Esta semana, el mundo ha visto con horror como salta a las primeras planas internacionales un nuevo y cruento conflicto en -frica. La guerra en Sierra Leona es sintomática de los males de un atribulado continente. La vecina Liberia, Ruanda, Congo, Angola, Somalia, Etiopía, Eritrea, Sudán… en la última década todos estos países se han visto marcados por conflictos brutales y sin resolver. Parece que -frica está en guerra con sí misma, +por qué?, +cuáles son las raíces de lo que se muestra como un ciclo cada vez más intenso de violencia?
Escribe el especialista de la BBC en temas africanos, John Pickford.
En -frica, aproximadamente 8 millones de personas han muerto en las guerras de la última década. Millones más han visto sus vidas destruidas por las secuelas de los conflictos bélicos y los problemas económicos que acosan al continente.
Sin embargo, las campañas militares que actualmente se libran en unos 12 países africanos son muy diferentes a las conflagraciones que asolaron a Europa durante la primera mitad del siglo XX.
Estas «nuevas guerras» -como las describen los analistas castrenses- no son declaradas, a pesar de que la mayor¡a no son guerras civiles, sino enfrentamientos entre estados independientes.
Estos conflictos no se deciden con armas sof¡sticadas, ni, por lo general, con ej’rcitos profesionales. Muchos de los soldados -como son los casos de Sierra Leona y Liberia- son adolescentes o incluso ni_os. La mayor¡a de las v¡ctimas son civiles, no militares.
Los episodios de violencia registrados esta semana en Sierra Leona, afuera de la residencia del dirigente rebelde Foday Sankoh, son sintom ticos del c¢ctel del desamparo de la ley y el exceso de armas livianas que produce terror en tantas capitales africanas.
Los guardias de Sankoh simplemente abrieron fuego contra una multitud de manifestantes, algunos de ellos v¡ctimas de la mutilaci¢n sistem tica perpetrada por los rebeldes. As¡, otras muertes se sumaron a las 50.000 que se calcula han dejado ocho a_os de anarqu¡a y guerra civil.
El fracaso de la ONU
Hasta ahora los cascos azules de las Naciones Unidas no han logrado generar la paz y la estabilidad que les ha sido encomendada. Ahora, sin embargo, la ONU parece estar m s dispuesta a hacer un mayor esfuerzo para restaurar el orden en Sierra Leona.
«La apremiante situaci¢n de Sierra Leona y su pueblo presenta una prueba crucial para la solidaridad de los pueblos, elev ndose sobre raza y geograf¡a, lo cual representa al principio m s importante de esta organizaci¢n. No le fallemos a Sierra Leona. No le fallemos a -frica», exhort¢ el secretario general de la ONU, Kofi Annan.
No obstante, el historial de la organizaci¢n mundial no es muy positivo en este aspecto. El ejemplo de Somalia es revelador. En junio de 1993, las fuerzas de Naciones Unidas -apoyadas por tropas estadounidenses fuertemente armadas- tomaron control del basti¢n del dirigente de una de las facciones en guerra, Mohmmed Farah Aideed.
Menos de dos a_os despu’s, 18 soldados estadounidenses murieron en la llamada batalla de Mogadiscio, y los cascos azules se vieron obligados a abandonar un pa¡s que no hab¡an logrado controlar.
Actualmente, Somalia aon no tiene un gobierno bien constituido, y Mogadiscio es considerada la capital m s peligrosa del mundo.
El quiebre de la sociedad civil
Entonces, +qu’ est causando este quiebre de la sociedad civil a lo largo y ancho de -frica? El fin de la guerra fr¡a llev¢ a las potencias mundiales a perder el inter’s en respaldar a virtualmente cualquier r’gimen africano dispuesto a apoyar su causa. Al mismo tiempo, -frica se ha convertido en un mercado atractivo para armas de baja tecnolog¡a que nadie m s quiere.
En la regi¢n, adem s, la pobreza es end’mica. En -frica subsahariana, 360 millones de personas subsisten con menos de US$1 al d¡a, y en muchos pa¡ses el desempleo supera el 50%. El nivel de endeudamiento se ha elevado de 60.000 millones de d¢lares en 1980 a 219.000 millones de d¢lares en la actualidad. Adem s se ha producido una fuga de capitales en el continente: los pocos africanos que tienen dinero tienden a depositarlo de inmediato en bancos occidentales.
La hemorragia de fuerza laboral calificada es igualmente dram tica. Se calcula que s¢lo en Estados Unidos hay 100.000 africanos altamente calificados. Es probable que pocos regresen a -frica. Todos estos factores se han conjugado en alguno pa¡ses para llevar al desmoronamiento del sistema pol¡tico y el surgimiento consecuente de estados que han dejado de funcionar en casi todos los sentidos, especialmente en lo que se refiere a ofrecer una protecci¢n m¡nima para sus ciudadanos. +stas son las condiciones que han permitido la elevaci¢n de caudillos militares como Sankoh y Aideed.
El elemento econ¢mico de la guerra
En los pa¡ses que poseen riqueza natural -en lugar de una econom¡a funcional- a menudo las guerras se desencadenan por el acceso a estos recursos. En Sierra Leona, Liberia, Angola y la Repoblica Democr tica del Congo, los grupos rebeldes se financian mediante un millonario comercio il¡cito de diamantes. Adem s, en -frica todas las guerras -sean internas o entre estados- son esencialmente conflictos de desintegraci¢n y no de consolidaci¢n.
Se trata de una espiral descendiente que representa una amenaza para la estabilidad de todo el continente, infectando a pa¡ses pac¡ficos que est n relativamente bien gobernados. La gran preocupaci¢n es que estas debilitantes guerras se propaguen por -frica como una enfermedad epid’mica.
Es por eso que en aras de un orden internacional m s amplio, la ONU -con el respaldo de las principales potencias mundiales- podr¡a adoptar una pol¡tica de concentrada en la pacificaci¢n. En los oltimos d¡as, algunos indicios sugieren que eso est empezando a ocurrir en Sierra Leona. (Af/YZ/Au-Pno/Vi/mc)
Por John Pickford