declaraciones concertacionistas y dada la orientaci¢n del actual gobierno, la Concertaci¢n ha llegado a ser un factor de desconcierto, divisi¢n y desaliento entre los chilenos mejor informados y m s locidos. Una especie de «alero sin tejas» donde «protegerse» contra la Ultra Derecha y el militarismo. La sensaci¢n de impotencia individual ha llevado a algunos a confiar en los imponderables o «los hechos inesperados», como el «caso Pinochet», para mantener viva su esperanza en cambios trascendentes.
Cuando Carlos Marx habla sobre el error fundamental de los fil¢sofos, advierte que ‘ste consiste en limitarse a diagnosticar y recetar soluciones sin llegar jam s a ponerlas en pr ctica. Este parece ser el sino hist¢rico de casi todos los intelectuales. Quienes se especializan en pensar y organizar las ideas parecen asumir que otros, los ejecutantes, experimentadores y l¡deres de acci¢n, deben poner sus conceptos a trabajar. Esto es en las alturas del pensamiento y del liderazgo. Abajo, el ciudadano comon sufre o se beneficia de las consecuencias, ubicado en posturas cada vez m s lejos de gravitar.
Este oltimo s¢lo utiliza, como elementos de juicio, los efectos superficiales de las decisiones tomadas en las esferas de los poderes econ¢micos, pol¡ticos y gobernamentales. Le importa disponer de fuentes de trabajo estables, sueldos seguros, dinero circulante o cr’dito suficiente para acceder a la oferta de productos del Mercado y precios compatibles con su capacidad de compra. Aspira, tambi’n, a un hogar seguro, comfortable, educaci¢n, salud, respaldo para la vejez y protecci¢n ante imponderables naturales o delictivos. Pero no alcanza a visualizar o no le interesa considerar que sus aspiraciones y dificultades son comunes a todos y s¢lo se pueden resolver como resultado de una Pol¡tica General de Gobierno o Proyecto de Pa¡s. M s dif¡cil le resulta concluir que un buen Presidente debiera ser, necesariamente, un Estadista. Un individuo dotado de una visi¢n integradora de la Naci¢n, del individuo como ser social, capaz de priorizar el bien comon y el crecimiento arm¢nico y sustentable del cuerpo-pa¡s.
Cuestiones tales como Desarrollo Sustentable, Contaminaci¢n, Poluci¢n Ambiental, Depredaci¢n, Equilibrio Ecol¢gico, Respeto por las etnias, aunque con ligera simpat¡a, suenan lejanos y se acepta supeditarlas a la realidad econ¢mica inmediata o considerarlas s¢lo en la medida de lo posible.
El Neo-Liberalismo y la Globalizaci¢n que nos imponen, alaban y pronostican son plenamente compatibles. El primero tiende a la segunda porque requiere de ella para facilitar su necesidad de expansi¢n constante. La concentraci¢n de capitales carecer¡a de sentido o de futuro sin un Mercado de dimensiones proporcionales a las espectativas de los montos y recursos concentrados o controlados. Toda transnacional aspira a un mundo sin barreras o, al menos, a condiciones ventajosas frente al competidor local y aborrece las leyes proteccionistas. El consumidor local las recibe con una simpat¡a inicial estimulada por la perspectiva de novedad, variedad y precios menores hasta constatar, demasiado tarde, que su fuente laboral ha desaparecido. Como este proceso no ocurre simult neamente en todas las reas, siempre hay una mayor¡a pasiva que aplaude los efectos generales superficiales. El o los afectados inmediatos se observan como «casos puntuales» que se ven obligados a acomodarse a su nueva condici¢n «en beneficio de
la mayor¡a» y porque «la competitividad es saludable». Pero, normalmente, los «competidores» son actores ajenos al afectado, cuesti¢n que ‘ste tambi’n descubrir demasiado tarde. Paralelamente ocurre la atomizaci¢n del individuo. Pasa a ser una «pieza de f cil remplazo» en una maquinaria compleja de gran fuerza inercial, con movimientos envolventes y autosustentable porque recibe oxigeno y combustible desde cada vez m s puntos simult neos. Por este proceso, pa¡ses completos se van atomizando y vistos s¢lo en la perspectiva de mercados consumidores y proveedores de mano de obra abundante y barata para atender «servicios» derivados de las representaciones locales. Los abastecedores de materia prima o recursos esenciales en bruto han sido sometidos en etapas tempranas mediante transnacionales «extractoras, procesadoras y refinadoras» y en virtud de convenios de «precio internacional» para cada recurso. El pa¡s fuente es, en el mejor de los casos, una simple voz intrascendente frente a los organismos reguladores
controlados por los «canalizadores» de recursos.
