Marines en Colombia, bases en Manta, Ecuador, boinas verdes en Misiones y bases de la DEA, en Salta, ambas ciudades argentinas, son sólo la punta del iceberg de la intervencisn militar norteamericana en Amirica Latina.
Estados Unidos debe devolver en diciembre el Canal de Panama y las tierras circundantes en cumplimiento del acuerdo Torrijos-Carter. La justificación, de este conjunto de operaciones, es una presunta lucha contra el narcotrafico, flagelo que, como se sabe, tiene a laboratorios y mafias norteamericanas como principales responsables.
Los Documentos Santa Fe I y II ya contemplaban la lucha contra el narcoterrorismo, nuevo Satan que reemplaza al esquema anticomunista de la Guerra Fría. En Panama, Washington instaló catorce bases militares con diez mil soldados y allí funciona el cuartel general del Comando Sur norteamericano, la tristemente célebre Escuela de las Amiricas, que prepara a militares latinoamericanos en la tortura, el terror de estado y el asesinato. All¡ se formaron batallones enteros de soldados norteamericanos que participaron en Vietnam, la Guerra del Golfo y la invasi¢n de Panama en 1989. All¡ se encuentran los 70 proyectiles de uranio empobrecido, que en 1993 fueron arrojados en la cercan¡as de la base Rodman, para evaluar su comportamiento en el clima tropical.
Ahora, los EE.UU. deberan abandonar la Zona del Canal, Fort Sherman, las bases a’reas de Howard y Albrook, la base marina de Rodman, las de Fort Amador y Fort Kobb, Claynton, Espinal, as¡ como la isla Galeta, centro del espionaje cibern’tico continental. El actual gobierno paname_o ha debido permitir la permanencia de 3.300 efectivos norteamericanos y el despliegue de una fuerza conjunta de 2.000 hombres en la frontera con Colombia.
Washington ha reforzado las bases en Puerto Rico (isla de Vieques y Roosevel is Road), retienen Guantanamo usurpada a Cuba, permanecen en Honduras (base a’rea Soto de Cano) donde estan ampliando las pistas para aterrizar los aviones Awacs y los C-141 al servicio del Pentagono.
En Aruba y Curazao construyen nuevos puertos, aeropuertos y campamentos que recibir n a gran parte de las fuerzas ubicadas en Panama. Los militares norteamericanos circulan libremente por Colombia y han desembarcado unos mil marines.
Por convenios recientes disponen asimismo de la base de Manta en Ecuador y de Iquitos en Perz, donde ya exist¡a la base de Santa Luc¡a en el Alto Huallaga. Proyectan establecer un llamado centro anti-droga en Pedro Juan Caballero (Paraguay) y existen conversaciones para instalar otro en el litoral argentino.
En Misiones, el gobierno de Carlos Menem ha aceptado que se entrenen boinas verdes en la Escuela de Monte que el ejircito argentino posee en la zona selvatica y en la capital esta funcionando una base de la DEA.
Se prepara, en Malvinas, una base conjunta inglesa-norteamericana-argentina con capacidad para albergar a 13.000 efectivos. Esta es la situaci¢n que compromete la soberan¡a de toda Am’rica Latina. Junto a los planes de FMI y de los banqueros mundiales, se suma ahora la ocupacisn militar.
Amirica Latina tiende a convertirse en una factor¡a similar al rigimen de las concesiones que sufri¢ China a fines del siglo XIX.
EL PODER-O MILITAR ESTADOUNIDENSE EN AMÉRICA LATINA
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