Antonio Sampietro ha anunciado que su grupo podría promover un «cupo de pesca» para los barcos de Ceuta, aunque con ello dice que no pretende invadir las competencias del Estado en éste y otros asuntos. Explica que el GIL sólo quiere garantizar que los barcos de Ceuta puedan pescar en los caladeros tradicionales.También ha anunciado que su grupo estudia posibles acuerdos de hermanamiento de esta ciudad autónoma con municipios del norte del país magrebí, con el objetivo de fomentar el turismo de habitantes de Ceuta en esas zonas, con playas mucho mejores que las que hay en la ciudad española. Igualmente, Sampietro ha propuesto que los marroquíes puedan disponer de los servicios hospitalarios de Ceuta, algo que ya se produce en muchas ocasiones.
Por su parte, el Gobierno ha advertido al Grupo Independiente Liberal que no tolerará que se entrometa en asuntos de política exterior, que son competencia exclusiva del Ejecutivo central.El Ejecutivo que preside José María Aznar no quiere dramatizar las cosas, pero fuentes oficiales opinan que el principal daño que puede hacer el GIL es contribuir al desprestigio de la política y de los políticos, por anteponer de manera expresa los intereses privados a los generales de los ciudadanos.
Bermúdez, consejera
Antonio Sampietro confirmó ayer oficialmente a la tránsfuga socialista Susana Bermúdez como consejera de Cultura y Patrimonio, tal como ella quería, y a su marido, Francisco Cazalla, como viceconsejero de Participación Ciudadana. Ambos tendrán una amplia libertad para nombrar a personas de su confianza en sus equipos.
Bermúdez y su marido son los únicos dos miembros del nuevo Gobierno del GIL en Ceuta que no iban en las listas ni estaban próximos al partido antes de las elecciones del pasado 13 de junio. La presencia de ambos es considerada ahora como una contraprestación por su a la moción de censura que ha desbancado a Jesús Fortes, del Partido Popular, y alzado a Sampietro a la presidencia de Ceuta.
El nuevo Gobierno ceutí ya ha anunciado que contratará a doscientos nuevos policías para reprimir la delincuencia, lo que hace temer a los colectivos musulmanes (el 30 por ciento de la población) que la represión caiga sobre ellos y haya conflictos raciales.