«Se cumplen nueve días desde que la tromba de agua inundó Chokwe, Xai-Xai, Guijá y miles de pallotas situadas a lo largo de los valles de los ríos Inkomati y Limpopo. Los muertos, muertos están, y se contarán por miles.
Los supervivientes cuentan una parecida historia: fueron sorprendidos por las aguas. Estaban durmiendo o conversando o intentando, los más despiertos, poner sus cosas a resguardo porque el nivel del río iba subiendo con rapidez. Son testimonios dramáticos. La médica de Chibuto nos contaba ayer, llorando, cómo dos hermanos, niños pequeños se habían salvado porque los padres, alarmados por el rápido subir de las aguas, les amarraron a lo alto de un árbol. Cuando los padres quisieron subir ya no tuvieron tiempo y fueron barridos por la corriente. Los pequeños fueron rescatados al día siguiente, ya huérfanos.
Amarrado murió también, las imágenes de la televisión nacional lo grabaron, un mozo joven, probablemente paciente mental, encadenado en su pallota. Una pr ctica ignorante m s que brutal, el medievalismo rural. Imagen conmovedora, aquel hachazo del socorrista para desligar la cadena del palo mayor da la pallota Hay im genes que conmueven en lo hondo, la tragedia moltiple impresiona pero un fragmento del drama, un hecho particular aterra.
Un nimemente se acepta que hubo demora en poner en funcionamiento los mecanismos de rescate. A las muertes inevitables de la primera riada, se suman las evitables de los que murieron por agotamiento e inanici¢n subidos en rboles o tejados. La ayuda ha llegado ahora generosa, pero tambi’n abundante en caos y enorme descoordinaci¢n.
El drama escenificado en Mozambique tiene caracter¡sticas dantescas y es fruto da varios acontecimientos concatenados. Primero fueron los sucesivos e ininterrumpidos d¡as de lluvia en la primera semana del fat¡dico febrero. Hubo inundaciones graves, pero no terribles, no catastr¢ficas, no dantescas. Las tierras rebosaban aguas, hubo algunas muertes tierras anegadas, bienes perdidos. En Chokwe y otras poblaciones la gente sali¢ de sus casas y luego regres¢ cuando se calmaron las lluvias. Ocurri¢ lo que otros a_os hab¡a ocurrido y los mas ancianos contaban hasta donde subi¢ el r¡o en las famosas cheias del 76.
A mediados de febrero el cicl¢n » Eline» afect¢ la costa sur y central. Otro problema, otra pulga grande en perro flaco. El gobierno dio la voz de alarma y llam¢ a la solidaridad internacional, pero en la madrugada del domingo 27 de febrero ocurri¢ lo peor, el tremendo drama, lo que ahora alguna gente empieza a preguntar + porqu’ una ola brutal de 2 metros de altura barri¢ en tres horas el valle del Limpopo?. Fue una cat strofe dantesca que por ahora no se ha explicado, o la explicaci¢n es tan obvia que da miedo preguntar.
La ayuda llega. El aeropuerto de Maputo- Mavalane habituado a cuatro o cinco vuelos diarios tiene un tr fico a’reo asustador. Con buen criterio, aunque a muchos reci’n llegados les parece descontrol, las autoridades de aviaci¢n han adoptado una pol¡tica de liberalidad. Se entra y se sale de la pista, se llega al pi’ de los aviones, se habla en mil lenguas. Han decretado prohibir lo prohibido. Se intenta facilitar la retirada de mercanc¡as.
Las cosas llegan pero son muchas las personas y organizaciones que buscan avionetas, helic¢pteros y barcos para llevar sus productos a los lugares donde los damnificados esperan. Han llegado soldados espa_oles, marines norteamericanos, fusileros portugueses, soldados brit nicos, libios. Con la mejor voluntad, con un magnifico esp¡ritu de ayuda y solidaridad pero tambi’n con gran desinformaci¢n y desconocimiento. Ayer, por ejemplo, en una reuni¢n de coordinaci¢n de acciones de salud, un grupo de suecos se quejaban en ingl’s que no les ponen helic¢pteros, que no les dan coches, que no les atienden. Ellos, hombres de acci¢n, hab¡an estado en el terremoto de Turqu¡a y el Gobierno les puso avionetas, 4×4, instalaciones. +Nadie les inform¢ de a qu’ pa¡s llegaban?.
Otros pidieron por fax aceites especiales para sus embarcaciones, enganches espec¡ficos para transportar sus contenedores. Al barullo sumamos el barullo. Las reuniones recuerdan un enjambre de grillos locos.
Todos nos quejamos, todos pedimos, todos queremos dar. La voluntad de servicio es inotil si no se coordina. Es como dar vueltas de peonza, moverse alocadamente para avanzar poco. Muchos de los que llegan nunca oyeron hablar de Mozambique. Alucinan con lo que se encuentran.
+ Qui’n coordina?.Un periodista espa_ol preguntaba hace tres d¡as al responsable de la comisi¢n de Calamidades Naturales por el inventario de lo recibido. La respuesta fue que s¢lo tenia informaci¢n controlada hasta el d¡a 27 de febrero. Sin ir m s lejos ni m s alto, en las reuniones vespertinas en el Ministerio de Salud, para coordinar el sector, los responsables ministeriales gritan y se desesperan por la falta de informaci¢n procedente de las organizaciones de ayuda. Al principio con calma y respeto, despu’s con voz dura y agria se quejan y desesperan de que nadie les avisa, que cada uno hace su guerra por su cuenta, que la gente viaja en avioneta de un lado para otro, y en cambio no se env¡a ni un fax, ni se comunica por radio(y se tienen) el nomero de personas alojadas en los campamentos, los problemas de salud medidos con rigor y sin alarmismo hist’rico, lo que falta y lo que tienen. Ayer algunos sintieron que se iniciaba el primer d¡a en que la direcci¢n y coordinaci¢n empezaba a producirse.
Hace unas horas , en la tarde del dia 7,se ha abierto la carretera y es posible llegar al eje Bilene- Mac¡a- Chokwe- Masinguir, aunque la ciudad capital de la provincia de Gaza, Xai-Xai, sigue aislado de Maputo.
La apertura de la Nacional I es una excelente noticia, lo mejor de la semana, la posibilidad real de atender a los damnificados de esa zona. El problema vital es agua, comida y crear condiciones sanitarias para evitar una explosi¢n epid’mica.
De aqu¡ a unos d¡as habr que sumar las actividades para crear condiciones de reubicaci¢n y asentamiento de esas personas. Las acciones de ayuda van a perder espectacularidad, pero van a ganar eficacia y eficiencia. Ser un palo para los profesionales del «Busines Catastrophic Show», la de aquellos cuya dignidad obedece a otros mandamientos, la hoguera de muchas vanidades que permitir acometer actividades con orden y sensatez.
Juan Carballedo
Representante del Consejo Interhospitalario de Cooperaci¢n en Mozambique