"España no es racista", dicen algunos periodistas, "no caigamos en la demagogia fácil y el sensacionalismo". Quienes así piensan proponen dar las informaciones sobre los últimos brotes de racismo y xenofobia en Tarrasa, Madrid y Gerona como "sucesos aislados" motivados por una cuestión "de mera convivencia, no de racismo".
Otros periodistas replican: "España sí es racista; no olvidemos que somos el único país que en su historia tiene ocho siglos de lucha contra los musulmanes; que hemos expulsado a los judías, contra los que hubo matanzas en el siglo XIV, y que el inventor del esclavismo fue un religioso español: Fray Bartolomé de las Casas".
Los debates entre una y otra opinión no se han producido "con luz y taquígrafos", a la luz pública de sus audiencias respectivas, para que sean ellas quienes decidan. Estas discusiones se han venido celebrando de forma absolutamente improvisada en las mesas de las redacciones.
La prensa española incurre en demasiadas ocasiones en errores tales que fomentan la discriminación racial. Por ejemplo, cuando en titulares se destaca que el protagonista de un suceso, generalmente luctuoso o conflictivo, es de otra raza diferente a la blanca o de otra nacionalidad que no sea la española.