Ahora falta lo más complicado: pacificar de verdad. Soldados serbios incontrolados y grupos paramilitares, así como francotiradores aislados, siguen pretendiendo hacer daño al bando albano-kosovar al paso de su marcha. Simultáneamente, grupos incontrolados kosovares buscan cualquier ocasión para su venganza.
Los contingentes internacionales (entre los cuales hay soldados españoles) son los únicos que desde hoy están autorizados a llevar armas. Tendrán que reconstruir el país, atravesar campos infectados de minas, localizarlas (en colaboración con los serbios) y retirarlas.
Una vez asegurada la pacificación, llegarán los más grandes contingentes de ayuda humanitaria. Pero el chorro de dinero que necesita Yugoeslavia, ese ½Plan Marshall+ balcánico, no llegará mientras el presidente Slodoban Milosevic continúe en el poder. Es, aún, el tema más candente que ha de manejar Occidente. La presencia del öpremier+ yugoeslavo al frente de su régimen en Belgrado convierte la paz yugoeslava en un polvorín, en una bomba de relojería dispuesta a estallar en cualquier otro momento, y no precisamente en el que más convenga a Estados Unidos y Europa.