As¡ como ocurre un aumento sostenido de la brecha entre ricos y pobres al interior de un pa¡s abastecedor-sometido, tambi’n cabe sospechar el incremento de la distancia entre pa¡ses ricos y pa¡ses pobres en par metros de escala absoluta.
La Globalizaci¢n v¡a el Neo-Liberalismo tiene un contendor proveniente del pasado inmediato. Es el imperialismo que, si bien, en sus metr¢polis ha ido liberalizando sus m’todos para su funcionamiento interno, de cara al exterior presenta un comportamiento proteccionista. Este oltimo acepta la Globalizaci¢n en un solo sentido o con un doble juego de reglas. Es nacionalista como anfitri¢n y globalizador como visita. Entonces, en la etapa temprana de Globalizaci¢n, los pa¡ses imperialistas est n acumulando ventajas y cosechando deslumbrante opulencia. En la pugna actual, el imperialismo retarda intencionalmente a la Globalizaci¢n con el fin de consolidar, institucionalizar y trans-nacionalizar sus ventajas adquiridas. Las vicisitudes de las reuniones internacionales que pretenden acuerdos multinacionales se deben a esta estrategia.
El Neo-Liberalismo, como Sistema de Gobierno local, requiere garant¡as de Paz Social. Para eso recurre a la atomizaci¢n de la sociedad, desmenuzada en individuos que compiten entre s¡ en eficiencia productiva y consumo compulsivo exacerbado y facilitado por el acceso al cr’dito. El cr’dito adquirido actoa como acicate para incrementar la idoneidad del sujeto productor-consumidor. Las demandas en grupo crispan los nervios del Sistema Neo-Liberal y, tras ser estigmatizadas como «casos puntuales», se a¡slan y desalienta cualquier «apoyo sdolidario» calificado como «gente extra_a» o «agitadores pagados». En situaciones m s severas se rechaza, poblicamente, «todo intento por transformar un hecho aislado en una cuesti¢n pol¡tica».
Del p rrafo anterior se deduce la importancia fundamental de los Medios de Comunicaci¢n Masiva de gran cobertura en un Sistema Neo-Liberal. Por eso deben ser puesto al servicio incondicional del Sistema. Son los promotores de las bondades, ocultadores de los defectos, formadores de opini¢n poblica, tergiversadores de los conflictos, voceadores de las «iniciativas de gobierno», silenciadores de planteamientos discordantes. Los hechos se perfilan y desperfilan conforme a premeditados fines. Las opiniones «libres» son previamente filtradas o seleccionadas. Se tolera s¢lo a los comentaristas pol¡ticos y econ¢micos que actoan «dentro del marco establecido». Se destacan, con lujo de detalles, las dificultades de «otros pa¡ses». Una crisis evidente y en progreso es justificada como efecto de factores externos generalizados.
En las condiciones descritas, los liderazgos que tienen cabida y cobertura y pueden prosperar deben partir por respetar las «reglas del juego». Luego, no es posible concebir cambios sustanciales con una cualquiera de estas «personalidades» ni depositar esperanzas en hechos fortuitos. Como la improvisaci¢n no puede pretender una capitalizaci¢n o aglutinamiento sustancial del descontento, si es preciso planificar, organizar y poner en marcha un liderazgo de «nuevo cu_o», van a necesitarse recursos proporcionales a las aspiraciones. Y tendr n que ser recursos independientes del Sistema impugnado. Entre esos recursos deber considerarse, al menos, un Medio de Comunicaci¢n de vasta cobertura interna al pa¡s objeto. Si el Sistema Neo-Liberal es consecuente con sus principios, no deber¡a impedir su funcionamiento. Como intentar boicotearlo o estrangularlo econ¢micamente, su fuente de financiamiento deber contemplar esta contingencia.
VALENTIN MARCHANT Q.
19/03/99
Desde Santiago de Chile