Nunca una victoria en la historia de este partido fue tan pírrica y tan amarga. Hicieron falta 20 horas y media de debates interminables para constatar que el acuerdo era imposible entre las cuatro grandes familias: renovadores, lermistas, ciscaristas y asuncionistas. Pla tendrá que gestionar la crisis con sólo el 43 por ciento del respaldo de los militantes. El resto del aforo de la asamblea, bien ya se había ido a su casa a la hora de la votación cansado de esperar (en torno a un diez por ciento de los delegados), bien siguió las consignas del secretario federal de Organización, Ciprià Ciscar, de hacer un plante para dejar morir el Congreso.
"No puedo estar muy contento, me gustaría que hubiese sido de otra forma", fueron las primeras palabras del discurso de Pla como secretario general, evidenciando la sensación de derrota que invadía el palacio de Congresos de Valencia, donde se celebró el acto. Apenas estuvo dos minutos en el estrado y renunció a hacer una declaración de intenciones, como es común en estos casos. Abajo, en los pasillos, reconocía que el PSPV-PSOE afronta "un momento muy difícil".
Joan Lerma regresa a la Ejecutiva, ahora como presidente, y refuerza su posición interna. El vicesecretario general, Ximo Puig, es un hombre de su confianza, al igual que algunos de los secretarios de área de la nueva dirección, que se reparte con Pla en una relación de tres a uno, a favor de este último. Pero no cabe hablar de triunfadores, porque tras el espectáculo protagonizado por los socialistas valencianos sólo queda tierra quemada, rencillas difícilmente salvables y damnificados, sobre todo Ciscar y Asunción.
El primero anunció el viernes, en la víspera del Congreso y día de su santo, que tenía las firmas de 211 delegados que supuestamente le daban el apoyo y la mayoría suficiente para liderar el partido. En cambio, acorralado por el pacto Lerma-Pla y por sus propios colaboradores, que se rebelaron contra él cuando les pidió que apoyasen el acuerdo para no quedar en fuera de juego, se consumó su gran derrota. Para que no quedase al desnudo su minoría, pidió a sus seguidores y a los de Asunción que se ausentaran de la votación final.
Ciscar tiene muy complicado explicar, hoy mismo, ante la Ejecutiva federal del PSOE en Madrid su actuación. Provocó la caída de Romero a menos de tres meses para elecciones y nombró una comisión gestora de su cuerda que convocó el Congreso extraordinario del pasado fin de semana. Para tratar de condicionar el resultado final, forzó que el censo de la ciudad de Valencia (feudo renovador) se actualizase y redujese a la mitad, con la consiguiente merma de compromisarios; intentó utilizar una visita de Felipe González para ganar apoyos; presionó con todos los resortes de Ferraz para conseguir adhesiones. Todo, para volver al principio. El secretario de Organización, que ha conseguido pacificar con eficacia otras federaciones con problemas, tropezó estrepitosamente en la suya propia.
No es más cómodo el resultado para Asunción. El portavoz socialista en las Cortes valencianas, el antagonista de Eduardo Zaplana, la principal voz con que cuentan los socialistas en las instituciones, se queda fuera de los órganos de dirección. Se rompe así el cordón umbilical entre el partido y su Grupo Parlamentario.
En la larga jornada congresual se vivieron situaciones de gran tensión y faltó poco para que, en algunos momentos, los delegados llegasen a las manos. Los protagonistas no ocultaron su decepción por el desenlace del congreso, incluido el nuevo secretario general.
Pla calificó de "lamentable" la situación y recriminó a Ciscar el no haber diferenciado su papel como militante del PSPV-PSOE de su condición de secretario de Organización. Pla se mostró apesadumbrado. "Todos los socialistas valencianos tenemos que pedir perdón a los ciudadanos porque la verdad es que no hemos estado a la altura de las circunstancias", manifestó.
Lerma trataba a duras penas de extraer una lección de lo acontecido y pidió: "No lo hagamos así otra vez". El secretario de Empleo del PSOE apuntaba a Ciscar y a Asunción, sin citarles, al señalar que "quien no ha querido estar" en la nueva dirección "también tiene responsabilidad".
Antonio Asunción no ocultó su decepción, calificó el congreso de "inútil", y solicitó que la experiencia sirva "para en adelante mirar más a la sociedad y menos al interior del partido".