Sensibilizados por los recientes escándalos, los dirigentes francés y americano proponen medidas para garantizar una seguridad alimentaria, encaminada de tranquilizar a los consumidores, aunque los intereses comerciales hacen que cada cual enfoque el problema a su manera.
Ayer lunes Bill Clinton ha juzgado el problema como importante, tanto para los consumidores como para los productores, proponiendo agencias nacionales. Debido a que el tema tiene enormes consecuencias en los dos extremos del Atlántico, – seguramente refiriéndose a Coca-Cola-, Clinton ha manifestado que el problema debe abordarse conjuntamente y de una manera constructiva, creando normas comunes para todos.
Jacques Chirac por su parte, ha propuesto a los G8 la creación de un Consejo Mundial de la Seguridad Alimentaria, sugerencia que ha sido reenviada al subgrupo de trabajo de la OCDE sobre la armonización de la supervisión reglamentaria y biotecnología.
Lionel Jospin ha considerado el lunes que el principio de precauci¢n, consistente en abstenerse ante la duda, debe ser plenamente integrado en las normas comerciales multilaterales.
En febrero pasado, EE.UU y Canad hicieron fracasar un primer tratado mundial sobre la seguridad biol¢gica, neg ndose a definir las reglas para limitar los riesgos ligados a los organismos gen’ticamente modificados.
UN PROBLEMA, TRES OPINIONES
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