Conseco, otra importante aseguradora, ha decidido desviarse de la tendencia del sector y arriesgarse a llamar a las cosas por su nombre. La compañía lanzó el año pasado una campaña publicitaria en la que se identifica con la figura por la que existen, en gran parte, las aseguradoras: la muerte. En un anuncio con dibujos animados de plastilina, aparecen un hombre y una mujer viendo televisión. La muerte con su capucha y su guadaña llega hasta la puerta. Antes de llamar y darles la mala noticia, aparece en la casa de al lado otra figura de la muerte, con un aire de voluptuosidad. Ambas se miran tiernamente, ella se sube la falda con coquetería para mostrarle el hueso de su rodilla y acto seguido, salen corriendo juntas. +Y los ocupantes de las casas? Intactos. Una voz en off dice: "Usted nunca sabe cuándo le tocará su turno. Por eso, necesita protección contra lo inesperado".
Conseco vende productos como pólizas de vida, seguros contra el cáncer y seguros suplementarios de salud, que no son exactamente algo divertido. Pero los consumidores ya están cansados de los anuncios sensibleros, según Bill Schwab, codirector creativo de la publicidad de Conseco, que trabaja para una agencia de publicidad famosa por su poca convencionalidad: Fallon McElligott.
McElligott recuerda que en un grupo de estudio de mercado una persona comentó que si llegaba a ver un anuncio más de una aseguradora en el que un niño se esconde detrás de la falda de su madre, vomitaría. Stephen Hilbert, presidente de Conseco, asegura que fueron los estudios de mercado los que le convencieron de que los consumidores estaban hartos de ver una publicidad artificialmente reconfortante y poco directa.